Historias de Cuelgamuros | "El abuelo, pronto a casa", el grupo de 'Whatsapp' de la familia Gil, a la espera de la exhumación

Las tres hermanas Gil y su primo tienen un grupo de 'Whatsapp' con el nombre "El abuelo, pronto a casa", y desde este lunes, "el abuelo" está más cerca. El cuerpo de Rafael Gil es uno de los que buscan los 15 técnicos forenses que este lunes han entrado a Cuelgamuros para empezar con las tareas de localización, identificación y exhumación de 128 víctimas cuyas familias han reclamado recuperar. Rosa, una de las nietas de Rafael, habla con NIUS desde Barcelona y asegura que al conocer la noticia ha "llorado", porque se trata de un paso muy grande.

Su abuelo era agricultor y fue reclutado por el bando nacional. Murió de un disparo en la cabeza y tras ser enterrado en Zaragoza, su cuerpo se trasladó a Cuelgamuros sin permiso de la familia.

No saben cuándo lo recuperarán , pero se sienten más cerca de ese momento que que les de paz, después de 17 años de búsqueda.

A Rosa le preocupa que las elecciones supongan un cambio de Gobierno y que todo se paralice: "El dolor no es político", exclama tras explicar que su abuelo, agricultor, luchó en el bando nacional y que lo trasladaron desde Zaragoza a Cuelgamuros sin permiso de la familia.

Pedro Gil, el agricultor que fue triste al frente y al que trasladaron a Cuelgamuros sin contar con la familia

Pedro Gil, el abuelo de Rosa, recibió un tiro en la cabeza cuando se iba a almorzar. Estaba en el frente, luchando en el bando nacional en Tardienta, en Huesca. Agricultor, de Tajahuerce, en Soria, fue reclamado para la Guerra con un niño de un año y su mujer embarazada. "Fue triste", nos cuenta Rosa que desconoce las inclinaciones políticas de Pedro, pero que quiere que sus restos estén en Soria.

Cuando murió, Pedro era zapador, hacía trincheras y le habían puesto ahí, precisamente por estar casado, tener un hijo pequeño y otro en camino. El disparo en la cabeza no le mató al instante, pero Pedro acabó muriendo en el Hospital Militar de Zaragoza, que expidió un certificado de defunción.

Lo enterraron cerca del cementerio de la capital aragonesa, pero en el 61, trasladaron el cuerpo sin permiso de la familia, que por entonces no solía hablar de él.

En mi casa no se hablaba del abuelo, me enteré de que había muerto en la guerra por una discusión fea con otro niño en la calle

Rosa tenía nueve o diez años cuando se enteró de que su abuelo había muerto en la guerra y fue por "una conversación fea" con otro niño que se lo dijo. Ese día, al llegar a casa, le preguntó a su madre qué pasaba y ella le dijo que sí, pero que era algo que al padre de Rosa "le producía mucho dolor" y que mejor no lo hablara con él.

Y así pasaron los años. Pero en 2006, ella por su lado, y su padre por el suyo empezaron a pensar en "el abuelo" y en buscarlo: "Nunca olvidaré el día que fuimos a Tardienta mi padre, mi madre, mis dos hermanas y yo. Paseamos por las trincheras y fue muy emotivo. Después nos fuimos a comer juntos los cinco, alrededor de una mesa redonda, fue un día muy especial".

A Rosa le "había salido el tema" en terapia, y su padre ya con 70 años, empezó a sentir la necesidad de recuperar los restos y llevarlos a Tajahuerce. La la familia empezó a buscar, también con su primo, el hijo del bebé póstumo que tuvo la mujer de Pedro.

Las tres hermanas y su primo, todos Gil, son los que forman parte de ese grupo de 'Whatsapp' que han llamado "el abuelo, pronto a casa".

Su lucha tomó más cuerpo den 2016, cuando un juez de San Lorenzo del Escorial dio la razón a la familia de los Hermanos Lapeña, tres bilbilitanos que acudieron a la Justicia para recuperar los cuerpos. Al saber que tras ese logro estaba el abogado Eduardo Ranz, acudieron a él, para conseguir que el cuerpo de Pedro también fuera exhumado. En 2017 consiguieron el certificado de exhumación , pero es ahora, seis años después, cuando realmente lo ven cerca.

"El deseo de recuperar el cuerpo "no ha parado nunca". Lo que más lamenta Rosa es que su padre no podrá verlo, porque murió en Navidad. Sin embargo, este lunes por la mañana, su madre le ha dicho que la entrada de los forenses era "una esperanza nueva" y que ahora el abuelo podría descansar junto a su hijo, el padre de Rosa.