Bildu, el Gobierno de Sánchez e Iglesias y el papel de Ciudadanos
El apoyo de Bildu a los presupuestos ha abierto el debate de cómo tratar a esta fuerza política
El Gobierno no descarta incorporar a Cs a los presupuestos y reconoce tener margen para aceptar sus enmiendas
Esta semana Bildu se ha convertido en el protagonista del debate político. Parece que su apoyo a los presupuestos del Gobierno (de momento solo a rechazar las enmiendas a la totalidad) ha supuesto una afrenta para unos, que ven indignante que se cuente con ellos como si no hubiera pasado nada, y una derivada lógica, para otros. de la normalización política post-ETA.
Una mirada atrás
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La denominada izquierda abertzale ha ido cambiando de nombre, siglas y componentes con el paso del tiempo. La justicia le ha ido acorralando, bien con el procesamiento individual a sus líderes, bien con ilegalizaciones de las diversas formaciones, bien con la incautación de sus bienes. Ese mundo que para muchos era monolítico se resumía en que todo era ETA, pero ese armazón fue mostrando sus grietas y sus fugas con el paso del tiempo gracias a la acción política y policial contra él. Por eso fueron surgiendo voces discrepantes en su seno y partidos diferentes que terminaron confluyendo en una nueva formación que se llama Bildu, que tiene antiguos militantes de Batasuna, sí, que está dirigido por Arnaldo Otegi, sí, pero que es algo más que Batasuna. Un ejemplo es su grupo parlamentario en el Congreso: Oskar Matute, que perteneció a Elkarri, fue miembro de Ezquer Batua (IU), creó Alternatiba, que formó Amaiur y terminó en Bildu. Nunca estuvo en Batasuna ni justificó la violencia. O Jon Iñárritu, fundador de Aralar, que formó Amaiur y terminó en Bildu. Aralar siempre se desmarcó de la violencia. O Incluso gente como Iñaki Ruiz de Pinedo, que sí que estaba en HB y EH, pero que dimitió de su cargo de concejal en 2000 por no estar de acuerdo con la ruptura de la tregua por parte de ETA. Mertxe Aizpurúa, periodista de Egin y Gara, sí ha sido condenada por publicar artículos considerados apología del terrorismo, pero nunca desempeñó cargos políticos en Herri Batasuna.
La unidad de acción con ERC
Este grupo parlamentario tiene casi unidad de acción con ERC. Ambas formaciones tienen un mismo objetivo: conseguir la independencia en sus territorios e instaurar una república con un gobierno de izquierdas. Es decir, dos formaciones independentistas con un objetivo común. Sus principales rivales políticos son PNV y JxCat, formaciones con las que comparten en objetivo de la independencia pero con las que disputan ideológicamente.
Así ve el tablero el Gobierno. Hay 4 partidos con ambiciones independentistas pero que ya forman parte del panorama político establecido y sus votos son tan válidos como cualquier otros. No obstante, el Gobierno afea la conducta al PP y Cs por asociarse con VOX. Si valen todos los votos, valen todos, sin escandalizarse. Jugar a que Batasuna es uno más entraña sus riesgos y se ha visto en la reacción de muchos socialistas. No se olvida fácilmente la historia reciente y pasar página es un ejercicio aún doloroso, por mucho que se alegue desde la actual dirección socialista aquello de: “toda la vida diciéndoles que persigan sus objetivos por vías democráticas y ahora les queremos dejar fuera del tablero político”. Claro que de ahí a hacerles socios, va un trecho.
¿Es Bildu realmente socio del Gobierno?
¿Nos haríamos la misma pregunta con ERC? Es posible que no. ERC ya fue socio fundamental del Gobierno de Zapatero, ha sido socio del PSC en Cataluña y se ha mantenido la buena sintonía a pesar del 'proces'. En ERC siempre se encuentra una vía de diálogo. Por eso el Gobierno desde el principio ha transitado el pantanoso terreno de la mesa de diálogo en Cataluña e incluso se adentra en el abismo de los indultos. A Sánchez no le preocupa hacer ciertas concesiones a ERC a cambio de que la formación apuntale las medidas fundamentales del Ejecutivo, pero saben que, en cualquier momento, los republicanos les pueden dar la espalda como sucedió con las votaciones del estado de alarma. Es el juego político.
El apoyo de ERC en esta legislatura suele llevar aparejado el apoyo de Bildu. Ambas formaciones van de la mano y el Gobierno las corteja a través de su vicepresidente Pablo Iglesias. Entre sus funciones podría decirse que está la de traer de la mano una mayoría suficiente (de izquierdas, obviamente) que apuntale a este Gobierno durante toda la legislatura. Lo escenificó esta semana en el Congreso celebrando el apoyo de las dos formaciones recalcando que el bloque de investidura se ha convertido en bloque de legislatura. Iglesias se lo ha trabajado mucho en los últimos meses y ha logrado el acuerdo. Pero sabe que Sánchez es infiel por naturaleza y sigue mirando de reojo a otra novia, situada más al centro y que no cierra las puertas al noviazgo.
¿Apoyará CS los presupuestos?
Ciudadanos ha rechazado las enmiendas a la totalidad presentadas esta semana en el Congreso y se ha sumado al bloque de la legislatura. Echenique, Matutes y Rufián se encargaron desde la tribuna de lanzar mensajes a Cs y al Gobierno para espantar cualquier veleidad de acuerdo entre ambos: “¡A ver si van ustedes a apoyar unos presupuestos social comunistas!”.
Pero ni Arrimadas ni Sánchez han dicho aún la última palabra. El Gobierno vio esos 199 votos a su favor (fueron 198 por un error) en el proyecto de presupuestos y sueña con una mayoría como esa para la aprobación final. No se veía un apoyo así desde los tiempos de los 202 diputados de Felipe González y resulta curioso que se acaricie esa cifra después de las prórrogas del presupuesto de Montoro por falta de acuerdo. ¿Podrá el Gobierno incorporar al Cs en la aprobación final? Algunos indicios apuntan a que es difícil pero todavía posible. Arrimadas no se achantó ante las andanadas de Podemos, ERC y Bildu. Ellos están preocupados por si al final a Cs les da por apoyar estos presupuestos y se los dejan “menos de izquierda”. Sin embargo, como dicen fuentes del Gobierno, “los presupuestos son los que son y no van a cambiar ya demasiado”. Cualquiera le puede poner la etiqueta que quiera, pero más allá de que las previsiones del Ejecutivo no se vayan a cumplir, las cuentas no escandalizan a nadie. Eso lo sabe Cs y puede buscar meter alguna enmienda que llegue directamente a su potencial electorado en forma de triunfo. La posibilidad es vista con buenos ojos en el entorno de Sánchez y temida en el de Iglesias. El Gobierno reconoce que tiene margen para introducir alguna petición de Ciudadanos, que podría venir en forma de ayudas a las empresas o autónomos, algo que ha pedido el FMI y en lo que España se ha quedado atrás, como contamos aquí esta semana.
Sánchez navega entre el desgaste que supone que le apoyen Bildu y ERC, algo que le asegura la mayoría, e incorporar a Cs a la tripulación. Si logra esto último, conseguiría aislar a PP y VOX y mostrarse como un Gobierno de amplios acuerdos no solo a la izquierda. Haría realidad su mensaje de unidad durante la pandemia. Ciudadanos lograría apuntarse un tanto. A Podemos no le gustaría, pero no le quedarían muchas alternativas más allá del enojo. "Está difícil, pero quién sabe", dicen en Moncloa.