Pedro Sánchez lo ha dicho varias veces: “Tenemos por delante 1.400 días, 200 semanas.” Quizá a alguno le pueda sorprender esa manera de medir el tiempo. Quien conozca a Iván Redondo, sin embargo, esbozará una sonrisa.
Redondo va a mandar todavía más en esta legislatura. Va a ser el interlocutor entre el PSOE y Podemos. Asume bajo su comité de dirección, el Departamento de Seguridad Nacional, los departamentos de asistencia al presidente, los asuntos nacionales, institucionales, internacionales, comunicación con los ciudadanos, la secretaría general de Presidencia y la oficina económica del presidente. Y además de todo eso asumirá el reto de crear la primera Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de País a Largo Plazo. Es decir, diseñar la España de dentro de 30 años, ahí es nada.
Cuando llegó a La Moncloa, Sánchez comentaba en privado que se había visto sorprendido por la capacidad que tiene un Gobierno que para hacer cosas: “Esto es un Ferrari, no sé cómo Rajoy no lo ha usado más y mejor.” El presidente es un convencido de las capacidades del poder ejecutivo y quizá por eso no teme demasiado su debilidad en el legislativo.
A lo mandos del Ferrari va a estar Redondo. Va a manejar la distancia corta y la mirada larga. Asume el poder del análisis y de la comunicación. Y hoy todo en política es comunicación. Lo sabe muy bien él y el vicepresidente segundo. Tener miembros de diferentes partidos en el Gobierno, gente de procedencias y formaciones diversas y con objetivos a veces contrapuestos (unos querrán gastar y otros frenar el gasto), provocará no pocas tensiones. Redondo va a tener mucho trabajo.
Para preparar el terreno el presidente ya ha acuñado una frase: “Este Gobierno tendrá muchas voces pero una sola palabra.” La frase fue repetida por Iglesias, bendiciendo el planteamiento. Es decir, nada de dar espectáculos en público, que os conozco…
Todo eso está muy bien, pero ¿cómo conducir ese Ferrari a buena velocidad, sin salirse de las curvas y sin que los que van dentro molesten? Redondo tiene un plan de 200 semanas. Para el gran consejero del presidente, el tiempo en política se mide por semanas. El las concibe como una competición. Va marcando en negro las semanas ganadas y en rojo las semanas perdidas. Eso te va dando una perspectiva de cómo va tu evolución como Gobierno. Su reflexión es clara: a veces vas perdiendo y no sabes bien por qué. Probablemente es porque has perdido muchas semanas y la imagen que tienen los ciudadanos de ti se ha ido socavando.
Redondo quiere ir ganando la partida semana a semana y para ello tiene que ir ganando día a día. Eso le obliga a llevar la iniciativa, algo que siempre ha considerado fundamental en política. “Si dejas que tus oponentes lleven la iniciativa, estás perdido.” Desde que llegó a La Moncloa tenía una idea en la cabeza: modificar los ritmos administrativos de cómo transcurren los asuntos en el Gobierno. Para lograrlo es imprescindible cambiar el día en que se reúne el Ejecutivo. La reunión del Consejo de los viernes quita toda capacidad de liderazgo al Ejecutivo. La medidas se pierden en el fin de semana, las palabras apenas tiene hueco en los informativos, que son los menos vistos de la semana porque la gente está disfrutando de su tiempo libre. El viernes es un mal día para la comunicación y por tanto para la política.
Por eso Redondo quería adelantar el Consejo. El Gobierno quiere marcar el paso poniendo su reunión los martes. Quiere que se hable de lo que decida y quiere decidir sobre lo que se habla. Marcar la agenda, se llama. “Gobierno de acción, sin descanso, que vaya por delante de los problemas”, ha dicho a las claras Sánchez.
El presidente terminó su primera intervención dirigiéndose a los periodistas. Les ha venido a pedir perdón a su manera. Ha calificado las últimas semanas como “etapa peculiar y compleja que requería prudencia y discreción.” Es decir, a partir de ahora va a ser todo lo contrario. Os vamos a necesitar y mucho para ganar la mayoría de las 200 semanas.