No todo fue un intercambio de cuchillos en la investidura fallida. También hubo lugar para los chistes; sus correspondientes risas; los juegos de palabras; las metáforas. Un buen menú de recursos y retórica política que, en la oratoria, fue dejando desde un ‘Gobierno de lentejas’ hasta un ‘elefante’ de la corrupción.
Hubo lugar para la gastronomía, con los “exquisitos perretxikos” de Aitor Esteban (PNV), así como para la música, con un Albert Rivera empeñado en reiterar que Pedro Sánchez tenía una “banda”, aunque no se refiriese precisamente a una sinfónica. No obstante, el portavoz del PNV, siempre preparado para estas lides, aprovechó esa ocasión para invertir los puestos y asegurar que a quien él imaginaba en una “banda”, y “de mariachis”, era al propio Rivera, “dando siempre la nota desde la tribuna y la serenata desde el escaño”.
Y así, dirigidos en notas y claves de humor, los ataques políticos se entienden, y hasta se sonríen.