Albert no quería esperar más y ha decidido nacer en plena pandemia. Sus padres han tenido que vivir estos días de emociones entre el miedo al contagio en el hospital y la falta de apoyo de sus más queridos. "Se lleva peor, solo hemos podido mandar fotos, vídeos y hacer conferencias", reconoce la madre del pequeño. Las medidas de aislamiento les obligan a estar solos en el centro sanitario, pero ello no les borra la sonrisa. "Es una alegría inmensa, con pandemia o sin ella", afirma la madre.
Es el mismo caso que Inma, que todavía no ha podido presentar al pequeño Andrés, aunque sus hermanos ya le conocen. El resto de familiares deberá esperar un poco. "Ni mis padres, ni mis hermanos le conocen", confesaba. En la misma situación está Gloria, que ya ha podido llevar a casa a Sergio, recién nacido. Estas tres historias tienen algo en común, la sonrisa producida por esta alegría en medio de tiempos díficiles.
Y es que muchos hospitales no solo han tenido que habilitar anexos o sacar camas UCI de la nada. El resto de especialidades no puede parar del todo y los nacimientos, obviamente, se siguen produciendo. El Hospital de Sant Pau ha habilitado una zona exclusiva para los partos. Ésta, a su vez, se divide en dos. Una para parturientas bajo sospecha de tener coronavirus, y otra libre de la enfermedad.