La desigualdad en Latinoamérica se hereda y se refuerza con malas políticas públicas
AGENCIA EFE
23/07/201000:00 h.El fenómeno de la desigualdad en Latinoamérica es complejo, pero obedece en buena parte a una "herencia generacional" y al mal diseño de políticas públicas, que en la mayoría de los casos se han limitado al combate a la pobreza, dijo a Efe Isidro Solaga, coordinador del informe regional sobre Desarrollo Humano presentado hoy en San José.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) subraya en el informe -que analiza aspectos como el ingreso, educación y salud, entre otros indicadores- que la situación del continente es delicada, pues aun en los países con mejores resultados, la desigualdad es persistente y elevada.
Para Solaga, "el sistema político de la región refuerza la reproducción de la desigualdad", pues en la mayoría de los países, por ejemplo, los sistemas fiscales son "asimétricos", es decir, con una fuerte carga en el consumo, en lugar de gravar el ingreso.
Latinoamérica es un mosaico de realidades políticas y sociales diferentes, pero comparte el reto de la desigualdad, señala el informe.
Bolivia, por ejemplo, es el país más dispar de América Latina, tiene el mismo nivel de desigualdad que Camerún y Madagascar, y con un índice de Gini de 60 (en una escala de 0 a 100, dónde 100 es el máximo de desigualdad), se ubican como los tres países más desiguales del mundo.
El coeficiente de Gini mide la desigualdad relacionada con la distribución de los ingresos cuyo índice varía desde el cero -cuando todos los ciudadanos tienen los mismos ingresos- hasta el 100, en el caso en el que todos ellos se concentren en una sola persona.
En el continente americano le sigue Haití, que mantiene una situación de desigualdad comparable con la de Sudáfrica y Tailandia, todos con 59 puntos en el coeficiente de Gini.
Brasil y Ecuador, los siguientes países con mayor desigualdad (índice 56), superan a naciones como Uganda (índice 55), que tiene el mismo nivel de disparidad en las condiciones de vida de su población que Honduras, Panamá, Paraguay, Chile, Colombia y Guatemala, superando a Botsuana, Etiopía y Nepal.
Incluso los países menos desiguales de Latinoamérica: Uruguay, Costa Rica, Venezuela y Argentina, mantienen niveles de disparidad muy elevados (más de 45) si se comparan con los coeficientes de Europa oriental (entre 24 y 43 puntos), y aun más con los de los países desarrollados, cuyo pico lo tiene Portugal, con un índice de 41.
La herencia de las condiciones de vida de una generación a otra es palpable y preocupante en Latinoamérica, y demuestra que muchas de las políticas para favorecer la movilidad social han sido ineficaces.
Datos del informe señalan que, por ejemplo, solo el 3,1% de los jóvenes cuyos padres tienen la educación primaria incompleta concluyen sus estudios universitarios.
La desigualdad es clara en casi todos los niveles. La diferencia en el acceso al agua entre la población de mayor y menor ingreso en Perú es del 57%, seguida por Nicaragua (52%) y El Salvador (45%), mientras que en Uruguay es de apenas 2%, y en Costa Rica y Argentina del 4%.
En Bolivia, los grupos más ricos tienen un acceso 64% mayor a la electricidad que los más pobres. En Honduras la diferencia es de 58% y en Perú llega al 55%, pero en Chile y Venezuela, ambos grupos tienen prácticamente el mismo acceso.
Si se divide a Latinoamérica por subregiones no hay grandes diferencias, aunque el Cono sur es la región con menos desigualdades y la región andina la de más disparidades sociales.
Otro elemento común en toda Latinoamérica es que las mayores víctimas de la desigualdad son las mujeres, así como los indígenas y afrodescendientes.
Según el informe, entre los grupos pobres que viven con menos de un dólar por día, los indígenas y afrodescendientes doblan en promedio a los eurodescendientes, y las mujeres son siempre mayoría entre los trabajadores informales, además de recibir un menor salario y trabajar más horas.
El PNUD enfatizó que los actuales procesos de toma de decisiones en la región no favorecen la reducción de la desigualdad, pues se debe luchar contra la corrupción y diseñar políticas que vayan más allá del combate a la pobreza.