24 horas después de la insinuación de Alberto Núñez Feijóo, aparentemente inocente, alimentando las sospechas sobre el voto por correo, parece que la tormenta amaina. Dijo el candidato del PP a los carteros que trabajaran día y noche "independientemente de sus jefes" para que se distribuyeran todos los votos por correo y eso, claro, sonó a acusación velada.
En su mitin de la tarde del jueves, un día más tarde, Pedro Sánchez pasaba por el tema con una referencia tangencial. Ha acusado a la derecha de hacer, desde siempre, uso de "cualquier método para poder llegar al poder y horadar la credibilidad de los socialistas". Una frase en toda la intervención después de un día con el sufragio postal como protagonista en todas las entrevistas. En el caso de Feijóo, no se ha dirigido a los carteros esta vez, ni ha hablado del voto por correo.
Sin embargo, sí ha hecho hincapié que el PP "se apodera de las Instituciones", aunque las que ha nombrado han sido otras como el TC, el CGPJ o el CIS. En el último tramo de su discurso, ha mencionado la incertidumbre de estas elecciones por la fecha y los 12 millones de españoles que estarán fuera de su casa, pero tampoco ha mencionado el sufragio por correo.
Los dos líderes parecen haber pasado página tras un protagonismo del asunto en el debate diario de campaña electoral durante la tarde del miércoles y casi todo el jueves. La propia empresa pública de Correos ha entrado en la bronca para reivindicarse y asegurar que el proceso estaba garantizado con 20.400 contratos para reforzar su plantilla y la medida de ampliación de horarios de oficinas oficinas a incluso en domingo. Y parece que eso y las declaraciones de los sindicatos han ayudado a rebajar la bronca.
El director adjunto de operaciones José Luis Alonso Nistal no ha dejado de dar entrevistas en todo el día. Mientras, los sindicatos aclaraban que una cosa son sus reivindicaciones y otra la garantía del proceso de voto por correo, que no cuestionan, y que las horas extra están aseguradas e incluidas en convenio y presupuestos.
Y así, poco a poco, se han calmado las aguas sobre un proceso en el que la plantilla está poniendo mucho de su parte. Un 30% de los trabajadores ha cambiado la fecha de sus vacaciones voluntariamente para trabajar durante estos días, en los que el el 7% del censo ha solicitado votar a distancia. En toda España, los repartidores buscan a los destinatarios para entregarles la documentación; les responden en la calle a sus dudas dudas y preguntas; y muchos de ellos trabajarán el fin de semana. Se están "pegando una paliza", aseguraba este viernes Miguel Mora, del sindicato Libre de Correos en el programa de AR tras sentir que se cuestionaba el trabajo de carteros y personal de oficinas.
La acusación velada de Feijóo se ha ido rebajando poco a poco. El jueves por la mañana ya aseguraba que él no ha hablado de pucherazo, sino de los atascos y ha pedido el voto por correo en redes sociales. Pero lo dicho, dicho quedaba. Además, el primer mensaje tuvo la ayuda de su portavoz Cuca Gamarra, nal decir que "puede parecer que Correos no está siendo diligente". Por su parte, Santiago Abascal culpa a los sindicatos al señalar que son ellos los que han hablado de "muchas dificultades" y de que el aumento de personal "ha sido un auténtico engaño".
Las primeras afirmaciones de Feijóo, que en su día dirigió Correos, molestaron profundamente a PSOE y Sumar. Mientras Yolanda Díaz le acusaba de decir mentiras, Sánchez le reprochaba estar socavando la confianza en las Instituciones. Para la izquierda, además de sembrar dudas en el Gobierno, la sombra del pucherazo es una excusa previa a unos resultados electorales peores que los que esperan y los que dicen las encuestas.
De hecho, el candidato socialista recordó en una entrevista que tras las elecciones del 28 de mayo, en las que el PP y Vox si alertaron claramente de pucherazos, ya no han vuelto a decir nada, al teñirse el mapa municipal y autonómico de azul.
Se espera que los votos solicitados hasta las diez de la noche de este jueves sean dos millones y medio, una cifra de récord motivada por la convocatoria veraniega y con muchos españoles de vacaciones.
Distribuyéndolos, carteros como Manolo. En su carro, esta semana solo hay propaganda electoral, votos por correo, y entregas urgentes. Nos lo enseña mientras habla con nosotros, apresurado, para terminar de su reparto en el que lleva unos 80 votos por correo. "Estas elecciones solo han puesto de relieve un problema de personal que ya existía", explica este cartero, al que como a sus compañeros, le han ofrecido trabajar el fin de semana.
En la línea de los sindicatos, habla de una plantilla menguada en los últimos cinco años, sin contratos nuevos contratos fijos pese a las convocatorias de plazas, y que ha pasado de tener 64.000 puestos estructurales a 54.000. De ellos, 30.000 son carteros que estos días patean las calles. A su juicio, el problema de personal de Correos -"con muchos mandos intermedios"- y pocos trabajadores de base, "se ha ido parcheando hasta ahora, pero con las elecciones ya no se ha podido ocultar".
Manolo reparte en Madrid, una de las zonas donde está habiendo más problemas con el voto por correo, por la cantidad de población: "Tiene que haber muchos refuerzos para que podamos llegar", afirma al tiempo que asegura que están desbordados. Justo en ese momento, un ciudadano que pasa por la calle le pide hablar con él. A su regreso a la charla, Manolo confirma que era alguien que preguntaba por su voto por correo, a 24 horas de la operación salida de la primera quincena de julio.
En León, otro repartidor, Abel, explicaba en Twitter el miércoles que, por ejemplo él, había ido ese día hasta una pista de petanca para buscar a un elector que había solicitado el voto por correo y que había conseguido entregar otro en un huerto.
Aseguraba Abel que ninguna empresa privada mimaría tanto el servicio a los usuarios. Un servicio que en 17 procesos electorales ha funcionado correctamente.
Cierto que la cercanía de los escándalos de Melilla o Mojácar con el voto por correo del 28 de mayo ayuda a los entusiastas de bulos y teorías de la conspiración. En esa ocasión, los partidos de derechas hicieron una denuncia más tajante, porque incluso se llegaron a abrir procedimientos judiciales.
Las trampas, en esos casos, eran totalmente al margen del proceso oficial, ya que las mafias manipulaban la documentación que sus votantes comprados les habían cedido a cambio de hasta 200 euros. Los investigados introducían las papeletas que querían ellos y se encargaban de depositar los votos por correo.
Para frenarlo, se decidió pedir identificación a las personas que fueran a depositar los votos, de esa manera se evitó que los mismos delincuentes siguieran entregando decenas sufragios manipulados. El golpe se paró a tiempo y en ninguno de los lugares afectados por estos escándalos los resultados cambiaron por el voto por correo.
Las elevadas cifras del sufragio postal para el 23J, se convierten en un caldo de cultivo para sembrar sospechas, que poco a poco van amainando.
Este lunes, Correos ha anunciado que se ampliará el horario de oficina hasta las diez de la noche en algunos locales de ciudades de más de 50.000 habitantes. Además, el sábado estarán abiertas hasta las nueve y el domingo hasta mediodía.
Esas oficinas se dedicarán a recibir votos, mientras los carteros seguirán repartiendo documentación. Porque aunque el plazo para solicitarlo terminó el jueves por la noche, los electores seguirán recibiendo sobres y papeletas hasta el día 16. Para depositar el voto por correo hay tiempo hasta el jueves 20, aunque todo el mundo cuenta con que se amplíe hasta el viernes, como se hace siempre.