Cuba está viviendo los peores disturbios en sus calles desde hace décadas. Las protestas multitudinarias en La Habana por la situación económica y el aumento de contagios de coronavirus se han trasladado al debate político en España. Las profundas relaciones entre los dos países asentadas en vínculos históricos, económicos y afectivos avivan la polémica. Nadie del Gobierno ha pronunciado la palabra dictadura contra el Ejecutivo del cubano Miguel Díaz-Canel en una consigna que marcó Pedro Sánchez y que han seguido disciplinadamente todos sus ministros.
La oposición, con el PP al frente, tiene un nuevo caballo de batalla contra el Gobierno. Ha visto otra oportunidad de ataque para ahondar en las diferencias entre los socios del Gobierno y arremeter contra el PSOE por no condenar una dictadura. "Señor Sánchez repita conmigo, Cuba es una dictadura", le ha espetado Pablo Casado que acusa al presidente de "inmoral". Para los populares, Podemos le "marca el paso". Cuba, como arma arrojadiza nacional, como en otros momentos es Venezuela.
El tema es resbaladizo y entran en juego las siempre complejas relaciones diplomáticas. Además, contrasta la beligerancia contra el régimen cubano cuando se está en la oposición, con posturas más tibias cuando se asume el poder. El ejemplo más palmario lo ha protagonizado Casado que ha cargado contra "la radicalidad" de la vicepresidenta Yolanda Díaz al recordar un tuit que escribió cuando Fidel Castro murió en 2016. En gallego, Díaz decía que Castro era "uno de los imprescindibles del siglo XX". Acompañaba su texto con el lema revolucionario "hasta siempre comandante".
Ese mismo día el que fuera presidente del Gobierno del PP, Mariano Rajoy, también publicaba un tuit donde además de expresar las condolencias a las autoridades cubanas, admitía que Fidel Castro era "una figura de calado histórico".
Otros líderes populares como Manuel Fraga o el propio José María Aznar se fotografiaron con Castro en La Habana. Aunque fue bajo el mandato de Aznar cuando las relaciones vivieron sus momentos más tensos. El presidente promovió que la Unión Europea aprobase la llamada "posición común" que condicionaba las relaciones a los avances democráticos y en derechos humanos.
Las manifestaciones de estos días en Cuba han colocado al Gobierno en una posición incómoda donde ha tenido que hacer equilibrios. Horas después de tomar posesión, el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, emitió un comunicado y escribió un tuit. Todavía no ha hecho una declaración pública. Exigió respeto al derecho de los cubanos a "manifestarse libre y pacíficamente" y pidió al régimen "incrementar el ritmo de las reformas". Más tarde, en el estreno de la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, se le preguntó si Cuba era una dictadura. "España es una democracia plena que defiende la democracia, los derechos y las libertades" fue su respuesta.
Por la noche, Pedro Piqueras le hizo la misma pregunta al presidente en una entrevista en Telecinco. "Cuba no es una democracia, no lo es", contestó Sánchez rehuyendo afirmar que era una dictadura y marcando la línea estratégica de Gobierno. A partir de ahí, todos sus ministros han ido detrás. María Jesús Montero, Teresa Ribera, Reyes Maroto y hasta Nadia Calviño.
La vicepresidenta económica, nada sospechosa de hacerle el caldo a Podemos, tampoco ha querido meterse en ese charco y ha reivindicado que no aporta nada para solucionar la situación del pueblo cubano poner "etiquetas a las cosas".
Las dos mujeres con más poder en Unidas Podemos, la vicepresidenta Yolanda Díaz y la secretaria general del partido y ministra Ione Belarra, también han eludido decir que Cuba es una dictadura pero han renunciado a declaraciones maximalistas que pudieran poner en un aprieto a Sánchez. Díaz ha subrayado que los estándares sobre lo que es democracia los marca Naciones Unidas y Belarra destaca que "hay que levantar el bloqueo y el embargo" que hay sobre la isla.
El ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha optado por el silencio a pesar de haber mostrado en más de una ocasión públicamente su simpatía con el régimen castrista. En 2012 escribió un tuit que borró cuando su nombre sonó para ministrable en el que reivindicaba que "el único país cuyo modelo de consumo es sostenible y tiene un desarrollo humano alto es Cuba".
Todos miden sus palabras y optan por la cautela. España quiere seguir siendo un interlocutor con Cuba y no arriesgarse a abrir un conflicto diplomático con un país donde hay intereses económicos en juego.
Según la Secretaría de Estado de Comercio, dependiente del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, las inversiones españolas en Cuba en 2018, el último año donde se registran datos, ascendían a 418 millones de euros. Están concentradas en la industria del tabaco, los servicios de alojamiento, el comercio y los servicios financieros. Cuba representa el 55º país en el ranking de inversiones de España en el exterior.
En cuanto a las exportaciones, en 2020 ascendieron a 592,5 millones de euros, convirtiendo a nuestro país en el tercer proveedor de la isla. Maquinaria, suministros para la agricultura, hostelería, materiales de construcción, repuestos para automóviles, alimentos. Como dice la web oficial "España vende de todo a Cuba".