La imagen del estado en el que quedó el casco del agente antidisturbios, Iván A, gravemente herido durante las protestas violentas en Barcelona el pasado viernes 18 de octubre tras la sentencia del procés lo dice todo. El del Juzgado de Instrucción número 1 de Barcelona que decretó prisión provisional para los jóvenes que participaron en los ataques, tienen claro que a Iván le lanzaron un objeto pesado y desde una altura considerable.
No en vano, estos cascos están fabricados con fibra de aramida, un material ligero que absorbe fuertes impactos, preparado incluso para soportar disparos a cinco metros de distancia. Nada sostiene que el impacto fuera consecuencia de fuego amigo debido a una pelota de goma y parece más razonable que un adoquín como los que levantaron los jóvenes violentos de Barcelona, se lanzara desde altura. Los compañeros, además, confirman que lo que le dio en la cabeza Iván fue "un adoquín de ladrillo macizo", que "se partió con el golpe".
Los policías estaban parapetados junto a un edificio emblemático de la ciudad, el rascacielos Urquinaona, enclavado en la confluencia de las calles Trafalgar y Jonqueres y que alberga oficinas y viviendas (a partir de la planta sexta), según el Ayuntamiento de Barcelona.
Un total de cinco personas siguen hospitalizadas por lesiones sufridas en el marco de las protestas contra la sentencia del 1-O, entre las que hay un policía nacional ingresado en el Hospital de Sant Pau de Barcelona que ha mejorado, así como tres heridos que perdieron la visión de un ojo, y uno de ellos ha recibido el alta.
Sigue ingresada una chica en estado grave en el Hospital de la Vall d'Hebron de Barcelona, y otra persona menos grave en el Hospital Josep Trueta, de Girona, debido a las heridas que recibieron durante las protestas por la sentencia del "procés", ha informado el departamento de Salud de la Generalitat.