El presidente de Vox, Santiago Abascal, le reconocía ayer a Ana Rosa Quintana que después de la salida de Javier Ortega Smith como número dos del partido habrá más cambios. En la picota estaría el lugarteniente de Ortega, Tomás Fernández, diputado nacional por Huelva y actual vicesecretario de organización, en un intento de pacificar unos territorios que en muchos casos están en pie de guerra contra la dirección nacional. Distintas direcciones provinciales le señalan como el encargado de "sembrar el terror" por orden del que hasta hace diez días era el secretario general de Vox y con el conocimiento activo de Abascal.
"Tomás Fernández es un problema en este momento para Vox. En las provincias se le identificaba como el jefe de los hombres de negro. Su mayor mérito es haber sido compañero de mili de Ortega Smith", señala a NIUS un antiguo dirigente de la formación que sufrió en sus carnes los métodos "poco democráticos" de Fernández y Ortega. Tomás Fernández también conocido como miembro de "los paramilitares", el 'vendedor de lámparas' o 'Forlady' por su pasado como 'el vendedor de cocinas'. La ristra de motes con los que se le conoce es larga y da idea de la inquina que suscita fuera de Madrid.
Excargos que conocen muy bien el funcionamiento interno de Vox, creen que el cortafuegos con el que Abascal y su nuevo secretario general, Ignacio Garriga, intentan sofocar el incendio llega muy tarde y puede asestarles un golpe muy severo en las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Consideran que la salida de la mano derecha de Ortega Smith, si finalmente se concreta, no será suficiente, porque los "abusos" contra los cargos intermedios han sido "terribles" y ya hay mucha gente "devolviendo los recibos". Las cuotas mensuales a los afiliados que van directamente a la arcas de la sede de la calle Bambú en Madrid oscilan entre los 9 y 50 euros dependiendo de la "generosidad" del militante.
"Si han hecho una política de tierra quemada durante siete años ¡qué van a arreglar en seis meses! No hay tiempo", asegura a NIUS un antiguo colaborador. "Se ha pisoteado y se ha maltratado a gente normal durante mucho tiempo. Con la salida de Macarena Olona se ha dado el pistoletazo de salida y hay mucha sed de castigo a Vox por las personas que han alimentado este proyecto. Hemos hecho crecer una bestia y nuestro deber es darle caza", coincide otro antiguo peso pesado de la formación depurado por la dirección nacional y que sin embargo sigue en la política activa. "No nos vamos a detener con la cabeza de Tomás Fernández. Yo desde luego no lo voy a hacer", insiste esta misma fuente.
Las voces críticas dentro de Vox crecen, espoleadas por la salida abrupta de Macarena Olona. La abogada del Estado echaba más leña al fuego nada más concluir un programa en La Sexta que este domingo daba voz a los rebotados de la formación de Abascal. "El tiempo pone todo en su sitio. Y a todos. Serenidad. España, lo primero", decía desde su cuenta de Twitter hurgando en la herida abierta. Desde Panamá, donde ha vuelto a viajar una vez más, sigue amagando con encabezar una nueva formación política que le coma la tostada a sus antiguos compañeros.
Para intentar contenerlas, Abascal decidió hace diez días cesar como secretario general a Javier Ortega Smith y poner en su lugar al catalán Ignacio Garriga, mucho más amable y suave en las formas que su antecesor. Sin embargo muchos creen que es más de lo mismo. Recuerdan que pertenece a la facción política de Jorge Buxadé, vicepresidente de Acción Política de Vox y exafiliado de Falange Española de las JONS y que no se apartará de "la doctrina imperante" marcada por Buxadé.
"La de un falangismo con pulsión totalitaria. Sólo hay que ver los aliados que ha buscado en Cataluña que desprecian la democracia como la Plataforma per Catalunya (un partido de extrema derecha que se disolvió en 2019 y que recomendó a sus militantes integrarse en Vox). Es la radicalización de Vox", asegura uno de los varios antiguos cargos de Vox con los que ha hablado NIUS. "Garriga es Buxadé. En Barcelona está ahora mismo el sector más duro de Vox. Es el que ha radicalizado a Abascal. Buxadé ha logrado instalar en Bruselas y en Cataluña una dictadura", apunta otro de ellos.
Todos ellos coinciden en reconocer en que Garriga podría ser "una figura positiva" en un entorno distinto pero "si él quiere sobrevivir políticamente va a tener que aceptar el espíritu imperante", apuntan esas mismas voces.
Ahora mismo las provincias son un auténtico avispero para Vox. "A todos los que ganan las primarias se les elimina y ponen a su gente a dedo", confirman a NIUS dirigentes depurados por esa forma de proceder. Vox se ha roto en Badajoz y ya van por su tercer presidente. El pasado 6 de octubre coincidiendo con la salida de Ortega Smith como número dos de Abascal, dimitió toda la dirección en bloque en medio de acusaciones cruzadas de espionaje e investigaciones ilegales.
En Ronda era la dirección provincial de Vox en Málaga quien decidía disolver el equipo de coordinación local sin previo aviso. "Aquí sólo vale el amiguismo, hacer la pelota o tener algún enchufe para trepar y figurar en sus desastrosas listas electorales", denunciaban muy molestos los responsables de la formación en la localidad malagueña.
Hace dos semanas las bases del partido en Alicante estallaron contra la cúpula provincial por la falta de democracia interna y terminaron jaleando a Macarena Olona. Tres meses antes el coordinador en esa provincia dimitió tras denunciar intimidaciones y "técnicas mafiosas" de su antecesor en el cargo.
"Badajoz, Zamora, Cádiz, Rota... Málaga está destrozada por la mitad. De 500 concejales que sacó Vox en 2019 han dimitido 210. ¡Más drama que es ese, qué puedes esperar!". "Que se te hayan ido la mitad de los concejales elegidos en 2019 es como para hacer un análisis en clave nacional", claman los críticos de Vox.
El presidente de Vox, Santiago Abascal, desprecia públicamente las voces discrepantes. Para él no son más que ataques de "gente muy resentida" que se han ido del partido "despotricando" cuando no han alcanzado el poder.
Eso mientras el CIS apuntaba ayer una caída de Vox de punto y medio. Los de Abascal se hunden y se colocan por debajo de los dos dígitos (8,8% en estimación de voto) por primera vez en esta legislatura. Según el barómetro publicado ayer, desde el batacazo de las andaluzas Vox habría perdido ya la mitad de sus votantes.