El elefante sigue en la habitación. Y la cuestión es que cada día se hace más evidente para todos, y más incómodo para las instituciones españolas que, en principio, algo tienen que decir sobre qué hacer con él. La metafórica figura del elefante es la del rey emérito, cuya sombra ha vuelto a irrumpir abruptamente en la escena política española después de que un fiscal Suizo haya dado carpetazo a la investigación del origen de los 65 millones que recibió siendo Jefe del Estado en una cuenta opaca en un banco de ese país.
Con el archivo de esa causa, la de más riesgo para él -que tiene otras tres abiertas en España, además de una cuarta demanda en Londres por espionaje recién interpuesta por Corina Larsen- a Juan Carlos I se le allana el camino para su pretendido regreso. Y con ello, se plantean las grandes dudas a las que nadie sabe o quiere responder, de momento: ¿Cuando?. ¿A dónde?. ¿En qué condiciones?.
Ni el Gobierno ni Zarzuela están por la labor de poner fecha ni lugar para la rentrée. rentrée.Es más, están en el ejercicio de una especie de omertá que, lejos de enterrar el caso, redunda en la evidencia de lo incómodo que resulta para ambas instituciones la idea de tener a un rey emérito, con el historial que arrastra con sus finanzas, de nuevo en casa. La última estrategia del Gobierno pasa por derivar la responsabilidad a la Casa Real, a Felipe VI, para quien decidir si vuelve o no su padre es un dilema que rebasa la esfera de lo personal.
"No nos corresponde pronunciarnos sobre esa decisión y seremos respetuosos con la decisión que se adopte en el seno de la Casa real al respecto", decía la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, anticipando, ella misma, que sus respuestas a las varias preguntas que le hicieron sobre el asunto iban a ser previsibles. Lo fueron. Sobre el auto del juez suizo se limitó a manifestar su "respeto por la Justicia de otros estados". Sobre la posibilidad de que el archivo de esa primera causa pueda marcar el camino a lo que pase con los procedimientos en España no pasó de constatar que "la Fiscalía es autónoma y el Gobierno no debe pronunciarse sobre ello".
Es casi un silencio oficial, similar al que guardan en Zarzuela donde el tema no aparece en agenda y, por tanto, no existe. Fuentes del entorno de la Casa Real, eso sí, deslizan la idea de que al igual que fue el propio rey emérito el que informó de su marcha a Abu Dhabi en un comunicado, será él quien lo tendrá que comunicar si vuelve.
Una idea que choca con la trascendencia institucional que tiene esa posible vuelta de Juan Carlos I a España; al igual que la afirmación del Gobierno de que no tiene nada que decir al respecto choca con el hecho de que, en caso de regreso, hay que decidir si el rey emérito puede o no instalarse en una residencia de titularidad pública. De Patrimonio, por ejemplo.
Son muchos los elementos que hay que tener en cuenta es esta especie de operación retorno, reactivada no solo por lo ocurrido en el frente judicial. Las propias fechas en las que estamos es otro elemento que ponen sobre el tapete quienes conocen de cerca el universo del antiguo monarca. "¿Le gustaría venir en Navidad? Sí. ¿Le gustaría cumplir sus 85 años en España (su cumpleaños es el 5 de enero)? Sí", afirma Jaime Peñafiel, periodista experto en temas de la Casa Real, reafirmando, al menos, que toda la especulación de ahora pilota sobre un hecho real imprescindible para que tenga sentido: Juan Carlos I quiere volver.
Peñafiel asegura que ese deseo le consta por amigos comunes, y también le consta que se lo ha hecho saber a su hijo, obteniendo siempre la misma respuesta: "No es el momento". Por eso el periodista duda de que vaya a lograr su propósito en breve plazo. Ahora bien, hay algo de lo que cree tener certeza: "Don Juan Carlos no va a aceptar una solución intermedia como sería volver a Portugal. O viene a Zarzuela o se muere en el exilio. Lo que me sorprende es que no haya vuelto ya", afirma tajante. Una de las ideas que se ha barajado es la de que el rey emérito cambie su actual estancia en los emiratos por una vida a caballo entre España y Portugal, como si su presencia intermitente generara menos problemas que en versión full time.
