Las elecciones de este domingo en Castilla y León han dejado claro que la sangría de votos continúa en Ciudadanos y que su candidato, Francisco Igea, pese a que ha conseguido renovar su escaño por Valladolid, no ha logrado poner un torniquete en la herida que se abrió en el partido tras las generales de noviembre de 2019. Con el 78,18% del voto escrutado, la formación naranja consigue una exigua representación y pasa a la irrelevancia, sin grupo parlamentario.
En todas las elecciones generales desde diciembre de 2015, el porcentaje de voto de Ciudadanos en Castilla y León fue superior al de la media nacional. Este domingo, con el escrutinio en el punto citado, se quedan en un 4,40%, frente al 6,8% que se anotaron en esa comunidad en las legislativas de noviembre de 2019, cuando cosecharon su peor resultado en unas generales.
En comparación con las autonómicas de mayo de 2019, cuando formaron Gobierno con el PP de Alfonso Fernández Mañueco, han perdido 11 escaños, 164.000 votos y 10,54 puntos porcentuales de apoyo.
Si en mayo de 2021 la formación liderada por Inés Arrimadas, pasó del Gobierno de la Comunidad de Madrid a quedar fuera de la Asamblea madrileña, en esta ocasión Igea, que era vicepresidente de la Junta hasta el pasado mes de diciembre, sí ha conseguido que la marca naranja se mantenga en el Parlamento, pero ya no será decisiva.
Con el partido en caída libre, la formación naranja tendrá que afrontar la próxima cita con las urnas, en principio las autonómicas en Andalucía, comunidad en la que los naranjas gobiernan en coalición con el PP desde diciembre de 2018.