El Congreso plurilingüe ya está en marcha y será una de las señas de identidad de la legislatura. El paso histórico que inicia una nueva etapa en la vida parlamentaria se dio este martes con el primer paso para reformar el Reglamento de la Cámara y que las lenguas cooficiales puedan ser utilizadas en toda la actividad de los diputados. El Gobierno y sus aliados sumaron mayoría absoluta para avalar una proposición de ley que será aprobada de forma definitiva este jueves por la vía exprés. Enfrente se situaron el PP, Vox y UPN que se opusieron aunque con diferentes estrategias.
Un pleno donde se evidenció un Congreso partido por la mitad, dividido en dos grandes bloques que escenifica la pelea por la investidura. Sobre el papel, la primera votación de la legislatura acercó las posibilidades para que Pedro Sánchez pueda ser reelegido como presidente del Gobierno con el apoyo independentistas y nacionalistas aunque queda todavía un largo camino que recorrer y nadie se aventura a decir qué hará Carles Puigdemont que ha puesto la amnistía como condición imprescindible para dar sus votos. En la otra parte están los partidos de derechas que la semana que viene votarán a favor de Feijóo aunque saben que el líder del PP va a fracasar.
El presidente del Gobierno en funciones, en una conversación informal con los periodistas que le acompañan en Nueva York a la Asamblea General de la ONU, dejó claro que no contempla una repetición electoral y anunció que hablará claro sobre la amnistía cuando reciba el encargo del rey para intentar su investidura.
De momento el PSOE consiguió armar una amplia mayoría, superior a la que facilitó el acuerdo para la Mesa del Congreso que hizo presidenta a la socialista Francina Armengol porque en esta ocasión sumó el voto de Coalición Canaria. En cualquier caso los números están muy ajustados. Hubo 179 votos a favor -en la primera votación fueron 176 "síes" con dos abstenciones por error- y 169 en contra.
En el debate, además de escuchar por primera vez desde la tribuna intervenciones de forma íntegra en catalán, euskera y gallego y ver a sus señorías con pinganillos para poder oír la traducción simultánea, los diputados que subieron a la tribuna expusieron sus diferentes visiones y la distancia que les separa. ERC, Junts, Bildu o el BNG celebraron haber conseguido una de sus reivindicaciones históricas y aprovecharon para reafirmar la identidad de sus territorios. El PSOE y Sumar dibujaron a una derecha aislada a pesar de que representa a 11 millones de votantes y PP y Vox denunciaron que el uso de las lenguas es un pago político de Sánchez a los independentistas para seguir en el poder.
Esos partidos emplearon tácticas distintas aunque los dos apretaron el botón del "no". El PP eligió a su perfil más moderado, Borja Sémper, para subir a la tribuna. Utilizó el euskera en su intervención a pesar de que un día antes dijo que los populares no iban a "hacer el canelo" y que solo hablarían en castellano. Sémper denunció la degradación del Congreso y el "chantaje" al que los soberanistas someten a Sánchez.
Los populares no utilizaron los pinganillos que estaban a disposición de todas las personas presentes en el hemiciclo para poder entender a los que no hablasen en castellano. Vox tampoco. El partido de Santiago Abascal fue al choque directo y nada más escuchar al primer parlamentario en gallego, el socialista José Ramón Besteiro, abandonó el hemiciclo dejando los pinganillos en el escaño de Pedro Sánchez. Después volvieron pero se plantaron de nuevo cuando Sémper pronunció sus palabras en euskera. Para Abascal, el uso de las lenguas cooficiales compromete la unidad nacional y la convivencia.
El presidente de ERC, Oriol Junqueras, acudió al Congreso para mostrar la trascendencia que da su partido al uso de las lenguas, pero sus declaraciones generaron más ruido en el complejo proceso de negociación para la investidura de Sánchez al dar por hecha la amnistía, una palabra que los socialistas ni pronuncian. El líder independentista sostiene que el acuerdo que su partido pactó con el PSOE para la constitución de la Mesa del Congreso incluía un compromiso para acabar con la represión por todas las vías legales posibles. Para Junqueras, eso incluye la amnistía.
Tanto el Gobierno como el PSOE negaron ese acuerdo. Los socialistas enmarcaron esas palabras en la pugna constante que tienen ERC y Junts dentro del independentismo. El Gobierno no quiso confrontar directamente con Junqueras y repitió su argumentario de que Cataluña está hoy mejor que en 2017 y que no negociará nada que esté fuera de los límites de la Constitución.
La normalidad lingüística en el Congreso contrastó con el parón que dio la Unión Europea a reconocer la oficialidad del catalán, euskera y el castellano en las instituciones comunitarias. Fue otra de las exigencias de Junts y el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, defendió esa petición ante el Consejo de Asuntos Generales en Bruselas. Ni siquiera se votó, el debate duró tan solo unos 40 minutos. Los recelos de algunos socios europeos provocó que la UE aparque su decisión hasta que no haya sobre la mesa un dictamen jurídico del Consejo sobre las consecuencias de la medida y un análisis de su impacto económico y práctico en el funcionamiento del bloque.
El ministro Albares ofreció una vía intermedia: priorizar el catalán frente al euskera y el gallego alegando que es el idioma cooficial que más se habla. "Hemos propuesto iniciar el despliegue primero con el catalán y, seguidamente, con las otras dos lenguas", indicó el ministro generando malestar en sus aliados vascos y gallegos. El PNV calificó como decepcionante la actitud de Albares y alertó de que "no facilita" la investidura de Sánchez. El BNG denunció que no hay lenguas de primera y se segunda y ERC se quejó de que el Gobierno ha hecho "tarde y mal" su trabajo. Los republicanos creen que el Estado español puede hacer mucho más para defender la oficialidad del catalán.
La reacción de Junts y de Carles Puigdemont era la clave. El dirigente independentista, huido de la Justicia española desde 2017, dio una de cal y otra de arena. Agradeció al ministro su esfuerzo en lograr la oficialidad del catalán, pero avisó de que debe trabajar con "diligencia" porque la oportunidad es ahora. Admitió que nunca se había llegado "tan lejos y nunca antes tantos países de la UE se habían mostrado favorables a la idea de que el catalán se una lengua oficial. Valoró especialmente como buena noticia, aunque no suficiente, que ningún Estado haya vetado la propuesta.