Arde Cataluña: la violencia toma la calle por tercera noche y amenaza con no parar
Los CDR toman el relevo de los 'Tsunami Democrátic' para sembrar el miedo en las calles
La noche se salda con 33 detenidos y 46 agentes heridos
La historia se repite y ya van tres días de revueltas, incendios, detenciones, cargas y destrozos en una Cataluña que ha convertido Barcelona, Girona y Tarragona en lugares hostiles, insólitos en toda Europa, que mira asombrada nuestra realidad. El Gobierno habla de firmeza, y de templanza, pero la realidad es que los CDR han tomado el relevo del Tsunami Democràtic.CDRTsunami Democràtic. El saldo de anoche es de 33 detenidos, 12 de ellos en la capital catalana, y un joven atropellado por un furgón de los Mossos. Hay además, 46 agentes heridos.
La respuesta a una sentencia del procés que ha condenado a los cabecillas del procés por sedición con todas las garantías legales. Nada sorprende si dirigiendo la Generalitat está Torra, el hombre que precisamente ordenó a los CDR que apretaran. Si Puigdemont anima a la revuelta desde Bruselas y si la portavoz del Govern justifica que los Mossos carguen contra los manifestantes para protegerles de la cárcel. Es de locos, un sainete que un día puede dejar muertos. Y entonces nadie asumirá culpas.
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El drama ha seguido en el tercer día de protestas en las que ya se ha lanzado ácido y piedras de grandes dimensiones contra la línea policial en la plaza Tetuan, donde se han quemado contenedores y creado barricadas. Grupos de encapuchados llegaban a desmontar un andamio de obra de un edificio para acumular el material en el suelo y prenderle fuego.
No importa hacer arder coches junto a gasolineras, o que el fuego se acerque a las casas. Los catalanes que no participan en las protestas, que los hay, tienen miedo, y los comerciantes ven cómo sus negocios corren peligro. La revolución de las sonrisas no hace gracia a nadie ya, ni a un Gobierno que duda, ni a una ciudadanía, española, que no da crédito a lo que ve.
Se han dado imágenes dantescas que provocan vergüenza. Una embarazada atrapada entre manifestantes a los que poco importaba su estado, un vecino de Roger de Flor saliendo de su casa alertado por las llamas con su bebé en brazos, asustado por si las llamas alcanzaban su casa. Esta vez la Conselleria de Interior de la Generalitat, en la calle Diputación, era el objetivo y el epicentro de las cargas, pero mañana será otro centro de poder neurálgico.
Al menos un cámara de Telemadrid y una fotoperiodista colaboradora de elnacional.cat resultaban heridos, el primero por lanzamientos de los manifestantes y la segunda por un proyectil de foam de Mossos. Se está bordeando la desgracia mientras Torra encabeza las manifestaciones que luego quiere sofocar su consejero de Interior hablando de que internamente es pacifista, como todo el pueblo catalán. Pero la realidad es que la violencia gana enteros en Cataluña. Ya van 72 horas de algaradas y solo la suerte ha impedido que hablemos de víctimas, aunque dos jóvenes fueron atropellados a altas horas de la noche. Como ha reflejado en redes José María Olmo de El Confidencial.
Si alguien pierde la vida en el camino a la república imposible, serán muchos los que no podrán hablar de democracia