Las concesiones de Pedro Sánchez al partido de Carles Puigdemont para sacar adelante dos de los tres decretos en el último momento hace cuestionar la viabilidad de la Legislatura. ¿Hasta qué punto es sostenible un gobierno que, cada vez que tenga que aprobar una ley, deba dar algo a cambio a los independentistas?
Para Pedro Sánchez, por ahora sí. Llegaba ayer sonriente al Senado en una nueva prueba de supervivencia, aunque esta tuviera un precio. Salvaba los muebles tras una tarde de infarto. A los gestos de Tellado, del PP, que esperaba una derrota del Gobierno, reaccionaba con la risa. Pero las cesiones se produjeron y todo se arregló. "Nos sobran seis minutos", dijeron aliviados en el PSOE. La publicación de las balanzas fiscales, las competencias en inmigración y la cesión en las exigencias de Junts para blindar la amnistía obraron el milagro. Eso sí, hay que tener en cuenta que Junts no es el único socio de Gobierno. La Generalitat está en manos de Esquerra, y sus votos son igualmente necesarios
Y la pregunta es la lógica ¿Se puede gobernar con la soga al cuello de forma constante? En Junts tienen claro. Van a seguir apretando dejando claro que no tienen un acuerdo de legislatura como así lo expresó el PSOE en su momento. Esto va a ir día a día. In extremis. Cada norma, decreto, ley que quieran sacar adelante pasará por el filtro independentista.
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