La pobreza infantil tiene consecuencias importantes en la vida cotidiana de los niños, niñas y jóvenes, que se prolongan a lo largo del ciclo vital. De esta manera, el Boletín que estudia la Vulnerabilidad Social sobre la infancia atendida por la Cruz Roja, ha desvelado que el 18% de los niños afirma no tener ni un solo juguete; el 46% no tienen videoconsola y el 12% no dispone de libros o cuentos.
La labor de la Cruz Roja con las familias que se encuentran en situaciones vulnerables es responder a las dificultades que tienen más de 326.000 niños todos los días, darles apoyo en el ámbito educativo, social y de ocio, desde una serie de programas específicos.
Cruz Roja Juventud mantiene un compromiso continuado con la infancia y la juventud y atiende anualmente a más de 700.000 niños, niñas y jóvenes con el apoyo de más de 12.800 personas voluntarias. Los principales proyectos y acciones llevadas a cabo son: Infancia en riesgo social: intervención familiar con niños, niñas y adolescentes de 0 a 17 años; cuidado alternativo; apoyo comunicativo y educativo de niños/as y adolescentes; apoyo a jóvenes en cumplimiento de medidas de responsabilidad penal y acompañamiento a jóvenes hacia la emancipación.
Este 2019 se cumplen 30 años de la aprobación de un compromiso histórico para los derechos de las niñas y los niños: la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del niño. Esta ley ha contribuido a transformar la vida de los niños y niñas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad por todo el mundo.
En los últimos años, el impacto de la crisis socioeconómica ha configurado un contexto de precarización y desigualdad social creciente. El principal factor que define este contexto es el desempleo, que alcanza a un 14,2 % de la población activa (según datos de la EPA de septiembre de 2019). También cabe destacar que según los datos del informe El Estado de la Pobreza. España 2019 de la Red Europea contra la Pobreza (EAPN) de la que Cruz Roja Española forma parte, que el 26,1% de la población está en riesgo de pobreza y/o exclusión social (AROPE) en 2018 y esa tasa se eleva hasta el 26,8% cuando hablamos de hogares con niños y niñas. Además, los hogares con menores soportan una tasa un 25% de privación material severa más alta que los hogares en los que no viven menores de edad.
En este sentido, ser un menor pobre es muy distinto de no serlo: el 24,8% vive en hogares en los cuales se han producido uno o más retrasos en el pago de la hipoteca o alquiler del hogar; el 21% en hogares que no pueden mantener la vivienda a temperatura adecuada en invierno; el 27,1% vive en hogares que tienen mucha dificultad para llegar a fin de mes y el 21,6% de la población infantil vive en hogares que no pueden permitirse tener un ordenador.
Las cifras de estos cinco indicadores quintuplican por lo menos las que se registran entre la población menor que no es pobre. La pobreza infantil tiene consecuencias importantes en la vida cotidiana de los niños/as y jóvenes, que se prolongan a lo largo del ciclo vital. Por este motivo, es de vital importancia ayudar en la medida de lo posible a este tipo de familias que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad.