Camps, con su inseparable libro del papa Benedicto XVI, convierte el juicio Gürtel en un 'show'

Acude al juicio con el libro "Dios y el mundo", escrito por el fallecido papa Benedicto XVI; da discursos a la prensa sobre su afabilidad y sobre el montaje que, según él, se está viviendo en la Audiencia Nacional; y durante la vista hace aspavientos, que ya le han costado alguna reprimenda del tribunal. Es el show en el que el expresidente de la Comunidad Valenciana está convirtiendo el juicio por los contratos de su administración con la trama dirigida por Francisco Correa para la exposición de la Generalitat en Fitur en 2009.

El que fuera líder del PP valenciano, presidente de la región, y que hasta llegó a sonar como sucesor de Mariano Rajoy, pasa, una vez más, por el trago de sentarse ante un tribunal, aunque hasta ahora, ha sido exonerado nueve veces. En ese trance, y pese a las continuas risas ante la prensa, ya ha dejado notar un par de veces que sí está bajo una importante presión en el juicio en que la Fiscalía pide dos años y medio de cárcel para él.

La primera salida de tono tuvo lugar el 31 de enero. Tras la declaración de Correa se dirigió a él y le llamó "mentiroso" e "hijo de puta". Al menos esa es la versión del cabecilla de Gürtel que ha denunciado a Camps. En el segundo episodio tuvo otro rival, el abogado Gustavo Galán, que representa a Álvaro Pérez (antes conocido como 'El Bigotes'). El letrado asegura que le llamó miserable mientras estaba interrogando a su defendido.

Total, que los encontronazos de Camps han llevado a la Sala a pedir calma y a invitarlo sentarse en la primera fila del banquillo, aunque su abogado ha conseguido evitarlo proponiendo que se sentara junto a él, algo que puede hacer por ser letrado en ejercicio.

El encontronazo con Correa

Lunes 31 de enero. Declaraba ante el tribunal un Correa arrepentido que señalaba a Camps como el hombre que les abrió la vía para instalar una parte de sus empresas en la Comunidad Valenciana.

Según la queja que presentó el abogado de Correa, al terminar la vista, Camps se encaró con su defendido: "Muy alterado se dirigió a mi mandante insultándole e increpándole. En concreto el señor Camps le llamó hijo de puta y le recriminó haber mentido en su declaración".

De todo esto no hay testimonio gráfico porque ocurrió en el interior de la Audiencia, al margen del juicio, y fuera del alcance de las cámaras. Correa ha presentado una denuncia, pero Camps asegura que es "un montaje" y que nada de eso ocurrió.

Antes de esos hechos, y también lo reseña la defensa de Correa, el expresidente valenciano participó en un programa de la cadena 13TV en la que acusó al cabecilla de la Gürtel de haber alcanzado " un pacto para acusarle a cambio de obtener el tercer grado penitenciario", extremo que niega el abogado de Correa.

Vuelta a las andadas, esta vez con el abogado de Álvaro Pérez

Desde el 31 de enero, hubo que esperar a este lunes, 20 de febrero para que se retomaran las declaraciones. Antes de nada, el presidente del Tribunal tomó nota del incidente entre Camps y Correa y pidió "calma" y "respeto institucional" en la Sala.

Seguía la sesión con el final de la declaración del número dos de Correa, Pablo Crespo, que volvió a señalar a Camps como el "eje" de las relaciones de la Gürtel con Valencia, y por fin, Álvaro Pérez, el conocido como 'Bigotes'.

Suele ser Pérez el que pone la anécdota en los asuntos Gürtel. Ha llegado a advertir de que él es un entusiasta de los mocasines sin calcetines, o a hablar en una comisión de investigación de que estaba en un curso de cocina en la cárcel y de que le tocaba la clase de pochar la cebolla. Sin embargo, esta vez estuvo mucho más contenido que de costumbre. Serio y confirmando el relato de sus antiguos jefes de que Camps les favorecía por la relación que había entre él y el expresidente.

No es que la declaración no tuviera salseo, porque se vieron vídeos de la boda de Pérez con un discurso a Camps, y se volvieron a oír mensajes entre los dos con sonoros "te quiero". Pero Pérez se mantuvo en su sitio, e hizo un discurso serio, contestando a la Fiscalía y a su abogado. Y fue precisamente durante su declaración cuando se oyó al tribunal, pedir a Camps que guardara las formas y se abstuviese de hacer comentarios (inaudibles fuera de la sala).

Este martes, el abogado de Álvaro Pérez se ha quejado, porque asegura que Camps le llamó "miserable" aprovechando que estaba sentado "en la última fila" y que hablaba y gesticulaba a escondidas del tribunal. Eso también lo niegan Camps, su abogado y otra letrada que ha intentado intervenir, pero el presidente del tribunal, José Antonio Mora Alarcón le ha ordenado sentarse en la primera fila, para poder ver si las acusaciones son ciertas o no.

Hasta allí ha ido con su libro Camps, aunque finalmente su abogado ha planteado una alternativa; que se sentara junto a él, ya que al ser letrado en ejercicio puede hacerlo. Camps se ha puesto la toga y se ha sentado en estrados.

Los diálogos con la prensa

Pero eso es sólo lo de dentro, porque Camps también se desata fuera a las puertas de la sede de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares.

Tras las sesión del lunes, se paró con los periodistas para decirles que todo lo que estaban diciendo los cabecillas de la trama Gürtel era falso y que sólo intentan conseguir beneficios penitenciarios por la vía del pacto con la Fiscalía. En cuanto a su amistad con El Bigotes, la niega, y explica que todo se debe a que él es un hombre de carácter extremadamente "afable".

Para demostrarlo, iniciaba ante las cámaras un diálogo con la periodista Loreto Ochando, a la que preguntaba si pese a haberle "perseguido" por los tribunales y pese a sus críticas periodísticas, alguna vez le había dicho una mala palabra. Ella lo negaba y Camps daba el asunto por zanjado.

Dios y el mundo, su libro para el juicio

Eso sí, antes de marcharse, mostró a la prensa el libro que lee, Dios y el Mundo, de Benedicto XVI y explicaba que al ser de "preguntas y respuestas" le permitía desconectar durante la vista. "He pensado que era lo mejor que podía hacer en la mañana de hoy", les decía a los periodistas a los que recomendaba la lectura.