La quinta ola continúa creciendo en España y, con repunte de los contagios, las comunidades autónomas han vuelto a solicitar el trabajo de los rastreadores militares, que están comprobando los cambios y los efectos provocados por esta nueva onda epidémica.
Ahora, la inmensa mayoría de los rastreados son muy jóvenes, de entre 16 y 24 años, adolescentes que mantienen muchos más contactos, aunque en general están colaborando.
En total, 1.170 militares rastrean contactos en esta quinta ola. Algunos, como los 40 que trabajan en Madrid, han vuelto a ser activados menos de un mes después de ser desactivados por el Gobierno regional; una muestra del inesperado aumento de los contagios.
“Hemos alcanzado picos de hasta 400 llamadas diarias”, cuenta el teniente Oscar García González, jefe de Sección de Vigilancia Epidemiológica de Torrejón.
Confirman, en efecto, que encuentran un perfil diferente, más joven, y con contactos más difíciles de rastrear.
“Es sobre todo un contacto social de amigos, de compañeros o de personas que han conocido en viajes", explica Margarita Robles, ministra de Defensa.
La mayoría colabora, pero un psicólogo acompaña a los rastreadores cuando perciben reticencias.
“Hay personas que son más reacias a colaborar. Entonces, hay que adecuar un poquito la comunicación a esa población más joven”, explica María Quevedo, teniente psicóloga, señalando la importancia de que entiendan que su positivo afecta a todo su entorno.