Los números son de infarto: 152 imputados por pertenecer a la mayor red de narcotráfico juzgado hasta ahora en el Estrecho, cuatro salas para que se celebre el juicio, seis investigados en paradero desconocido y en la mente de muchos, el macro juicio anterior en el que los hermanos Castaña (Fracisco y Antonio Tejón), salieron prácticamente ilesos después de meses de investigación. En este nuevo envite judicial, el primero no está investigado y el segundo estaba en prisión durante gran parte de las investigaciones. Aun así, la Fiscalía le coloca en la cúspide de esta presunta organización y dice que daría las órdenes gracias a las visitas en prisión de un subalterno, que responde a las iniciales de A.C.J. Para afianzar su tesis, el Ministerio Público ha retirado los cargos a una veintena de personas antes de arrancar el juicio, y ha llegado a acuerdos de conformidad con otras 62 personas, que han reconocido los hechos.
Sin embargo, hay otros números en esta gran operación que no se conocen. El primero es el cuatro. Es el número de veces que la Guardia Civil consiguió colocar balizas GPS en las lanchas de los presuntos narcos sin que ellos se dieran cuenta. Así y con autorización judicial, consiguieron controlar los movimientos de los traficantes del Estrecho desde que arrancó la investigación en 2020 controlada por el Juzgado de Instrucción número 5 de Algeciras.
Según la documentación consultada por NIUS, la investigación se abrió ante la evidencia de que los traficantes del Estrecho habían trasladado su principal a la zona de Huelva ante la presión de la Guardia Civil y la Policía Nacional sobre los canales más cercanos a Gibraltar. Fue el 24 de febrero de 2020 cuando los especialistas del Instituto Armado consiguieron balizar la primera lancha sin ser detectados. En ese primer ensayo, los narcos localizaron el dispositivo de seguimiento cuando lanzaron el bote al agua, pero poco después, fue una embarcación de Vigilancia Aduanera la que avistó según los informes esa misma embarcación cargada de fardos.
La segunda lancha fue balizada en secreto a principios de mayo y otra el 29 de julio de 2020, cuando los especialistas de OCON Sur consiguieron ponerle una baliza GPS sin ser detectados. En ese momento los agentes andaban detrás de uno de los presuntos narcos, apodado Coco y considerado uno de los lugartenientes de Antonio Tejón. Los agentes pasaron días vigilando la guardería donde estaba oculta la barca junto a una de las bocanas del río, y los movimientos de quienes la custodiaban, con otro presunto narco conocido como “El Pulga” a la cabeza. Con el sistema de seguimiento, lograron detectar el desembarco de 20 fardos de arpillera cargados de hachís, que los investigados abandonaron a la carrera.
Sin embargo, los narcos no detectaron el seguimiento y utilizaron de nuevo la barca en días posteriores para presuntos envíos, que quedaron registrados en la causa. La operación tiene más mérito si tenemos en cuenta que los narcos pasaban un sistema de detección de balizas cada vez que echaban al mar una de sus barcas para evitar este tipo de seguimientos.
La siguiente imagen fue tomada por los agentes cuando balizaron otra de las embarcaciones el 8 de mayo de 2020, aprovechando un momento en el que los investigados dejaron sin protección el embarcadero.
Poco después, los narcos la echaron al agua y su movimiento arrojó estos datos:
Así fue como el 9 de mayo de 2020 los agentes seguían en rumbo de una de estas lanchas por medio de una señal GPS desde su salida de Marruecos a las cuatro de la madrugada . Sin embargo, los operadores del Sistema Integral de Vigilancia Exterior (SIVE) que vigilan el Estrecho indicaron a los agentes que en la posición donde marcaba el GPS, lo único que se podía ver desde su posición era un pesquero. Nada más. Ni rastro de la lancha. A las siete de la mañana, la señal indicaba que la neumática estaba “a escasos metros de Punta Mala”, pero allí no había visual tampoco de la embarcación. Así fue como los agentes decidieron enviar un dron y confirmaron sus sospechas. La lancha rápida estaba allí, donde la tecnología indicaba que estaba, pero escondida y “abarloada” al pesquero “en el estribor de este, zona oculta al visionado desde la costa”, según reflejan los informes de los investigadores sobre ese día y refleja la imagen que acompaña este reportaje.
“En el reconocimiento de las embarcaciones se corrobora como la embarcación semirrígida investigada en estas diligencias está abarloada a un pesquero del cual no sobresale ni por proa ni por popa, observando los agentes como la embarcación va cargada de un gran número de fardos de hachís, procediéndose a la activación de más personal de la Unidad ante un inminente alijo de hachís. Es de reseñar la actitud de los tripulantes de la "goma" durante los 29 minutos que realizan la parada, apreciándose como estaban a plena luz del día (pero no siendo vistos desde costa por el abarloamiento) muy tranquilos charlando con los tripulantes del pesquero, a la espera de recibir las órdenes oportunas para
alijar”, explican los agentes de la Guardia Civil.
Lanchas esperando con sombrillas a entrar en España cargadas de fardos, tripulantes destinados a suministrar agua y combustible en los momentos de espera, e incluso cuadrillas que presuntamente controlan drones desde la costa para vigilar la posible presencia de embarcaciones de la Agencia Tributaria o la Guardia Civil. Todo eso quedó reflejado en imágenes y servirá de prueba en este juicio.
Los mensajes intervenidos en la red francesa Encrochat, avanzados por este diario, reflejaron además cómo los distintos grupos dentro del mercado negro del hachís en el estrecho colaboran de forma coordinada como pasadores para las grandes mafias internacionales que trafican por toda Europa. Para marcar la droga en sus envíos, los traficantes utilizaron imágenes como la del personaje de ficción Thomas Shelby, líder del violento grupo mafioso que protagoniza la serie de ficción británica Peaky Blinders.