Y contra todo pronóstico, Cataluña entra en campaña electoral. Lo hace la medianoche de este jueves al viernes, tras semanas de idas y venidas en las que la comunidad ha pasado de posponer los comicios al Parlament hasta finales de mayo para volver de forma provisional al 14 de febrero, bajo la amenaza de una tercera ola de la pandemia disparada y entre un mar de dudas sobre cómo deben celebrarse los mítines.
Las formaciones se comprometían la mañana de este frenético jueves a "adaptar sus actos a las medidas y restricciones de cada momento", en palabras de un Bernat Solé, el conseller encargado de procesos electorales, que ha evitado aclarar si los votantes pueden romper el confinamiento municipal para asistir a un mitin. Una falta de certezas traducidas en actos con aforo limitado bajo previo registro 'online' y retransmitidos por internet, como los de este jueves, alejados del calor de las grandes plazas, con mascarilla y manteniendo distancias.
Illa (arropado por Sánchez), Aragonès, Borràs y el resto de candidatos han ofrecido un avance hoy de lo que deparan las próximas semanas de campaña en pandemia. A la mayoría de actos han asistido miembros de los partidos y se han celebrado en sedes, teatros, salas de conferencias o incluso desde azoteas. El turno lo abría cerca de las 18h el presidente del Gobierno para dar su apoyo al exministro de Sanidad, cuya candidatura sacudió el tablero de la política catalana a finales de diciembre. Y lo hacía a grito de "¡basta ya!" a una "década perdida", convencido de celebrar el 14-F ("¡que el virus no nos robe el derecho a votar!", ha insistido) para aprovechar el 'efecto Illa', que ha llevado al PSC a liderar los barómetros.
"El 14-F saldremos a ganar, el PSC está fuerte, unido, tenemos proyecto para transformar Cataluña, cuento con todos vosotros", ha agregado desde la sede del partido Illa, cuyo discurso está mutando hacia un tono más reivindicativo y alejado de aquellos más sosegados que pronunciaba amparado bajo la cartera de Sanidad.
Más imaginación le ha echado Ciutadans a una campaña "un tanto extraña" como ha reconocido Inés Arrimadas tras un paseo en el teleférico de Barcelona. Desde una azotea, Carlos Carrizosa ha tratado de minimizar el batacazo que dedican todas las encuestas a su grupo tras ser el más votado en 2017 con la candidatura de Arrimadas. Ahora, después de tres años de confrontación en solitario a los socios de Govern, la formación naranja ha ablandado su discurso y está abierta a una coalición constitucionalista: "Esta es una grandísima oportunidad para dar la vuelta a la política catalana y evitar un pacto entre el PSC y ERC", ha prometido Carrizosa mientras caía la noche sobre la ciudad condal.
Esquerra Republicana reclamaba pasadas las 19h la presidencia del Govern para Pere Aragonès y lo hacía con la vista puesta en su rival Salvador Illa. De hecho, quiere evitar por todos los medios que el exministro de Sanidad convierta la Generalitat "en un despachito de la Moncloa" y así lo ha expresado compartiendo acto con la secretaria general del partido Marta Rovira (vía telemática desde Suiza) o el president del Parlament Roger Torrent.
A la misma hora comenzaba su mitin Junts per Catalunya. Los del grupo de Carles Puigdemont y Laura Borràs han coincidido con los republicanos al situar la pretendida República catalana como objetivo y al dejar 'recados' a Illa aunque, en su caso, han dedicado más espacio al exministro. De hecho, el expresident lo ha calificado como "el peor ministro de toda Europa" y la candidata lo ha acusado de hacer "chantaje con el reparto de las vacunas". Asimismo, se han postulado como la única opción para "salir de esta crisis, ser libres y tener las herramientas para construir el futuro" de Cataluña.
En los actos de campaña de los respectivos grupos podrán participar Junqueras y el resto de presos del 'procés' en un nuevo giro de guion a la altura de los mejores directores del cine de suspense (y propio de la política catalana). La Secretaría de Medidas Penales del Departament de Justicia ha aceptado la propuesta de las juntas y, a partir de este viernes, Junqueras, Forn, Romeva, Rull, Turull, Bassa y 'los Jordis' (todos excepto la expresidenta del Parlament, Carme Forcadell) vuelven a disfrutar del tercer grado. Un anuncio para el que la Generalitat ha apuntillado: "Todos conservan el derecho de manifestación y participación política".
