"Golpe de efecto", "giro de guion", "electroshock", "inyección de adrenalina". A los analistas políticos se les han agotado las metáforas para describir el inesperado movimiento de Pedro Sánchez de adelantar las elecciones generales cuatro meses tras el tremendo batacazo electoral sufrido por el PSOE el 28M. Las urnas se colocarán el 23 de julio, por primera vez en plenas vacaciones de verano, un hecho insólito. Una decisión tomada entre la aciaga noche del domingo para los socialistas y la mañana del lunes y que solo conocía el núcleo más estrecho del presidente del Gobierno. ¿Es un suicidio o una jugada maestra?.
La respuesta se sabrá ese domingo por la noche, pero lo único cierto es que Sánchez ha puesto el tablero patas arriba con una jugada de alto riesgo muy acorde a su carácter y a su forma de actuar. Su máxima es que la mejor defensa es un buen ataque y ha subido la apuesta. Tras perder las municipales por alrededor de 760.000 votos frente al PP y el poder territorial, quiere anticipar su cuerpo a cuerpo directo con Feijóo. La idea que el presidente trasladó a su Ejecutiva es que "si se puede ganar es ahora".
Se lo juega todo a una carta. Para muchos, la única salida que le quedaba para intentar salvar los muebles. En su declaración institucional sin preguntas en el Palacio de la Moncloa asumió el desastre electoral. "Y por eso, como presidente del Gobierno y también como secretario general del Partido Socialista, asumo en primera persona los resultados y creo necesario dar una respuesta y someter nuestro mandato democrático a la voluntad popular", argumentó Sánchez.
Con ese movimiento inesperado que tensiona el escenario busca movilizar a toda la izquierda y aglutinar el voto en su persona, frenar el desgaste de seis meses más en el Gobierno, intenta acallar las voces críticas del PSOE, forzar a que Podemos y Sumar den un paso al frente y coloca la cita en plena negociación entre PP y Vox para formar gobiernos municipales y autonómicos. Ya se anticipa que ese será el eje central de su campaña. O un Gobierno de progreso o uno con "ministros de Vox". O nosotros o ellos. No hay más. Esas son las claves de la decisión.
El movimiento de Sánchez le ha permitido cambiar el marco del debate de forma inmediata. Ha pillado a todos los partidos con el pie cambiado. Al PSOE en estado de shock por la debacle, a Podemos igual y al PP en pleno triunfo tras teñir el mapa de azul. Hasta Alberto Núñez Feijóo se quejó de que el líder socialista pretendía que su victoria pasase "desapercibida". A renglón seguido, mostró su satisfacción por la convocatoria porque "mejor cuanto antes" para que España inicie un nuevo rumbo.
"¿Cuál era la alternativa? ¿Agonizar hasta diciembre? ¿Desangrarse poco a poco?", se preguntan algunas voces socialistas que tras la sorpresa inicial cierran filas y defienden que el paso de Sánchez es "valiente y acertado", la única oportunidad que ven de poder "remontar".
Esa "agonía" obedece al desgaste en el Gobierno de coalición. Sánchez ya llegó a la precampaña muy tocado tras el fiasco de la ley del 'solo sí es sí' y las divisiones internas con Podemos. El panorama que vaticinaban algunas fuentes del PSOE era el de seis meses con un PP envalentonado poniendo en duda la legitimidad del Gobierno y un Podemos en la trinchera desbocado cuestionando cada decisión del sector socialista.
Un tiempo, explican, que solo iba a servir para acrecentar la mala imagen del Gobierno y que se iban a convertir en una "tortura". Además, señalan otro factor: la mayoría de leyes importantes ya están aprobadas. El propio Sánchez hizo referencia a ese asunto en su declaración al destacar que el Ejecutivo ya ha emprendido "las grandes reformas comprometidas en el discurso de investidura, en el programa de Gobierno". Eso sí, se quedarán en el tintero 60 leyes en tramitación parlamentaria.
