La relación entre Sánchez e Iglesias no pasa por su mejor momento y eso se escenificó en el debate de investidura. Sobre todo en su tramo final. Todo empezó con una advertencia de Sánchez: "¿Y si no hay acuerdo para un Gobierno de coalición? Pues busquemos otras fórmulas, pero no voten con la ultraderecha, les espetó Sánchez. “Mediten su voto, no coincidan con Vox”, dijo Sánchez. ¿Era una advertencia o un ruego? Iglesias se lo tomó como una advertencia y se la devolvió diciéndole que alguien que quiere un Gobierno de coalición no hace esas disyuntivas (o voto gratis, o Vox): "No desprecie su patrimonio electoral", le dijo Iglesias.
Y otra vez Sánchez: "Si no llegamos a un acuerdo, piensesé mucho el votar lo mismo que la ultraderecha." Y se mostró muy ofendido porque Iglesias considera que el PSOE les ha ofrecido un papel decorativo en el Gobierno.
Entonces Iglesias, en su última intervención desde el escaño, estalló: "¿Cómo que no es un papel decorativo?" Y relató las conversaciones hasta ahora secretas. "Le pedimos equipos mixtos en todos los ministerios como en Valencia y usted en persona me dijo que ni hablar", empezó Iglesias. A continuación desveló que Sánchez le dijo que no habría personas de Unidas Podemos en los ministerios Interior, Defensa, Exteriores y Economía. Y a partir de aquí fue desgranando:
Y remató Iglesias: "¿Qué nos ha ofrecido usted? Explíquele a la cámara a ver si es algo más que decorativo." Esas palabras cayeron como una bomba en medio de las maltrechas relaciones entre ambos líderes. Sánchez ni siquiera miraba a la cara de su "socio preferente". Se le notaba en la cara el enfado.
Pero Iglesias no paró ahí. Pidió respeto y reciprocidad para su formación. "Somos una fuerza política modesta y joven pero no nos vamos a dejar humillar por nadie.", le dijo Iglesias en tono claramente enfadado y le emplazó al candidato a cerrar un acuerdo con el PP o con Ciudadanos o con Vox. Y terminó: "Otra opción es hacer caso a Tezanos y convocar elecciones." No sin antes vaticinarle que si no lograba el acuerdo con ellos "no sería presidente del Gobierno nunca."
Sánchez ni siquiera le contestó.
Antes, Iglesias había terminado su primera intervención diciéndole al candidato: “Espero que un exceso de arrogancia no impida un gobierno de izquierdas”. Él ya dejó aparcada su arrogancia cuando renunció a estar en el Gobierno y ahora le lanza a Sánchez el reto. Y lo hace mientras le recuerda que no ha parado de pedir a los partidos de derechas su abstención: “espero que no se la pida también a Vox, ironizó Iglesias.
Toda su intervención fue con el ceño fruncido, algo lógico después de haber visto su cara durante la intervención del candidato. Siempre muy serio, oyendo lo que no quería escuchar. Demasiados guiños a la derecha y demasiado pocos a ellos. No parece que en este momento las posturas de PSOE y UP estén cerca y las caras lo demuestran. Hay cosas que no se pueden disimular.
En Iglesias causó irritación esa propuesta de Sánchez para que gobierne la fuerza más votada y estupefacción la machacona petición de Sánchez a la derecha para que se abstuviera y los pocos esfuerzos para cerrar el acuerdo con su formación. Inmediatamente después de la breve intervención de Iglesias, subió Jaume Asens, de Podem, luego Alberto Garzón de IU y después Yolanda Díaz, de Galicia en Comú. Cuatro intervenciones en un solo grupo y de repente todos visualizaron eso que recalca el PSOE de que Unidas Podemos es un grupo demasiado complejo como para gobernar con ellos.
Sánchez contestó a los portavoces de Unidas Podemos como se contesta a un amigo con el que se acaba de discutir. Ni una subida de tono, pero pocas complicidades. Hasta que dijo: "Sé que me van a criticar por meter a miembros de Unidos Podemos en el Gobierno, pero estoy dispuesto a correr ese riesgo.” Era el momento más cercano al acuerdo que se vivía en el debate. Y además, agradecimiento expreso a Iglesias por el paso al lado que dio. Pero esa sensación se esmufó pronto.