11 millones de multa y 30 en joyas, tractores y fincas: el legado de Pura Urrea que la Diputación de Albacete devuelve a la familia
Purificación Urrea legó una fortuna en 1966 que ha estado en manos de la Diputación de Albacete y que los descendientes reclaman desde el año 2000
La condición del testamento era la construcción de un hospital para niños pobres que nunca se llegó a hacer
La institución cumple así una sentencia impuesta por la Audiencia Provincial en julio
Un collar de perlas cultivadas, pendientes, pulseras, tres tractores, dinero en metálico, acciones y sobre todo, tres terrenos en Albacete son parte de la herencia que Purificación Urrea dejó al morir, en 1966. Desde entonces, y hasta ahora, su legado ha estado dando vueltas. Después de décadas en manos de la Diputación de Albacete, este jueves la institución ha anunciado devolverá todos los bienes a los descendientes indirectos de esta hidalga manchega para cumplir con la sentencia que la Audiencia Provincial dictó en julio. Además, terminará de abonar una indemnización de 11 millones de euros a la familia, de los que quedan ocho por pagar (los otros tres los ha ido entregando a plazos).
Purificación nació en 1886 en una "familia bien" de la localidad albaceteña de Villarobledo. Su padre, el terrateniente Pedro Urrea y Sandoval llegó a ser alcalde de Albacete y presidente de la Diputación. Al morir sus progenitores, ella heredó la fortuna familiar, que además se fue fortaleciendo por vía matrimonial. Purificación, o Pura, se casó dos veces, ambas con hombres de la alta sociedad, y tuvo un hijo. Pero él murió antes que ella, y ahí, sin más descendencia directa, empezó el lío del legado.
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Sus propiedades están tasadas en al menos 30 millones de euros, donde las joyas de la corona son sus fincas, especialmente, las de Las Tiesas, La Casa del Pozo y Alpera, que suman cerca de 2.000 hectáreas. Los 11 millones que se han impuesto como multa corresponden a los rendimientos obtenidos gracias al legado y como castigo a lo que el tribunal ha calificado como una posesión "de mala fe", que la Diputación niega.
Purificación tuvo un hijo, pero murió antes que ella. En un primer momento, testó en favor de la congregación de San Juan de Dios con una condición, que en sus terrenos se construyera un hospital de nombre Hospital Asilo de la Purificación, "destinado al albergue, asistencia sanitaria y recuperación funcional de niños pobres que estén enfermos y desvalidos" según el testamento. La mujer dispuso que si la congregación no aceptaba, el legado debía pasar a manos de la Diputación que había sido presidida por su padre.
Así que cuando San Juan de Dios rechazó la herencia y las obligaciones que suponía, todo pasó a manos de la Diputación de Albacete. En ese tiempo, se instaló una sede del Instituto Técnico Agronómico Provincial o un centro para drogodependientes en sus fincas pero el hospital nunca llegó.
Así las cosas, en el año 2000 los sobrinos de Purificación empezaron a reclamar la devolución de los bienes, "para poder cumplir con la voluntad de su tía". En julio, tras 22 años de litigio, la Audiencia dio la razón a los descendientes de la familia. La Diputación empezó a pagar la multa y finalmente, este jueves han anunciado que van a liquidar la deuda y a devolver los bienes a los sobrinos de Urrea.
Ellos, a partir de ahora, tendrán que cumplir con la voluntad de la millonaria albaceteña y construir una fundación para ayudar a los menores en situación de vulnerabilidad.
El inventario
Las posesiones de Purificación están perfectamente inventariadas por la Diputación desde 1968, dos años después de la muerte de Pura. El detalle de sus bienes ocupa cientos de páginas e incluyen de todo, incluido dinero en efectivo, cartillas, mantelerías, cuadros, joyas, maquinaria agrícola, o acciones además de sus valiosas fincas.
La prensa regional, que en estos años ha seguido el tema con interés, también ha detallado el detalladísimo inventario en el que, por haber, había hasta un botijo.
Las joyas, que han estado bajo custodia de la Diputación, fueron inventariadas por el joyero albaceteño Vicente Mompó García, ya fallecido. Entre ellas, destacaba un collar de perlas cultivadas que en 1968 se valoró en 60.000 pesetas, 360 euros que entonces eran un lujo absoluto.
Purificación también tenía una pulsera de oro valorada en 25.000 pesetas y grabada con su nombre; una pulsera de brillantes y platino de cifrada en 76.000 pesetas; o unos pendientes de brillantes que en el momento de su muerte tenían un valor de 334.000 pesetas, más de 2.000 euros.
Por supuesto, también había dinero: nueve millones de pesetas en efectivo y otro tanto en acciones diversas, pero sobre todo del Banco Central de España.
Un Mercedes de época, tres tractores y diversa maquinaria agrícola, un televisor, una maleta, una máquina de coser Singer, un ladrillo de barro, una mantelería lagarterana, dos pieles de visón, o un botijo, son solo algunos de los objetos, que componen ese legado que ahora pasa a manos de la familia.
Su foto, en el salón de actos del Ayuntamiento de Urrea de Gaén, en Teruel
Manchega de nacimiento, Purificación estableció un vínculo emocional con otra localidad, Urrea de Gaén. Preguntamos por ella en esa localidad. Antonio Martín, 'El Toño', no solo nos da permiso para utilizar las imágenes de Purificación Urrea que existen en su blog, Valdecara, sino que además, nos habla un poco de su historia.
Según cuenta, ella llegó a esta localidad turolense de 400 habitantes a través de la Congregación de San Juan de Dios, ya que uno de sus responsables era de allí. "Y entre eso y la coincidencia entre el nombre del pueblo y el apellido de Purifiación", acabó yendo a visitarlo. Eso sí, nos aclara que pese a su apellido, el origen de Purificación no tenía nada que ver con la localidad.
El caso es que se creó un lazo sentimental, y finalmente, Pura donó alrededor de un millón de pesetas para ayudar a construir la Casa de Cultura. Urrea de Gaén la declaró hija adoptiva del pueblo, honor que se le concedió en medio de una gran fiesta, en su segunda y última visita a la localidad.
A día de hoy, Antonio asegura que todavía hay una fotografía de ella en el Salón de Actos de un pueblo que, pese a los 365 kilómetros que lo separan de Albacete, está al tanto de los avatares de esta herencia millonaria que ahora cambia de manos.