El hermano del empresario Juan Miguel Isla, cuyo cuerpo apareció el pasado mes de marzo escondido en un pozo, guardó durante meses una pistola que le entregó presuntamente el principal acusado de la muerte de su familiar, el día después de su fallecimiento. Francisco cogió la pistola esa misma mañana del maletero del coche de su amigo Antonio Caba, la escondió en una nave industrial de su propiedad, y guardó silencio hasta que diez días después de las primeras detenciones y con su amigo ya en prisión preventiva, llamó a los agentes de la Guardia Civil y alertó de que, durante toda la investigación, había escondido un arma. Antes, según ha podido confirmar NIUS, el empresario envió un mensaje a varios miembros de su familia: "El año pasado me dio Caba una pistola. No sé seguro si fue antes o después del asesinato. La entrego a la UCO para su comprobación".
Y así lo hizo, el pasado 27 de marzo. Dos días antes y según su declaración completa, se marchó solo hasta la nave donde la había escondido para sacarla del lavabo donde había guardado el arma, dentro de una caja roja y una bolsa de basura. No era la primera vez que iba. Dos meses antes de que desapareciera su hermano, estuvo también en el lugar para sacar de allí la munición, que según su testimonio acabó en la basura. Según explicó a los agentes, Francisco tenía miedo de que “alguien pudiera cogerla y pegarse un tiro”.
Los agentes trabajan ahora para conocer primero si el arma tiene algún tipo de relación con el crimen, y segundo si el hermano de la víctima era conocedor del asesinato o tiene algún tipo de implicación en el mismo. Sobre el primer punto, la autopsia todavía no ha sido definitiva sobre la causa de la muerte, con lo cual, no hay un arma definida. Además, Caba era poseedor de varias armas de fuego además de la que entregó al hermano del fallecido. Sobre la segunda cuestión, el detenido por tenencia ilícita de armas ha negado cualquier conocimiento sobre la muerte de su hermano, con el que no mantenía una buena relación.
Ante los agentes, Francisco explicó que el principal investigado le dijo 20 días antes de la desaparición de su hermano que quería entregarle una pistola. Él no preguntó. Ni siquiera después de saber que su hermano había desaparecido la misma mañana en la que el intermediario de fincas le entregó el arma en el aparcamiento de un bar de carretera que ambos solían frecuentar. “Sí recuerda que poco después de tener el arma, no pudiendo precisar si ya la había llevado a su nave de Villarta de San Juan o no, le llamó por teléfono su hermana Mari Paz para informarle que Juan Miguel no aparecía”.
Sin embargo, el hermano de la víctima no contestó a una de las preguntas que más intrigan a los investigadores. O al menos no aportó en su contestación información alguna, cuando explicó que no había “un motivo concreto” por el que Antonio Caba le había dado una pistola. El principal investigado no le explicó ni el origen del arma, ni la necesidad que tenía de sacarla de sus manos, ni para qué había sido utilizada, ni porqué tenia que entregársela con premura ese mismo día a las ocho de la mañana. Nada. “Que la tenía que guardar en algún sitio”, contestó el hermano de la víctima como explicación al hecho de que guardase la pistola en una nave de su propiedad que no estaba en uso. “Que nadie tiene acceso, solo algún tractorista tiene posibilidad de entrar al solar”, explicó.
Poco después, matizó que el intermediario de fincas no le pidió que escondiese la pistola, si no que simplemente la puso en sus manos. “Que hasta que se produjo la detención de Antonio Caba no creyó que fuese el responsable del asesinato de su hermano Juan Miguel y, por tanto, que el arma entregada pudiese estar relacionada con los hechos”, mantuvo tras ser detenido.
Además, confirmó a los agentes que pese a la mala relación con su hermano, al que ni siquiera devolvía el saludo según la familia de la víctima, tenía conocimiento de los movimientos de dinero en efectivo que se estaban realizando tras la compra de una de las fincas heredadas de su padre por su hermano Juan Miguel. “Que sí, que un día o dos antes el propio Antonio Caba le informó de ello. Ese 'día desconocía el importe concreto, pero al día siguiente, tras conocer el detenido a través de su hermana Mari Paz que su hermano Juan Miguel había desaparecido, contactó por teléfono con Caba para informarle, momento en el cual éste le precisó que el importe que cobró Juan Miguel en La Solana el día anterior era de 50.000 euros [...] que no tenía ningún interés ni particular ni era parte del proceso de venta. Caba le mantuvo informado de esta transacción por ser hermano de Juan Miguel”.
Fue entonces cuando los agentes de la Guardia Civil le preguntaron de nuevo por la tardanza en más de ocho meses en poner en su conocimiento la existencia de ese arma. Incluso le recordaron que, pese a las detenciones, el nombre de Caba como principal sospechoso había saltado semanas antes a los medios de comunicación, a los que no dio credibilidad. “Que sí conocía de la existencia de informaciones en los medios de comunicación social, como la existencia de conversaciones intervenidas a los implicados, pero que esta circunstancia no influyó en su decisión”.