Los científicos piden diez días de plazo para dar por acabada la erupción en el volcán de La Palma
No hay vibración o tremor, muy pocos terremotos y mucho menos dióxido de azufre
La inactividad del volcán es un hecho medible, pero los expertos piden tener cautela
El volcán de La Palma, en sus horas más bajas
La falta de actividad volcánica desde el lunes por la noche, verificada tanto en las pautas observables como en las mediciones en los sistemas de vigilancia, corroboran el agotamiento del volcán de La Palma, pero los científicos han establecido un plazo de diez días sin incidencias para dar por finalizada la erupción.
A contraluz el perfil oriental del volcán aparece nítido, un recorte limpio que en posición cenital aparece como una cresta que señala la altura máxima del edificio volcánico. A ambos lado una sucesión de cráteres de diferente profundidad. No pasa nada y esas es la noticia. La buena noticia que puede augurar unas Navidades sin el volcán en plena erupción.
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No hay vibración o tremor, muy pocos terremotos y mucho menos dióxido de azufre, tampoco lava visible, aunque la cámara térmica muestra el calor residual que late bajo la superficie. La inactividad del volcán es un hecho medible, pero los expertos piden tener cautela.
El hecho de que finalice la erupción no quiere decir que haya terminado la emergencia, y el acceso a las zonas cercanas a las coladas y el regreso de los evacuados a sus casas requieren un "periodo de seguridad", ha puntualizado María José Blanco, portavoz del comité científico del Plan especial de protección civil y atención de emergencias por riesgo volcánico en Canarias (Pevolca).
Miguel Ángel Morcuende, portavoz del comité técnico del Pevolca, ha indicado que los vecinos podrán regresar a sus viviendas "en un futuro más o menos cercano, pero no va a ser en breve". "Estamos estudiando y monitoreando las variables para que no haya problemas a la hora de volver con seguridad", ha indicado Morcuende.
¿Una Navidad sin erupción?
Los palmeros empiezan a sonreír viendo al volcán. Emilio lo contemplan desde su terraza ya más tranquilo. Virginia trabaja frente a él y constata que ya no es el mismo. Catalina con sus 95 años y tres volcanes de experiencia pone el freno, puede volver a resurgir. Mientras, Yésica a reabierto su tienda de ultramarinos en otro lugar. La lava se había llevado su tienda a finales de septiembre.