El primer gran duelo parlamentario entre Sánchez y Feijóo que abre el curso político ha inaugurado una larguísima campaña electoral. El debate en el Senado sobre la política energética ha reflejado la dinámica de la política española hasta el final de la legislatura: la imposibilidad de llegar a acuerdos entre los dos grandes partidos nacionales.
El presidente del Gobierno ha ido a por todas contra el líder de la oposición para cuestionar su preparación, su solvencia y su alternativa. Ha sido el ejemplo más claro de que Sánchez va a pelear hasta el final, no va a desaprovechar ninguna oportunidad para pasar al ataque y confrontará contra Feijóo que sigue ganándole en las encuestas. Ese es el objetivo, darle la vuelta a unos sondeos que sitúan al PP por encima del PSOE y cada vez más cerca de La Moncloa.
El presidente ha buscado el cuerpo a cuerpo con Feijóo, -solo respondió de forma directa al líder del PP y no al resto de portavoces-, y aprovechó las ventajas del debate en el Senado para alargar sus intervenciones al máximo. La desproporción fue más evidente que nunca: Sánchez estuvo en la tribuna más de dos horas y Feijóo poco más de 20 minutos.
Un debate desequilibrado en el que el presidente comenzó hablando de energía y acabó lanzando toda una andanada contra el dirigente popular. Sánchez, que intentó lanzar un mensaje de tranquilidad a los españoles, reconoció las "incertidumbres" que hay por delante. Admitió que España se estaba preparando para lo peor por si Putin decide cortar este invierno el grifo del gas y garantizó que no habrá medidas "dramáticas": "Ni apagones de electricidad ni racionamiento de bombonas de butano". En el capítulo de las nuevas medidas anunció ayudas a la industria al incluir la congeneración en la llamada "excepción ibérica".
Pero Sánchez se olvidó de la energía en su réplica y lanzó toda una ofensiva contra Feijóo para denostar sus conocimientos económicos, su supuesta moderación y su imagen de gestor al frente de la Xunta de Galicia tras las mayorías absolutas. Unos conocimientos "justitos" en materia de impuestos llegó a decir el presidente que echó mano de una larguísima lista de supuestos errores cometidos por el líder popular desde que llegó al liderazgo del partido para intentar desautorizarle.
Sánchez citó desde propuestas sin "rigor técnico" del líder popular o "meteduras de pata" como confundir la prima de riesgo con los tipos de interés o decir que el Gobierno no puede subir las pensiones por la regla de gasto. "¿Esto es insolvencia o mala fe?, ha preguntado de forma recurrente el presidente cada vez que recordaba las palabras de Feijóo al que ha recomendado rodearse de buenos asesores y no meter miedo a los españoles. "Seños Feijóo, usted va a fracasar como fracasó el señor Casado", le espetó.
La otra gran acusación contra el líder del PP es que está en manos de las grandes empresas y los poderes económicos y defiende sus intereses. Lo ha repetido de forma insistente. "Las poderosas fuerzas a las que el PP representa no quieren un pacto con el Gobierno de coalición", "es un devoto defensor de las grandes empresas energéticas", "usted no olvida quien le puso ahí, las grandes empresas energéticas".
En ese contexto, el presidente ha remarcado el mensaje que viene destacando desde hace unas semanas de que su Gobierno protege a la clase media y trabajadora y no a los grandes grupos de poder. No tiene animadversión contra las eléctricas, ha proclamado, pero sí vuelve a pedir que arrimen el hombro porque parte de su éxito se debe a la sociedad española.
El líder del PP se ha revuelto contra esas acusaciones: "Decir que a mí me han puesto las empresas es un insulto a la democracia y a los militantes y simpatizantes del PP". Feijóo ha pedido a Sánchez que abandone a sus aliados, rompa con Podemos y se apoye en el PP en esta etapa, le ha tendido la mano para pactar y negociar el Plan de ahorro energético y le ha puesto encima de la mesa el documento con sus propuestas. "Mano tendida pero para arrojar al Gobierno por el precipicio", le respondió Sánchez.
El líder popular ha afeado al presidente sus insultos, ha presumido de que le ha copiado algunas de sus medidas y le ha reprochado que su intervención no había sido propia de un presidente del Gobierno. Finalizó su intervención con una sentencia en clave electoral: "Para hacer oposición solo tiene que esperar a las próximas elecciones".
El debate energético, que había solicitado en un primer momento Feijóo, recordó los tiempos del bipartidismo sin los primeros espadas de partidos como Vox, Ciudadanos o Podemos. La sesión en el Senado se convirtió en un cruce personal entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición en la única Cámara donde tiene voz porque no posee un escaño en el Congreso.
Las dos partes se ven como ganadoras. En Moncloa y en el PSOE creen que el presidente tranquilizó a los ciudadanos y desmontó la imagen de solvencia de un Feijóo que "no da la talla" y no tiene proyecto para España frente al líder socialista con el "país en la cabeza". En Génova denuncian los insultos del presidente a su líder y destacan que Sánchez pareció más bien el líder de la oposición en vez del presidente del Gobierno.