Casi siete mil agentes de Policía, Guardia Civil y de la Ertzaintza desplegados para la cumbre del G-7, que se celebra este fin de semana en la localidad francesa de Biarritz. A los que se suman los más de 12.000 efectivos franceses. "Hay una labor de coordinación importante, para garantizar la seguridad", asegura el ministro del Interior en funciones. Biarritz es ya una ciudad blindada con vigilancia terrestre, aérea y marítima y fuertes restricciones para residentes y trabajadores, que deben estar permanentemente acreditados.
Todo para garantizar la seguridad de los mandatarios de los siete países más industrializados del mundo. El aeropuerto de Vitoria ha sido cerrado al tráfico. Hasta allí volará el Air Force One, el avión presidencial de Donald Trump, que posteriormente viajará a Biarritz en su helicóptero.
Pero esta cumbre no solo afecta a Biarrizt. La frontera de Irún, a solo 32 kilómetros, también se ha blindado para impedir el paso de los manifestantes que se reúnen estos días en la ciudad Guipuzcoana y esto está provocando ya grandes retenciones. Los comerciantes se quejan de sufrir las consecuencias, mientras que asociaciones ecologista, chalecos amarillos, partidos políticos intentando demostrar que otro mundo es posible frente al modelo de capitalismo.
Por lo que pueda pasar, la frontera está blindada: Hasta 15.000 policías entre franceses y españoles. Lo que provoca atascos monumentales como monumentales enfados de conductores. EL G7 en Biarritz trae de cabeza a muchos.
Tráfico también lleva días advirtiendo a los conductores para que eviten el paso fronterizo de Irún-Hendaya durante los días que dure la cumbre y ofrece itinerarios alternativos.