El Partido Popular lleva semanas cultivando su perfil más feminista impulsado por el viento de cola que le proporciona el goteo de rebajas de penas de la ley del ‘sólo sí es sí’ y que desangra al Gobierno de Pedro Sánchez, la oposición compartida con el feminismo clásico a la ley trans y las fotos con prostitutas de ‘Tito Berni’ en el caso Mediador.
Por primera vez en la historia en el PP creen que se encuentran en una posición mucho más cómoda que la del PSOE respecto al 8M. Hasta el punto de que en Génova apuestan por estar en la manifestación feminista de Madrid aunque con un perfil bajo. Sin representación de la dirección nacional aunque sí de diputadas y senadoras. No acudirán a la mayoritaria organizada por la Comisión 8M Madrid alineada con Unidas Podemos y la ministra Irene Montero pero sí participarán en la protesta alternativa convocada por el Movimiento feminista de Madrid con el que han mantenido distintas reuniones en las últimas semanas. También tendrán presencia en los 8M del resto del territorio nacional. “Lo más normal es que estemos en todas incluida la de Madrid”, confirman a NIUS desde el entorno de Feijóo.
“Es el 8M más difícil de la historia del PSOE. Vayan a la manifestación que vayan ¿qué pancarta van a coger? Irán a pedir perdón no a pedir derechos”, se preguntan esas mismas fuentes mientras presumen de cómo para el PP de Feijóo el feminismo ha dejado ser un problema para convertirse en un activo electoral en un año marcado por las urnas.
“Es con mucho el año más complicado para la izquierda en materia de defensa de los derechos de la mujer y en cambio el PP está extremadamente cómodo con este debate. ¿Quién le iba a decir a la izquierda que subiendo el paro y el IPC el PP prefiera hablar de feminismo y políticas de igualdad?”, añaden.
Tanto es así que ayer su jefe Alberto Núñez Feijóo presentaba al presidente Pedro Sánchez como un “machista” porque no aplica la paridad en su núcleo duro de Moncloa y preside un Ejecutivo que ha dado “el mayor paso atrás en la defensa de las mujeres”. Eso mientras presumía de la hoja de servicios de los gobiernos del Partido Popular respecto a cuestiones como la Violencia de Género o la igualdad.
“El feminismo hay que demostrarlo de verdad. No nos gusta el feminismo de la pancarta, no participamos del feminismo como arma arrojadiza dentro de la sociedad”, atornillaba Feijóo rodeado de mujeres en un acto en defensa de la igualdad en Cáceres junto a su candidata a la Junta de Extremadura, María Guardiola.
El debate interno sobre la conveniencia de estar presentes en las manifestaciones de Madrid ha sido intenso. En Génova saben que es una apuesta arriesgada porque se exponen a las críticas de unas feministas que exigen la dimisión de la ministra Irene Montero y la reprobación del presidente Pedro Sánchez -hasta ahí bien- pero también claman contra las políticas “neoliberales de recortes y privatizadoras” de Isabel Díaz Ayuso en materia de sanidad porque “dañan la vida de las mujeres”. (Puede leer aquí el manifiesto del Movimiento feminista de Madrid).
La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, que hace tres años si acudió a la manifestación del 8M, ahora alega que tiene la agenda muy complicada. “Si puedo ir a alguna iré”, dice despejando balón. Dirigentes populares como el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, defienden que su partido acuda a las manifestaciones del 8M a pesar de estar “instrumentalizadas” por la izquierda. Y luego está Isabel Díaz Ayuso.
La presidenta de la Comunidad de Madrid siempre ha sido muy crítica con el movimiento feminista y esta vez no iba a ser menos. “Estas manifestaciones a mí no me representan. Más cuando convocan con una fregona y una escoba”, declaraba ayer tocada con un casco de obra para después reírse de la ley de paridad que este martes aprueba el Consejo de ministros. Hasta el punto de bromear con que su Gobierno podría ser más paritario si sus consejeros cambiaran de sexo. “Tendremos a Enriqueta López o a Enriqueta Ossorio”, ironizaba.
En 2018 el PP de Mariano Rajoy tachaba la huelga feminista del 8M de “insolidaria” y “elitista” mientras les acusaba de “buscar el enfrentamiento” y hasta de “romper el modelo de sociedad occidental”.
En 2019 con Pablo Casado al frente de Génova y en vísperas de las elecciones generales de abril, los populares intentaron acercarse al movimiento feminista con escasa fortuna y después de un aluvión de críticas finalmente renunciaron a acudir a las manifestaciones con motivo del Día Internacional de la Mujer.
En 2020 participaron por vez primera en la manifestación del 8M de Madrid. La misma en la que expulsaron a la vicealcaldesa Begoña Villacís. Allí estuvieron Cuca Gamarra como responsable de políticas sociales del PP, la entonces portavoz Marta González y la diputada Marimar Blanco pasando un tanto desapercibidas porque no eran muy conocidas. Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo en cambio optaron por saltarse el guion del partido y arremetieron contra el movimiento feminista.
En 2021 (por la pandemia) y en 2022 volvieron a poner falta a las dirigentes populares. Ayuso se sobró una vez más. “Ese 8M de pija sin responsabilidad no me va a decir cómo hacer las cosas”, decía el año pasado en la Asamblea de Madrid.
Hasta hoy. Ayuso ha bajado el diapasón y ayer llegaba a decir que “siempre” ha respetado el 8M aunque a ella “no la represente”, para no chocar con el discurso feminista de Feijóo.
En Génova disfrutan del espectáculo de ver como en esta ocasión las críticas les lloverán a las ministras socialistas del Gobierno, señaladas por Podemos en la manifestación mayoritaria de Madrid por votar con el PP y Vox la reforma de la ley del ‘sólo sí es sí’ y criticadas por las feministas que se oponen a la ley Trans en la concentración alternativa convocada por el movimiento feminista de Madrid.
“Intentaron hacer el 8 de marzo en contra del PP y ahora van a hacer un 8M de los socialistas contra Podemos y los de Podemos contra los socialistas. Es así como acaba la historia”, clamaba ayer Feijóo.