Sánchez intenta adelantarse a una rebelión interna tras el fracaso electoral. Amortigua las críticas que ya apuntan a Ferraz por el diseño de una campaña donde el secretario general ha sido protagonista absoluto con una presencia muy intensa. 15 días en los que el debate ha sido en clave nacional y ha arrastrado a barones y alcaldes socialistas al desastre. A juicio del presidente, la primera consecuencia de los resultados es que "magníficos presidentes y alcaldes socialistas van a ser desplazados" pese a haber llevado a cabo "una gestión impecable".
Había temor en la cúpula de que se abriese el melón del liderazgo, ahora al PSOE no le va a quedar otra que apretar las filas para no hundirse. La dirección sostiene que no hay discrepancias ni discusión sobre la autoridad de Sánchez que será el candidato socialista. El propósito de Ferraz es activar el partido desde ya y enchufarlo en una nueva campaña sin dejar margen para ahondar en la depresión.
El golpe de timón de Sánchez impacta directamente a la izquierda del PSOE. Yolanda Díaz e Ione Belarra, Sumar y Podemos no habían resuelto si irían juntas a las elecciones pero ahora no les queda otra que que darse prisa. En diez días tendrán que comunicar a la Junta Electoral Central si se presentan en una coalición o van por separado. No tienen más margen.
Las primeras señales que llegaron desde las dos partes fueron llamamientos a la unidad. La actual líder de Podemos proclamó que ya están trabajando buscando un pacto express. Desde la plataforma que lidera la vicepresidenta señalan que todo está muy avanzado. Ahora mismo las primarias, la exigencia de los morados para sumar con Díaz, parecen descartadas.
Todos señalan que han entendido el mensaje de que la división en la izquierda les ha perjudicado en las urnas. No han entrado en algunas instituciones porque no han llegado al mínimo exigido y los votos se han perdido. Sumar no se presentaba este 28M pero los partidos de su órbita como Compromís, Más Madrid o En Comú Podem no han tenido buenos resultados. Lo de Podemos ha sido todavía peor, ha sido fulminado de parlamentos autonómicos como la Asamblea de Madrid o las Cortes Valencianas.
Una circunstancia que va a utilizar al máximo Sánchez es que el PP estará negociando con Vox los gobiernos municipales (junio) y autonómicos (julio) en plena precampaña y campaña. Esta última empieza oficialmente el 7 de julio y acaba el 21. Un momento delicado e incómodo para Feijóo que el PSOE va a aprovechar para agitar el miedo a la ultraderecha.
Ese será el eje central de la estrategia socialista. Todos sus dirigentes trasladarán que que el 28M no solo ha ganado Feijóo, sino el partido de Santiago Abascal que será fundamental para formar gobiernos. El presidente ya aludió en su declaración a que numerosas instituciones serán administradas por nuevas mayorías conformadas por el Partido Popular y Vox.
Las cuentas que hacen en Moncloa es que con los datos del 28M en la mano el PP mejoraría extraordinariamente sus resultados pero no suma mayoría absoluta con Vox. Una conclusión que hay que tomar con cautela porque los datos no son extrapolables de unas elecciones a otras. El partido de Santiago Abascal ha caído del 15% en las generales al 7% en el voto total, pero no ha presentado candidatura en muchos pueblos donde sí tendría votantes en unas generales.
En el PSOE subrayan que han tenido 400.000 votos menos que en 2019, que su porcentaje no baja del 28% y que 3 puntos y medio de diferencia con el PP no es "una tragedia". Recalcan que sus electores no se han ido a otros partidos sino que se han quedado en casa.
El volantazo de Sánchez es temerario, pero al igual que cuando se presentó a liderar el PSOE tanto la primera como la segunda vez o cuando se lanzó a una moción de censura sin apoyos tiene muy pocas opciones, pero nada que perder.