Sin mítines multitudinarios, ni baños de masas, ni abrazos a los militantes, ni paseos de los candidatos por las principales ciudades buscando el voto de la gente. La campaña electoral para las elecciones catalanas del 14-F está siendo completamente atípica y las habituales imágenes de comicios anteriores no tendrán lugar en esta cita electoral. La pandemia ha obligado a los partidos a reinventar el formato de los actos y a basar su campaña en eventos exclusivamente telemáticos, algo que inevitablemente genera inquietud a las formaciones políticas, al no saber si esta nueva manera de hacer campaña les acabará beneficiando o de lo contrario, perjudicando.

El PROCICAT ha sido el órgano encargado de diseñar un protocolo para marcar las directrices de cómo tienen que ser todos los actos de la campaña. El documento pide fomentar la atención y las actividades telemáticas, priorizar los actos al aire libre y limitar el aforo de cualquier evento al 50% hasta un máximo de 1.000 personas en el exterior o 500 en un local cerrado. Teniendo en cuenta estas indicaciones, cada partido ha moldeado su campaña, ajustándola a sus intereses electorales y a sus posibilidades económicas. Y es que el hecho de no tener que celebrar grandes mítines ha permitido a las formaciones ahorrar dinero e invertirlo en otras estrategias para llegar al electorado.

"Las redes sociales serán la herramienta más efectiva para llegar a la ciudadanía. Con las elecciones virtuales, sin poder hacer campaña, esto se va a intensificar. Los partidos tienen dos opciones: ahorrar el dinero o intentar movilizar al elector de otra forma. Una estrategia inteligente es gastar este dinero en el microtargeting, que consiste en tratar de llegar al lector que crees que te puede votar a través de estrategias en la web", explica el politólogo Toni Rodon.

Cada grupo ha adoptado su estrategia, sin embargo, todas las campañas tienen un denominador común: la intención de celebrar actos 100% digitales.

Ahora la gran pregunta es sí esta campaña atípica tendrá un impacto positivo en los resultados. La mayoría de los partidos coinciden en que les va a perjudicar ya que no van a poder tener contacto con la militancia. Sin embargo, el hecho de que los actos sean online puede fomentar la asistencia de votantes indecisos que en condiciones normales no asistirían a los mítines. "El coste de ir a un mitin de otro partido que no es el tuyo es elevado, en cambio, en el mundo online, puedo conectarme y de forma anónima ver el mitin. Quizás, la campaña online reduce este coste cognitivo, la gente se conecta y se puede llegar a movilizar a más indecisos", explica Toni Rondón.

Por eso, según los expertos consultados por NIUS, el objetivo principal en esta campaña no será tanto el electorado si no el mensaje en sí que se quiera transmitir. "Si el mensaje ya era simple en las otras campañas electorales en esta todavía se va a intensificar más. Los partidos van a apostar por mensajes cortos, muy llamativos y concisos para atraer rápidamente la atención del electorado", explica el politólogo.

Coincide con él Antoni Gutiérrez, asesor de comunicación en campañas políticas, quien asegura que ante el escenario actual los contenidos virales van a jugar un papel muy importante: "gran mayoría de la gente que se conecta es ya votante y activista, altamente politizados. Sin embargo, estos actos ayudan a generar contenidos, frases, imágenes, vídeos, que pueden ser usados para prensa, o en redes propias, así como compartidos por esos mismos activistas que participaron. Ese es el objetivo final de la campaña".

Gutiérrez insiste en que esta campaña beneficiará sobre todo a aquellos partidos que necesitan una amplia participación para lograr buenos resultados y Rondón añade que esta situación de pandemia pone en jaque la eficacia real de los mítines. "La gran pregunta es si realmente los mítines resultan eficaces. Para saber si funcionan tendríamos que observar las mismas elecciones sin mítines", señala el politólogo.

Sea como sea, quién ha acertado con la campaña se reflejará el día de las elecciones, el 14 de febrero, al saber los resultados. "Se trata de acertar con los mensajes, con el público objetivo al que ir a buscar y movilizar y con la cantidad de activistas que se ha conseguido para hacer campaña en sus círculos personales", concluye Gutiérrez.