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El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, reunía esta tarde a sus barones territoriales y a los máximos dirigentes de su partido para analizar los resultados del 23J e instalar entre sus filas espíritu de victoria a pesar de que anoche se estrelló contra sus propias expectativas.
"No me arrepiento de exigirme ganar por mucho frente a los que se conforman con ganar por menos", le ha dicho a los suyos que le han recibido en pie con una fuerte ovación.
Feijóo está dispuesto a vender "victoria electoral incontestable" e ir a una investidura a pesar de que no tiene asegurados los apoyos ni de lejos. Ha desvelado que ya ha iniciado los contactos. Con el PSOE a instancias de Pedro Sánchez ha querido dejar claro. Pero también con Andoni Ortuzar del PNV con quien se ha emplazado a ampliar los contactos, con Coalición Canaria y con UPN. Los únicos que de momento le han garantizado el apoyo. Claro que los navarros sólo cuentan con un diputado en el Congreso.
Feijóo también ha hablado con Santiago Abascal. "He hablado con el presidente de Vox y del mismo modo hemos quedado en continuar las conversaciones a lo largo de la semana con el planteamiento de si está dispuesto o no a apoyar un cambio del gobierno sanchista", confirmaba.
Los populares sueñan con una suma hoy por hoy imposible. Con Vox, PNV, Coalición Canaria y UPN. "No hay fórmulas imposibles", les ha dicho a los suyos. "Los españoles no pueden quedar atrapados ni en bloques ni bloqueos. No podemos permitir que nuestro país se balcanice", añadía.
Feijóo se ha lanzado a negociar una investidura que se antoja imposible frente a la "coalición de perdedores" de Sánchez. Según él a partir del 23J sólo son posibles tres escenarios. Que se permita gobernar al PP porque han ganado las elecciones. Es el mantra que llevan repitiendo las últimas 24 hora. El segundo es un bloqueo del país. El tercero: "Que todos los que han perdido exploren una mayoría alternativa con populistas e independentistas", subrayaba poniendo el dedo en la llaga porque el Sánchez dependería de una abstención del prófugo Puigdemont si quiere revalidar su mandato en La Moncloa.
"No seremos rehenes de la voluntad de nadie. Tampoco del candidato socialista", advertía mientras continuaban los aplausos.
Tocaba cerrar filas y todos los dirigentes territoriales se han puesto a ello. La consigna: que quede claro que han ganado las elecciones. A Isabel Díaz Ayuso le preguntaban si el liderazgo de Feijóo estaba en entredicho. "No creo", respondía. Después de una elocuente pausa subrayaba su fidelidad al líder. "Madrid va a estar al lado de Feijóo en todo momento", insistía. El nombre de Ayuso fue ayer el más coreado a las puertas de Génova interrumpiendo el discurso del gallego y encendiendo las alarmas en Génova. En contra de la victoria incontestable que la dirección nacional quiere vender desde el minuto uno, ella es de las pocas que le echa agua al vino. "Ninguno estamos para fiestas". Ni ellos ni el PSOE.
A pesar de los matices todos los barones coinciden en que Feijóo debe tomar la iniciativa e intentar la investidura. Admiten que "la aritmética no es buena" pero que "toca pelear". Muchos recuerdan lo que pasó con Inés Arrimadas cuando a pesar de ganar las elecciones en Cataluña en 2017 , no se presentó a la investidura. "Hay que intentarlo. No podemos dejarlo pasar y que nos pase como a Arrimadas y nos quedemos en el y si...", reflexionaba en privado una importante dirigente popular.
"De amargura nada. Hemos ganado las elecciones", decía el aragonés Jorge Azcón pendiente de lo suyo. Y lo suyo es terminar de cerrar un acuerdo con Vox en Aragón que permita su investidura. A pesar de las amenazas de los de Abascal, él cree que el acuerdo con la extrema derecha "va ok".
Otra cosa es lo que pase en Murcia. Su presidente Fernando López Miras admitía a las puertas de Génova que su región sigue bloqueada y que Vox no se ha puesto en contacto con él para desatascar la situación.
Esa era la otra gran pregunta. Si los pacto con la extrema derecha le han pasado factura a Alberto Núñez Feijóo el 23J. "En mi caso no creo", aseguraba el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón.