Cualquier ciudadano que se levanta por la mañana y accede a los medios de comunicación se encuentra a diario con miles de artículos, cientos de comentarios y decenas de opiniones contrarias al Gobierno. En España, desde tiempos de Tip y Coll, “hablamos del Gobierno” con fluidez y relajo, normalmente para criticarlo. “Piove, porco goberno”, reza el dicho italiano. La afición por criticar al Gobierno de turno ha sido siempre un sano ejercicio que nos recuerda a diario que estamos en una democracia.
Obviamente, las criticas son de todo pelaje. Las hay fundadas e infundadas, exageradas y atinadas, calmadas y furiosas, con gracia y sin ella. Se llama pluralismo y libertad de expresión. Quien las oye no tiene por qué estar de acuerdo, aunque tradicionalmente buscamos los medios que refuerzan nuestras opiniones.
En esa jungla mediática siempre hubo un respeto a la veracidad. Las noticias se podían adornar más o menos, pero no se inventaban. Claro, iban dentro de un artículo que llevaba una firma y en un medio con una cabecera que se jugaba su prestigio. Periódicos, radios y televisiones se ceñían a lo ocurrido en lo fundamental y lo interpretaba cada uno a su manera.
Sin embargo, el panorama ha cambiado. El tradicional periodismo de confirmar las noticias sobrevive en un mundo que cada vez le exige más velocidad en la publicación, más intención en los titulares, más retorcimiento de los enfoques y más originalidad en los contenidos. Hasta ahí todo bien. Nada que no viéramos en la Primera plana de Billy Wilder.
Pero a alguien se le ocurrió que se podían lanzar noticias falsas en medio de ese océano de información y colarlas como verdaderas. El anonimato en redes sociales le amparaba. Se trata de noticias sin firma o con firma falsa de cabeceras desconocidas pero que te llegan a través de mensajes personalizados a tu móvil con apariencia de veracidad. ¡Quién va a sospechar de algo que me comparte un amigo o mi red social preferida! Quienes ya han comprobado que ese tipo de comunicación funciona, han empezado a pensar que pueden hacer campañas desestabilizadoras e influir en la política de cada país. Casos como los vividos en las elecciones de 2016 en Estados Unidos con las injerencias rusa o de Cambridge Analytica son los más conocidos.
La Unión Europea, a través de su Plan de Acción contra la desinformación ha empezado a recopilar este tipo de actuaciones y a diseñar una estrategia para hacerle frente. En los países miembros han ido tomando decisiones en respuesta a esta iniciativa y en España el encargado de hacerlo es el Departamento de Seguridad Nacional que dirige el general Miguel Ángel Ballesteros. Lo que se quiere hacer es crear un Foro de desinformación al igual que con anterioridad se creó un Foro de ciberataques. ¿Y quién estaría en ese foro? En la orden hecha pública por el Gobierno esta semana no quedaba claro, pero ayer ya aclararon que estarán presentes miembros de los medios de comunicación, verificadores de información, expertos y académicos.
Lo que se busca en ese foro es identificar las campañas de desinformación. Y se recalca la palabra campañas. No se trata de que alguien publique una noticia o un meme satírico. Se trata de detectar una organización que haya decidido dirigir un bombardeo informativo con noticias falsas con un fin desestabilizador.
¿Se puede usar ese foro como un tribunal censor o un ministerio de la verdad? Desde luego, nada lo indica. A veces hay que recordar lo obvio, pero España es un país democrático con unos estándares altísimos de cumplimiento en libertades y derechos, miembro en la Unión Europea y sujeto a las normas internacionales más exigentes. No, España no es una república comunista bolivariana en la que el Gobierno puede hacer cualquier tropelía.
Dicho todo esto, la comunicación que el Gobierno ha realizado en este asunto ha generado una alarma innecesaria y no todo se puede achacar a la susceptibilidad de los medios de comunicación. El propio Gobierno reconoce que ha de ser humilde y mejorar en su comunicación exterior, pero de ahí a pensar que el Gobierno de España va a censurar cada día las informaciones que le parezcan mal, va un abismo. Así que podremos seguir haciendo ese ejercicio tan sano que es criticarle, incluso por esto.