El pasado martes arrancó en los juzgados de Marbella el juicio oral contra la llamada banda de Mekky, el clan de los suecos, o lo que es lo mismo, el grupo de presuntos sicarios acusados de ejecutar a dos narcos en las calles de Marbella en 2018 en mitad de una guerra por el control del tráfico de drogas en la Costa del Sol. Y durante los dos últimos días, los principales acusados reconocieron en sus declaraciones distintos grados de participación en los dos asesinatos investigados. Según ha podido conocer NIUS, su testimonio llega después de un pacto cerrado en los días anteriores con la Fiscalía, en unos términos que todavía no se han hecho públicos pero que hacen intuir importantes rebajas de penas por colaboración.
Esta la segunda vez que este procedimiento llega a la sala, después de que el juez fijase la fecha del procedimiento para octubre de 2021 y la defensa de los principales acusados presentase un recurso en las cuestiones previas que consiguió retrotraer la causa de nuevo a la fase de instrucción para la repetición de varias pruebas.
Como principal cabecilla de esta red, según las pesquisas de la Policía Nacional, se encuentra Amir Mekky, el joven detenido en 2020 en Dubai (Emiratos Árabes) y que según los escritos de acusación lideraría junto a su hermano Fahkry una red de asesinos a sueldo que trabajaban para distintos clanes de la droga. Junto a otros dos hermanos, Karim y Ahmed Abdul Karim, se les considera autores de dos ejecuciones a sangre fría en Marbella. La primera fue la de un presunto narco llamado David Ávila, apodado Maradona y que fue acribillado en su coche al salir de la comunión de su hijo en San Pedro de Alcántara (Málaga).
El sicario escapó de la zona, según las investigaciones, en una moto comprada en Alemania por una pequeña traficante nacida en Suecia. Después, sin más papeles, el vehículo apareció en la Costa del Sol y la Policía Nacional lo vincula directamente con el crimen por las imágenes de las cámaras de seguridad, las declaraciones de los testigos y sobre todo, por las muestras de pólvora encontradas en el manillar. La moto fue encontrada en el garaje de la urbanización donde residían los ahora investigados, que según ha podido conocer NIUS tenían como estrategia antes de este acuerdo plantear la invalidez de los restos de pólvora encontrados por la Policía Científica.
El 20 de agosto de ese mismo año se produce el segundo asesinato que se investiga en este juicio. La víctima fue el presunto narco Sofian Ahmed Barrak, apodado Zotaco, que fue abatido por un pistolero de madrugada y en plena calle cuando salía de su vivienda en Marbella. Los agentes sospechan que alguien le llamó minutos antes por teléfono para hacerle salir de su casa con urgencia mientras un sicario esperaba oculto detrás de unos contenedores de basura. Después, el asesino se marchó de la escena del crimen en una bicicleta. Los investigadores vinculan también al clan de los suecos con este segundo asesinato en la Costa del Sol.
De hecho, los informes policiales manejan la tesis de que ambos crímenes tienen como causa una guerra entre clanes por el control del narcotráfico. Según esta tesis, Zocato habría contratado al grupo de los hermanos Mekky para acabar con Maradona, uno de sus principales competidores y luego se negó presuntamente a pagar el encargo, por lo que fue también asesinado, presuntamente por el mismo grupo de sicarios.
Sin embargo y en este segundo crimen, el sumario del caso recoge también una versión distinta. Una explicación aportada por una investigación abierta en Ceuta por la Guardia Civil que señalaría a otro conocido narco local, apodado Lala El Loco y ya fallecido, como el presunto inductor de ese asesinato, después de acabar presuntamente con la vida de otro conocido traficante del Estrecho, Mohamed Taibeb Ahmed, apodado El Nene. El problema de esta línea de investigación es que el supuesto culpable también estaría muerto, ya que fue asesinado en 2020.
En la investigación del caso, existen numerosas pruebas de ambos asesinatos, que fueron grabados incluso por varias cámaras de seguridad. Sin embargo, uno de los principales retos del juicio será demostrar la autoría real de las muertes, ya que el pistolero que finalmente empuñó el arma en ambos casos llevaba un pasamontañas con el que ocultaba el rostro.
La defensa de los hermanos Mekky manejaba además un informe para acreditar por medio de los datos de sus terminales móviles que los dos acusados, considerados los líderes de la banda, estaban en el momento de los asesinatos lejos de las víctimas, en contra de lo que reflejan los informes aportados por la Policía Nacional. Ahora, los dos han reconocido ser cooperadores de los crímenes pero no los autores materiales.