El tiempo de Pedro Sánchez en su camino para ser presidente del Gobierno ha comenzado tras el fracaso de Feijóo que este viernes perdió la segunda y definitiva votación de su investidura con 177 votos en contra, 173 a favor y 1 voto nulo, curiosamente de un diputado de Junts que le dio un "sí" por error. La pelota está en el tejado del líder socialista que el martes a las 10 de la mañana trasladará al rey Felipe VI, en la nueva ronda de consultas que ha convocado el jefe del Estado, que tiene una negociación abierta con diferentes partidos políticos y la capacidad de poder sumar los apoyos necesarios para ser investido en la Cámara.
Eso sí, lo más probable es que tras esa ronda no se fije una fecha concreta para la investidura del líder socialista aunque sea designado formalmente como candidato. La rapidez que algunos dirigentes socialistas expresaban en privado transmitiendo el deseo de que hubiese un nuevo Gobierno sentado en el banco azul en el mes de octubre se han enfriado en las últimas horas.
La resolución aprobada en el Parlamento de Cataluña por ERC y Junts condicionando su apoyo a Sánchez a que "se comprometa a trabajar para hacer efectivas las condiciones" para celebrar un referéndum en Cataluña ha sorprendido, enfadado y rebajado las expectativas de una investidura inminente.
Ahora defienden que no tiene ningún sentido ponerse límites de tiempo ni "trabas a ellos mismos" y que sería una temeridad dar una fecha cerrada que lo único que puede hacer es entorpecer una negociación que sigue abierta. "Se hará cuando se pueda", "iremos cuando tengamos que ir", repiten conscientes de la complejidad para cerrar un pacto. En principio, la presidenta del Congreso, Francina Armengol, dará un margen de tiempo al candidato socialista.
Hay un tope máximo que sí está marcado en el calendario. Hay plazo hasta el 27 de noviembre. Si ese día ningún candidato ha obtenido la confianza de la Cámara, el rey disolverá las Cortes y se convocarán elecciones para el 14 de enero.
En cualquier caso, cuando Sánchez sea nombrado de forma oficial por Felipe VI está prevista una ronda de contactos formal y pública con todos los partidos que podría protagonizar él mismo para acelerar la negociación. El presidente en funciones no ha intervenido ninguno de los tres días del debate de investidura de Feijóo y se ha reservado para evitar hablar de amnistía y proteger el acuerdo.
Ni él ni sus ministros se han referido explícitamente a la exigencia concreta del independentismo aunque Sánchez abrió la puerta a esa posibilidad en una rueda de prensa en Nueva York donde defendió la desjudicialización del procés. Ahí también prometió que cuando llegase su momento sería claro y hablaría con "franqueza" a los ciudadanos. Además, en todos los actos públicos en los que ha participado ha mostrado su optimismo en alcanzar el acuerdo, su intención de no dilatar los tiempos y su convencimiento de que "pronto" habrá un Gobierno progresista.
El órdago independentista ha sido un auténtico jarro de agua fría que no se esperaban los socialistas, sin embargo fuentes del PSOE y de Moncloa consideran que no interferirá directamente en las negociaciones que de forma discreta están en marcha desde hace semanas porque los que están sentados en la mesa conocen perfectamente los límites. Por la parte socialista son tres personas de la máxima confianza de Sánchez las que llevan el peso de las conversaciones con todas las fuerzas políticas: María Jesús Montero, Félix Bolaños y Santos Cerdán que "solo reportan directamente al presidente del Gobierno".
En Ferraz explican que poner como condición para la investidura de Sánchez dar pasos hacia un referéndum se ha salido de los límites que estaban marcados, "del perímetro" de la negociación que tenían con Junts y con ERC. "Ellos lo saben", sostienen.
Entienden el movimiento de ERC y Junts como una "hiperactuación" en la pugna que mantienen las dos fuerzas soberanistas por la hegemonía del independentismo, acentuada además por las elecciones autonómicas en Cataluña que se celebrarán el año que viene. Algún dirigente socialista destaca que estas "sorpresas" eran de esperar y se resigna a que puedan repetirse con dos partidos que están en una competición permanente y pretenden sacar el máximo rédito de las negociaciones para rentabilizarlo ante sus electores. Ni ERC ni Junts quieren aparecer como el que afloja la presión al Gobierno. Una competición que preocupa porque sus consecuencias pueden ser imprevisibles.
El tiempo dirá si los independentistas están dispuestos a mantener hasta el final lo que han escrito en un papel aprobado en el Parlamento catalán elevando el precio de sus votos al máximo o si es un farol dentro de su estrategia negociadora que hasta ahora tenía como eje central la exigencia de una amnistía para los implicados en el 1-O.
La reacción de los socialistas fue rápida. De forma conjunta el PSOE y PSC hicieron un comunicado conjunto advirtiendo de que por ese camino no había "avance posible". Salvador Illa, el ganador de las elecciones en Cataluña, fue claro y rotundo: "Si es necesario, iremos a elecciones". Ese escenario vuelve a planear en el horizonte como una de las posibilidades para salir del bloqueo si no se llega a un acuerdo.