Una fecha y una palabra persiguen a Ramón Serrano: 17/08/17, Ramblas. De hecho, flanquean la mascarilla negra que porta y le hacen recordar una pesadilla que comparte con centenares de personas: los atentados de Barcelona y Cambrils. "Yo subía por las Ramblas en autobús, con la línea 59, y me sorprendió el gesto de una pareja: el chico tiró de la chica del brazo y, de repente, vi cómo una furgoneta lo arrollaba todo, personas, quioscos..."
Ramón no sabía qué pasaba. Un estado de shock que lo paralizó durante dos, tres segundos, hasta que pidió a voces al conductor que abriera las puertas del autobús para auxiliar a la multitud de personas que yacían heridas en el suelo tras recibir los impactos del vehículo conducido por Younes Abouyaaqoub. Un escenario "brutal" que desbordó mentalmente a Ramón, a pesar de que la sangre nunca le había impactado antes. "Entre un chico que no conocía y yo pudimos sacar a tres personas de las Ramblas", explica Ramón, que aparece en un vídeo de los estragos provocados por el atropello masivo difundido en las redes y lo hace sin camiseta, cubriéndole la herida de la cabeza a una mujer que sangraba abundantemente.
El testimonio de Serrano continúa: "Pudimos sacarla de allí y, al volver, vimos a dos mujeres debajo del mobiliario de un quiosco, a una nos daba miedo tocarla porque no se movía y la otra sí que lo hacía, pero tenía la cara encharcada en sangre y la ayudamos". Al intentar volver a la famosa y concurrida vía de la ciudad condal, ya habían llegado los Mossos d'Esquadra, que no les dejaron acceder: "Nos dijeron que teníamos que ponernos a cubierto". De esta forma, y encerrados en un portal, pasaron más de cuatro horas mientras la policía catalana buscaba al presunto terrorista hasta que, a las 21:30 de la noche, pudieron salir.
De hecho, Abouyaaqoub ya estaba lejos del centro. Se infiltró entre la multitud que visitaba el Mercado de la Boquería, el mismo en el que la pareja de Ramón trabaja, para huir a pie y abandonar la ciudad tras robar un coche y asesinar a una decimoquinta persona a las afueras de la ciudad. Y a pesar de que Ramón ha vuelto al escenario del atentado tras los hechos, no es capaz de hacerlo otra vez: "Llevo dos años sin pisar las Ramblas, incluso a pesar de que mi mujer trabaja allí".
La de Ramón es una de tantas historias que esconde este atentado, a las que Silvia y Marta suman la suya. Paseaban por la Rambla y el atropello masivo las sorprendió comprando en una farmacia. En mitad del horror y del caos, con otras tantas personas refugiadas en el local, un hombre les dejó un niño bajo el encargo protegerlo; instantes más tarde, murió en sus brazos. Era Julian Cadman, el menor australiano de siete años que figura en la lista de fallecidos por los impactos de la furgoneta. Un episodio traumático y que, por el momento, no es suficiente a ojos del Ministerio de Interior para reconocerles la condición de víctima, como a Serrano.
A Ramón le embarga la indignación, la rabia y la impotencia al seguir el juicio contra los tres acusados por los atentados, los únicos implicados que siguen con vida y que, además, no participarían directamente en la ejecución de los ataques: fiscalía tan solo les acusa de formar parte de la célula yihadista que los ideó y los llevó a cabo. También se refiere al vídeo visionado en la sala y en el que aparecen los terroristas preparando explosivos y amenazando a los Mossos d'Esquadra: "Para mí es igual de culpable el que hace una bomba que el que la tira, cuando la haces, sabes que estás haciendo una bomba para matar a la gente".
"Después del juicio, espero que tanto los que han sido reconocidos como víctima como los que no lo hemos sido, nos sintamos satisfechos por el trabajo de la Audiencia Nacional y que se castigue a los culpables", concluye Ramón. De hecho, la decisión del magistrado será clave para reconocer como tal a los centenares de afectados. Las cifras oficiales hablan de 16 personas fallecidas: 15 en Barcelona y una en el atropello en el paseo marítimo de Cambrils por cinco miembros más de la célula yihadista. En total, el auto de procesamiento incluye a 186 afectados, entra las que se incluyen las víctimas mortales, por lo que contempla 170 personas con heridas físicas o afectación psicológica. No obstante, la UAVAT (Unidad de Atención y Valoración a Afectados por Terrorismo), que no ha conseguido contactar con todas ellas, asesora a más, a 217 personas.
A muchos de los afectados que lleva la UAVAT, el Ministerio de Justicia no les ha permitido personarse en el juicio que arrancó el martes 10 de noviembre: tan solo pueden hacerlo 73 de un total de 114 de personas que comparecerán como afectados. El abogado asesor de la plataforma y superviviente del atentado de ETA en el Hipercor de Barcelona en 1987, Robert Manrique, no sabe cuántas personas han recibido ya el reconocimiento oficial de víctima ya que Interior espera a que haya sentencia firme para hacerlo, según explica. En este sentido, pone el ejemplo de una afectada que no puede beneficiarse de la exención del pago de tasas universitarias, algo previsto por el reconocimiento de víctima, porque la Audiencia Nacional no ha tomado aún una decisión.
"Hemos localizado a muchas personas afectadas psicológicamente con, por ejemplo, estrés postraumático y a algunas se les ha negado el reconocimiento con argumentos tan surrealistas que ni la máxima expresión de Salvador Dalí", asegura Manrique, que lamenta el ejemplo de Javier Martínez, el padre de Xavi, asesinado en las Ramblas con tres años: "Él no es víctima de terrorismo porque no estaba allí, pero perdió a su hijo" en el atentado, con el consecuente impacto psicológico.