Los grandes beneficiados de este movimiento presumiblemente serán los republicanos. ERC gana así su principal valor, el mayor símbolo de la "represión" y líder del partido por delante de Aragonès, cuyo grupo tratará de rentabilizar la llegada a tiempo del tercer grado de los presos para ampliar su ventaja frente a Junts. Las opciones de victoria republicana frente a los de Puigdemont pasan también por la campaña que haga Junqueras. Los nombres de Rull, Turull o Sánchez no dan las mismas garantías a Borràs, que mantiene su tercera posición en el último barómetro del CIS frente a ERC en segundo puesto.
Desde un hotel cercano a la azotea elegida por Arrimadas, Pablo Casado ha exhibido el lema "una Cataluña mejor", con el que ha marcado el terreno del campo de juego en el que se moverá el candidato de los populares, Alejandro Fernández. Sin hacer apenas mención al 'procés', que no cotiza en la campaña que ha diseñado Génova para el Partido Popular Catalán, tratarán de vender gestión y arremeter contra el PSC y Vox, marcados a fuego como enemigos políticos. Casado ha llegado a decir que no le importa "que ondeen la senyera, la bandera rojigualda o la estelada en el balcón" porque lo que quieren los votantes es "una Cataluña mejor".
El resto de presidenciables, Jéssica Albiach (En Comú Podem), Dolors Sabater (CUP), Àngels Chacón (PDeCAT) e Ignacio Garriga (Vox) han seguido los movimientos esperados. Mientras que los comunes han puesto en valor un pacto de izquierdas como alternativa al "desgobierno" de los independentistas, los antisistema esperan entrar en el Parlament "para desbordarlo". Por su parte, los posconvergentes separados de Junts se han comprometido a trabajar por "un modelo de país" hacia la independencia mientras que la formación de Abascal ha apostado por "acabar con la mafia separatista".
Pero el esfuerzo podría quedarse en nada. La carrera a la presidencia de la Generalitat ha empezado sin certeza de que las elecciones se celebren finalmente el 14 de febrero. El Tribunal Superior de Justicia catalán debe resolver todavía el fondo de los recursos presentados contra su aplazamiento al 30 de mayo y por los que ha aceptado mantener la primera fecha convocada por Aragonès.
La campaña arranca, sí, pero de forma provisional hasta que los magistrados ratifiquen la convocatoria original de los comicios, por lo que la comunidad continuará con su proceso electoral. No obstante, está en manos de la Justicia que la campaña se suspenda, el 'efecto Illa' se difumine, el tercer grado de Junqueras pierda efecto, las candidaturas deban volver a presentarse y los votos por correo y las papeletas impresas acaben en la basura. Y con ello, 30 millones de euros destinados a la organización del 14-F.
Fuentes del tribunal aseguran tener presente el calendario electoral y la sala trabaja por resolver el asunto cuanto antes. Precisamente, han puesto una fecha máxima para hacerlo: el 8 de febrero, una semana y media después del inicio de campaña y a seis del 14-F.
La misma interlocutoria por la que el TSJC decidió mantener las medidas cautelares y dejar vivo el 14-F añadió aclara que la evolución de la pandemia y de su gestión podría provocar "cambios sustanciales de aquí al 14 de febrero que puedan justificar otra decisión de las autoridades competentes".
De hecho, los cálculos del Govern prevén que el pico de contagios de esta prolongada tercera ola se dé lugar durante la campaña. También que las UCI lleguen a su máxima ocupación la misma semana de las elecciones, con hasta 900 pacientes en camas de graves o críticos. Por ello, ni siquiera lo que resuelva el tribunal podría ser definitivo, ya que una pandemia desbocada podría llevar al Govern o a replantearlo todo o al Gobierno a instaurar un estado de alarma más restrictivo que deje sin efecto la decisión del TSJC.
Mientras tanto y a medida que se acerque el domingo electoral, los candidatos van a tratar de pasar de puntillas sobre ello para no atizar el miedo que sienten muchos electores y miembros de mesas electorales a acudir a votar o a recibir multitudes de electores: a ninguno le interesa una alta abstención.
Este artículo ha sido elaborado con información de diferentes equipos de NIUS.