Más allá de esa tolvanera que se ha formado cerca del volcán. Hoy la calidad del aire sigue siendo bastante mala y vuelve a afectar tanto a algunos accesos por carretera como a la vida diaria de varios municipios. Se sigue recomendando que se minimicen las actividades al aire libre. El detector de la calidad del aire lanza salvajes pitidos de alarma.
El mismo problema para la UME. Limpian de ceniza colegios y centros de salud, pero la advertencia antes de empezar es tajante: si pita salimos de aquí. La situación del aire no es buena y tiene en vilo a las aerolíneas y a unos ciudadanos a los que se les ha vuelto a romper la rutina que ya destrozó el covid. Cuando se levante un poco de aire y un vehículo mueve las cenizas respirar empieza a costar. Nariz, boca y ojos, nada se salva.
Todo ello ha provocado de nuevo la suspensión de las clases, un problema para los pequeños. Los niños llevan ya muchos días sin colegio, se aburren, no aprenden. Muchos no pueden acceder a las clases online. Los padres trabajan y llega un momento en el que solo parece viable invocar al volcán. Solo quieren que pare ya.