"El PP lo fundó un gallego, el presidente Fraga. Después tuvimos un presidente castellano, Aznar. Luego otro gallego, el presidente Rajoy. Ahora otro castellano, el presidente Casado…". ¿Será ahora otro gallego, Alberto Núñez Feijóo? Lo decía el pasado 5 de febrero el propio presidente de la Xunta en un mitin de Zamora. "Esa alternancia nos ha ido muy bien", aseguraba Feijóo cuando era impensable que Casado estuviera en sus últimos días como líder del principal partido de la derecha y de que los dirigentes del PP miraran a Feijóo como el salvador ante la mayor crisis del partido en tiempos recientes.
Cuando se despeje la polvareda que ha levantado la explosiva crisis que ha vivido el PP, el 'dinosaurio' seguirá ahí: si el PP quiere llegar al Gobierno, tendrá que pactar con Vox. Un dilema al que se deberá enfrentar Alberto Núñez Feijóo (Ourense, 1961) si finalmente se convierte en el presidente del PP.
No será su único reto: ¿Cómo manejará a Isabel Díaz Ayuso? ¿Se abrirá a pactos con el PSOE? ¿Tal vez la renovación del Gobierno de los jueces? ¿Moderará las críticas del PP al reparto de los fondos europeos? ¿Abogará por una gran coalición con los socialistas?
En política, no hay nada escrito, pero la trayectoria y la ejecutoria de Núñez Feijóo dan pistas. Galicia es un territorio libre de Vox. El partido de Santiago Abascal no tiene ningún diputado autonómico en el Parlamento gallego. Feijóo, que con cuatro mayorías absolutas consecutivas gobierna la Xunta desde 2009, siempre ha marcado distancias con Vox en sus declaraciones públicas. En 2019 calificó a la formación como de "extrema derecha". En 2020 dijo que no tenía ninguna "intención de pactar con Vox" porque era un partido que estaba en contra de Galicia.
En Galicia le ha funcionado la estrategia de trazar una frontera muy clara entre los dos partidos. "No darle ni un milímetro de margen a Vox", dice el politólogo gallego Antón Losada que considera que en Madrid hará lo mismo, "hacer un discurso claro de que votar al PP no es lo mismo que votar a Vox". En la misma línea, Fran Balado, periodista de La Voz de Galicia y autor de la biografía El viaje de Feijóo, El viaje de Feijóoel niño de aldea que nunca perdió unas elecciones, apunta a que el presidente de la Xunta "no estará pendiente continuamente de lo que haga Vox por miedo a la encuesta del fin de semana", como sí hacía Casado.
La primera prueba de fuego será Castilla y León. Alfonso Fernández Mañueco tendrá que decidir si por primera vez Vox entra en un gobierno autonómico. Feijóo no ha sido claro. Primero apeló a la abstención del PSOE, después defendió que su compañero pudiese "hablar con todos", pero evitó citar expresamente a Vox. Losada cree que intentará quitarse esa presión de encima y dejará a Mañueco gestionar sus pactos.
En eso mantiene diferencias profundas con la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso que gobierna en Madrid con el apoyo externo del partido de Abascal y no tiene ningún problema en llegar a acuerdos. Con ella también tendrá que lidiar, pero los que conocen bien a Feijóo coinciden en que la batalla que mantuvo Casado por el control del PP de Madrid no es su guerra. El gallego es consciente de que el partido no puede prescindir de su mayor activo electoral.
"El PP de Feijóo será muy parecido al PP de Rajoy", afirma rotundo Antón Losada. Un partido con una visión menos madrileña de la política donde tendrán mucho poder de decisión los barones territoriales que son los que le están aclamando. Destaca el "pragmatismo" del presidente gallego, al igual que el de Mariano Rajoy: "Feijóo va a entender el PP más allá del centralismo de Madrid", coincide Balado y recuerda que también Rajoy era partidario de modular el mensaje del partido según el territorio.
