La ruptura ya es oficial. Esquerra Republicana y Junts, los dos partidos que lideraron el procés independentista; que organizaron el 1-O; que sobrevivieron a un juicio por hacerlo; y que aguantaron las tiranteces porque el vicepresidente Junqueras (ERC) era condenado a 13 años de cárcel, mientras Puigdemont se daba a la fuga, han deshecho su Gobierno de coalición.
"A partir de hoy, Junts pasa a la oposición", aseveraba su presidenta Laura Borrás tras sentenciar que el Govern de Aragonés "ha fracasado". La muestra de que ya está en la oposición, era su cuestionamiento al que hasta ayer era su socio en el Govern.
Hora y media antes se había conocido que la militancia postconvergente ha votado, con una altísima participación, a favor de abandonar el Govern. Después, comparecencia de Aragonés para anunciar la formación de un Ejecutivo monocolor, con algunos consellers independientes. Aragonés descartaba convocar elecciones y anunciaba que buscaría nuevas alianzas. Era el final de una larga andadura del bloque independentista cargada de tensiones.
Ni dos años ha durado el Gobierno formado tras las elecciones del 14 de febrero de 2021. A partir de ahora, ERC afronta un Gobierno en minoría y pasará lo que quede de legislatura buscando apoyos puntuales para sacar adelante sus iniciativas en el Parlament. Con 33 escaños, los republicanos están muy lejos de los 68 diputados que marcan la mayoría absoluta.
El reparto de escaños en el Parlament de Cataluña es el siguiente:
Los 33 diputados que tiene el PSC de Salvador Illa (empatado en escaños) lo convierten en el grupo más importante para una ERC que se va a encontrar un panorama de inestabilidad. A ellos va a tener que acudir ERC y eso va a tener su réplica en el Congreso de los diputados, donde Gabriel Rufián ha amenazado a Sánchez con hacerle sudar sus votos en el Hemiciclo. La situación en la que queda Cataluña, puede cambiar el equilibrio de fuerzas, porque más que nunca, se van a necesitar mutuamente como socios prioritarios. De hecho, nada más conocerse la decisión de la militancia de Junts, Pedro Sánchez se apresuraba a abrir la puerta a la estabilidad en Cataluña.
Jessica Albiach, de En Común Podem, también ha ofrecido a Aragonés aportar sus ocho diputados a una mayoría progresista. En Twitter, le ha recordado que Cataluña necesita un Gobierno fuerte y estable. La formación apunta a ECP como un socio puntual habitual, pero sus ocho escaños se quedarán cortos para determinadas votaciones.
Aunque había tensiones entre los socios de coalición, todo se ha precipitado en apenas diez días. El 27 de septiembre, el presidente del Grupo Parlamentario Junts, Albert Batet, propuso someter a Aragonés a una cuestión de confianza.
Eso desencadenó la ira de ERC y de Aragonés, que al día siguiente destituyó de manera fulminante al vicepresident (de Junts), Jordi Puigneró, que conocía propuesta de cuestión de confianza muñida en su partido y no había dicho nada. El motivo de la destitución, la falta de lealtad. Aragonés pidió a Junts que propusiera a otra persona para ocupar el cargo.
Pero lejos de eso y tras una intensa reunión, Junts decidió preguntar a las bases si querían que el partido siguiera siendo parte del Gobierno con una pregunta directa: "¿Quieres que Junts siga formando parte del Govern de Catalunya?", era la pregunta a la que ha respondido el 80% de la militancia. El 55% para decir que no quería que siguieran, y 42 para decir que sí.
Una vez planteada la pregunta, a Junts, aunque había división interna, no le quedaba otra que aceptarlo y pasar a la oposición.
El Govern de coalición ha durado desde mayo del 21 a octubre del 22. Pero las tensiones venían de atrás. Semanas antes de la crisis de la moción de censura, Junts venía mostrando su malestar. Acusaba a ERC de no estar cumpliendo el acuerdo de gobierno, que costó cerrar, y en el que siempre reinó una cierta desconfianza.
En el centro de todo, la estrategia independentista ante el Gobierno de Pedro Sánchez. ERC es partidaria de pactar un referéndum y de hacerlo a través de la mesa de diálogo entre la Generalitat y Moncloa.
La marcha de esa mesa da cuenta de cómo han sido las cosas. Sólo se ha reunido dos veces y en ninguna de las dos ocasiones ha participado Junts. El motivo, que Aragonés se había negado a que participaran dos de los condenados del procés: Jordi Sànchez y Jordi Turull.
Los resultados de esos encuentros -además- no son satisfactorios para el independentismo, que sólo ha conseguido que el Gobierno de Sánchez admita que hay un conflicto político en Cataluña y que hay que desjudicializarlo. La forma de llevar el asunto con Madrid y los escasos logros obtenidos han ido dando alas a Junts que desde hoy empieza a prepararse para una próxima cita electoral, en la que intentará configurarse como el auténtico abanderado del independentismo catalán que se ha roto por la mitad.
Otro punto que no ha ayudado a mantener la alianza es el procesamiento de Laura Borrás por unos contratos a dedo cuando era directora del Instituto de las Letras Catalanas. Ella siempre lo ha enmarcado dentro del acoso al independentismo, pero ERC se ha mantenido a distancia, porque se trata de un asunto de presunta corrupción, que no pasa sus filtros.
El paso de Junts a la oposición se produce tras doce años en la Generalitat, la mayoría al frente del Gobierno. ERC se hizo con el liderazgo en 2021, aunque ya había sido socio de Junts en gobiernos anteriores.
Tras las presidencias de los socialista Pasqual Maragall y José Montilla. Artur Mas recuperó el Ejecutivo para el independentismo conservador. Eso fue en 2010 y ahí empezó el proceso independentista que desembocó, en 2017, en el referéndum unilateral de independencia del 1-O. Antes, en 2014, Mas había celebrado la pseudoconsulta del 9-N, que acabó siendo un ensayo del 1-O.
Para entonces, al frente de Junts y de la Generalitat estaba Carles Puigdemont. Su Gobierno, de coalición, tenía como vicepresidente a Oriol Junqueras. Juntos lideraron el punto más caliente del procés, el referéndum de independencia, que acabó con Puigdemont en Bélgica y Junqueras en prisión hasta que fue indultado en 2021.
Después de Mas, llegó Torra, pero acabó inhabilitado. Su entonces vicepresidente, Pere Aragonés, fue el candidato de una Esquerra que obtuvo 33 escaños y se hizo con la dirección de un Gobierno que ahora cambia.