Netanyahu y sus allegados se reunirán a lo largo del día con dirigentes de varios partidos de extrema derecha y del bloque ultraortodoxo para garantizar que tienen el apoyo de al menos 61 diputados cuando el presidente, Simón Peres, convoque la ronda de consulta para designar al primer ministro.
La ley electoral israelí concede al jefe del Estado la función de nominar al primer ministro y, aunque la tradición política suele adjudicar el cargo al candidato vencedor de las elecciones, en este caso Livni, que obtuvo sólo un escaño más que Netanyahu, no parece tener el suficiente respaldo en la cámara parlamentaria.
La ronda de consultas del presidente con los líderes políticos comenzará el lunes y hasta entonces ambos candidatos pueden ir adelantando las negociaciones políticas.
Livni trata de convencer a sus interlocutores de partidos ortodoxos que la jefatura del gobierno debe quedar en manos del partido más votado y despliega ante ellos la posibilidad de un gobierno de unidad nacional bajo su dirección.
Generalmente las negociaciones suelen comenzar después de hacerse el encargo de gobierno al vencedor, pero han sido adelantadas por el virtual empate entre los candidatos y el hecho de que Netanyahu cuente con más apoyo.
"No hay más remedio que al llegar a Peres le presenten un producto finalizado, una imagen clara de la próxima coalición, incluso a medio cocinar", escribe el veterano periodista Dan Margalit en su columna de hoy.
Los resultados de las elecciones benefician a Netanyahu, pero Livni también tiene matemáticamente la posibilidad de formar gobierno.
Depende para ello de que el partido ultraderechista Israel Beitenu, tercera fuerza política con 15 diputados, se salga de su esfera ideológica.
El líder de ese partido, Avigdor Lieberman, que la noche electoral dijo preferir a Netanyahu como primer ministro, se mantiene por ahora distante de ambos para tratar de arrancarles las mayores concesiones.
Su aspiración es ser ministro de Defensa, un cargo que le niegan tanto el líder del Likud como la del Kadima.
A cambio estudian la posibilidad de ofrecerle la cartera de Finanzas, una de las que tradicionalmente queda en manos del partido mayoritario en la coalición de gobierno.
Las negociaciones dependen también de que esta tarde se conozcan los resultados oficiales de las elecciones.
La distribución parlamentaria divulgada ayer representa al 99,5 por ciento de los votos, y están pendientes de escrutinio los del cuerpo diplomático, el ejército y la marina mercante.
Generalmente no suele haber variaciones pero dado la ajustada diferencia de votos, sólo unos 35.000 entre Kadima y Likud, ese pequeño porcentaje podría ser significativo.
El resultado final depende también del reajuste de excedentes de votos entre las formaciones con representación parlamentaria -que favorece a los partidos de masas- y, según algunos expertos, el Likud podría verse al final con igual o superior número de diputados que Kadima.
Una victoria del Likud, o incluso un empate, resolvería el problema a Peres sobre a quién debe encargar la formación del gobierno.