El silencio, en ocasiones, grita. Ocurre en la dirección de Podemos. Ni Iglesias ni su entorno han pronunciado una sola palabra sobra la última crisis del partido provocada, a golpe de Telegram. Si quien calla, otorga, Pablo Iglesias seguiría apoyando -de momento- a Íñigo Errejón. Que ante las dudas, se ha apresurado a presentar su candidatura para presidir la comunidad de Madrid, día y medio antes de que terminara el plazo. Y le ha ofrecido, sin éxito, participar en una lista “de unidad” a Ramón Espinar -del entorno de Iglesias y como él, hoy, mudo- y a la portavoz de la Asamblea de Madrid, la anticapitalista Lorena Ruiz Huerta, que ha hecho de todo, menos callarse. Muy crítica con pablistas y errejonistas, Ruiz Huerta ha rechazado tanto ir en la lista de Errejón, como presentar su próxima candidatura, apenada, explica, por el rumbo que está tomando Podemos “por el camino de convertirse en un paritido tradicional”. La protagonista involuntaria de la última y grave crisis interna del partido, Carolina Bescansa, también da un paso atrás, pero por otros motivos: rechaza “agradecida” ir en la lista de Errejón, y se retira del foco ante el caos creado, supuestamente, “por su equipo”; que filtró un documento –borrador, explica ella- que recoge un plan “Errejón-Bescansa” para arrebatarle al poder a Iglesias… aunque ninguno de los dos lo asume como propio. Muda, insisto, ha quedado hoy la dirección.