Una de las grandes incógnitas que se plantea cuando Feijóo aterrice en Génova es si cambiará su relación con el Gobierno de Pedro Sánchez después de dos años en los que Pablo Casado ha practicado una estrategia de oposición frontal. El PP respaldó inicialmente los estados de alarma, pero a partir de la cuarta prórroga osciló entra la abstención y el voto en contra, rechazó la reforma laboral pactada con empresarios y sindicatos, ha puesto en duda en Bruselas la gestión de los fondos europeos y mantiene bloqueada la renovación del CGPJ.
Feijóo, que admite haber votado al PSOE en 1982, siempre ha sido partidario sobre el papel de llegar a grandes acuerdos de Estado entre los dos principales partidos de España, pero una cosa es decirlo desde la tranquilidad de la mayoría absoluta en una comunidad y otra practicarlo con tu principal rival electoral. Hay que tener en cuenta además que la legislatura entra en su segunda fase y estamos en periodo electoral hasta 2023.
Algunos socialistas además están poniendo en duda el perfil "moderado" que acompaña a Feijóo y le reprochan que haya desmantelado servicios en la sanidad pública, privatizado algunos sectores o recortado en personal. Es "muy de derechas", sostienen algunas fuentes que dudan de que se vaya a distanciar de Vox. "Os vais a enterar de quien es Feijóo", dicen que les trasladan sus compañeros gallegos.
"No es un ultraliberal, pero es un conservador", señala Losada que destaca la capacidad del presidente gallego para "adaptarse a sus interlocutores" y comparte una opinión extendida en Galicia de que ha salido "enormemente reforzado" tras la gestión de la pandemia. Feijóo ha liderado en primera persona la dirección de la crisis y Galicia ha sido líder en vacunación y una de las comunidades con menor incidencia.
Una de las sombras que persigue a Alberto Núñez Feijóo es su pasada amistad con el narcotraficante gallego Marcial Dorado, un capo de la droga que cumple condena desde 2009 . Una foto de los dos en un yate en 1995, publicada por El País El Paísen 2013 le persigue desde entonces.
Feijóo ha admitido su relación pero siempre ha negado que conociese las actividades ilícitas de Dorado. "Yo asumo mi biografía", le dijo a Jordi Évole. El escándalo no le ha pasado factura en las urnas, pero sus adversarios se lo recuerdan continuamente.
Feijóo, que empezó en política de la mano de José Manuel Romay Beccaría, hizo carrera con José María Aznar en Madrid y fue vicepresidente con Manuel Fraga antes de batir su récord de mayorías absolutas, ya sonó como sucesor de Mariano Rajoy en 2018 tras el mazazo de la moción de censura.
Aquel mes de junio todo el partido, como ahora, miró hacia él. En la rueda de prensa en la que estaba previsto que diese el paso adelante, Feijóo dijo que no. Renunció a dar la batalla por el liderazgo con el argumento de que estaba comprometido con los gallegos hasta 2020.
Fran Balado, en su biografía, revela que ese día Feijóo llevaba dos discursos preparados, uno para aceptar el envite y otro para seguir en Galicia. Fue una sorpresa que agitó la vida política. La razón principal, según el periodista, es que "Rajoy no le puso la alfombra roja, no le dijo quiero que seas tú" y Feijóo no estaba dispuesto a someterse a una batalla interna de primarias.
Ahora, nadie duda de que dará ese paso. ¿Cuándo? "Va a esperar a que acabe el derramamiento de sangre", destaca Antón Losada. Feijóo quiere ser respetuoso con los tiempos, con los procedimientos y con el reglamento. "Quiere evitar la sensación de que ha dado un golpe de Estado", afirma.
Para Balado, uno de los rasgos principales del gallego es que "nunca da un paso en falso" y mide al extremo sus tiempos. "El que tiene que decidir si se presenta soy yo", dijo esta semana, de madrugada, a las puertas de Génova, después de que Casado renunciase a presentarse al congreso y le diese vía libre. Si finalmente da el paso y se sube al tren de Galicia con destino a la capital, empezaremos a ver cómo responde Alberto Núñez Feijóo a la olla a presión política que es la Villa y Corte de Madrid.