Pablo Casado salió triunfador de la moción de censura de VOX. Parecía que iba a ser el derrotado, pero logró un giro inesperado de guión para pasar brillantemente de víctima a asesino. Esperaba el típico discurso en el que se centrara en criticar a Sánchez y soslayara el no a VOX para que pasara casi inadvertido, pero fue todo lo contrario. “Hasta aquí hemos llegado”, espetó a Abascal. No fue eso lo peor, sino que le dedicó ataques personales e incluso hizo mención a algo que en los partidos de derechas es la mayor ofensa: “El PP ha pagado un tributo de sangre que ahora pisotean personas como ustedes”. ¡Boom! Esa es una ofensa grave y así se la ha tomado Abascal. Casado desempolva el “traicionar a los muertos” que Rajoy afeó a Zapatero y del que tanto se ha escrito. Una nueva versión destinada en esta ocasión a un partido más a la derecha.
Con un discurso de ruptura como ese, Casado ha dado un golpe al tablero político y ahora las fichas se han de recomponer. La primera reacción fue la de Pablo Iglesias. Subió a la tribuna a ejercer su papel de profesor en Ciencias Políticas para hacer una atinado análisis del momento. Dio la bienvenida a Casado al bloque que aísla a VOX y le pidió que diera un paso más y rompiera definitivamente con ellos en las comunidades donde gobiernan en colaboración, así terminaría por erigirse como el nuevo Maura. Pero Casado, obviamente no llegó a tanto. Una cosa es romper la relación y otra disolver la sociedad que nos da de comer.
¿Cómo hemos de interpretar entonces la situación política después del ‘casadazo’? Hagamos memoria. ¿Se acuerdan de cómo se llevaban Sánchez e Iglesias antes de las elecciones? Les ahorro la abrumadora cantidad de citas que reflejan su enemistad y lo reduzco a dos ejemplos: Iglesias: “El problema es Sánchez. Sánchez: “No dormiría tranquilo” si gobernase con Iglesias.
Ambos pusieron fin a su enemistad con un abrazo y un pacto de Gobierno y ahora se aplauden mutuamente sus intervenciones en el Congreso de los Diputados.
Casado tenía una relación muy distinta con Abascal. Ambos compartieron partido y vivencias, bebieron en las mismas fuentes y simplemente eligieron caminos diferentes. Abascal no encontró su sitio en el PP y buscó un hueco a la derecha usando las artes políticas que llevaron a Trump a su insospechado éxito. Casado, sin embargo, sí prosperó en el partido y le ganó el pulso a Soraya Sáez de Santamaría aprovechando el desgaste del ‘marianismo’. De esos días, es la foto-trampa de Colón con Casado, Rivera y Abascal peleando por ser los más ‘antisanchistas’. Rivera se cayó de la foto como San Pablo del caballo y abandonó la partida. Casado tiene la foto escondida en un cajón y no le gusta que se la recuerden.
Después de aquello, el PP se vio metido en un fuego cruzado electoral entre Cs y VOX que le diezmó y le mandó a la oposición con los peores resultados de su historia. Esa pinza redujo su peso político pero le permitió gobernar en Andalucía, cosa que antes era impensable. Casado entendió en ese momento que VOX era necesario y que la postura del cordón sanitario al partido verde no iba con él. Ese coqueteo ha durado hasta que la moción de censura contra Sánchez le ha obligado a decidir: ¿truco o trato? Ha elegido truco.
El PP a partir de ahora ya no es el partido que Sánchez ubica fuera de la Constitución por bloquear la renovación del CGPJ. A partir de ahora nada en aguas templadas del centro y se enfrenta públicamente con VOX. Solo le ha faltado decir a Casado que no dormiría tranquilo si gobernara con Abascal. El enfrentamiento táctico entre ambas formaciones le puede dar muchos más réditos cara al futuro porque les amplía la base. Casado ahora amenaza el lugar que había conquistado Arrimadas y eso puede ser letal para los naranjas si el PP juega bien sus bazas. Ahí está el truco. Casado y Abascal pueden jugar a ser Sánchez e Iglesias para terminar sellando un acuerdo postelectoral con un abrazo que olvide las rencillas abiertas esta semana. Tal vez hayan leído “El arte de la guerra”: "Cuando se está cerca, se debe parecer lejos, cuando se está lejos, se debe parecer cerca. Se muestran carnadas para incitar al enemigo. Se finge desorden y se lo aplasta”. Yo que Sánchez e Iglesias, no estaría tan contento con el viraje de Casado. Yo que Arrimadas, estaría atenta. Van a por ella.