Ahora mismo, y según Peñafiel, no hay comunicación del rey Felipe con su padre, al que sin embargo dice que las infantas Elena y Cristina sí que visitan con cierta regularidad. En opinión de este periodista, "la decisión de la justicia suiza deja en mal lugar a Felipe VI y a Pedro Sánchez". Su teoría es que el actual rey condenó a su padre sin presunción de inocencia".
El también periodista y experto en Casa Real, José Antonio Zarzalejos confirma dos de las tesis defendidas por Peñafiel. Esto es, que el emérito busca el regreso y que rechaza opciones a medias: "Juan Carlos I no desea acercarse a España, quiere venir a España", afirma gráficamente Zarzalejos, que cita hasta cuatro variables que determinan la opción del retorno.
Habla del archivo de la causa suiza, que era la primera, "pero no la más importante". También del camino que pueda tomar la Fiscalía española, si sigue o no adelante con sus procedimientos. En tercer lugar, apunta Zarzalejos, está "la logística": ¿Cómo vuelve y a dónde vuelve?. La cuarta variable, dice, es la necesidad de valorar si "el regreso normaliza la situación de la jefatura del Estado o empeora la situación". "¿Produce más complicaciones a su hijo el rey que su padre el Emérito este dentro de España o fuera?", se pregunta.
Su conclusión, por todo ello, es que "el regreso del rey es de pronóstico difícil". "El rey emérito sería un ciudadano que podría volver cuando quisiera pero eso es reduccionista, porque es un exjefe de Estado sobre el que pesan conductas reprochables", argumenta.
Lo que para este experto es evidente, en todo caso, es que "el rey emérito no puede poner condiciones, que tiene que venir en las condiciones que fije el jefe de la casa, que es su hijo Felipe VI". A juicio de Zarzalejos hay una pregunta que parece de segunda división, pero complica aún más las cosas: "¿De qué va a vivir el rey?".
A Juan Carlos I le fue retirada la asignación en marzo de 2020 y aunque, como recuerda Zarzalejos, pueda tener su propio dinero -"10, 20 o 30 millones"- siempre estará sometido a sospecha. "¿Es dinero limpio?. ¿Qué pasa si lo mueve?", se pregunta retóricamente anticipando un posible movimiento de la Fiscalía que devuelva el caso a "la casilla de salida".
Unas cosas y otras contribuyen a ese "pronóstico complejo" para el retorno del que habla el autor del libro Felipe VI. Un rey en la adversidad, que ve también un grave riesgo en el hecho de que el exilio del emérito sea para siempre: "No sé hasta qué punto una monarquía parlamentaria puede permitirse que el rey fundador de la democracia en España muera en el auto exilio. Eso tendría unas consecuencias negativas para la autopercepción democrática", deja como aviso.
El resurgir del debate sobre si el futuro de Juan Carlos I está dentro o fuera de España ha agitado, una vez más, a defensores y detractores del modelo que representa. En el Congreso han hablado todos. El PSOE, como el Gobierno, para mostrar su respeto a la institución, sin entrar en hipótesis sobre el regreso. En nombre de Ciudadanos, Edmundo Bal, decía que el emérito es un ciudadano "español y libre, que puede residir donde quiera".
Muy al contrario, por parte de Podemos, Pablo Echenique, lanzaba su denuncia: "El problema es la monarquía". Según él, "el diseño de la institución monárquica garantiza la impunidad. Y eso no ha cambiado. Cualquiera que sea rey puede llevar a cabo lo mismo que el emérito con las mismas consecuencias: impunidad absoluta". Como suele ser costumbre, el republicano Gabriel Rufián (ERC), acompañó su crítica de cierta sorna: "Tenemos una propuesta para el rey. Si vuelve puede vivir en un piso de 60 metros cuadrados, en un barrio obrero y recibirá una pensión no contributiva".