Sin ir más lejos, "la llovizna es el fenómeno con el que más accidentes ocurren si tenemos en cuenta la climatología adversa", advierte el portavoz del Real Automóvil Club de España (RACE), Antonio Lucas. Por eso es tan importante que tras haber sometido al vehículo a viajes largos y a las altas temperaturas del verano "tanto el coche como nosotros, como conductores, estemos preparados para conducir adaptándonos a estas nuevas circunstancias", prosigue.
Lluvia en dos de cada tres accidentes
Según la Dirección General de Tráfico (DGT), de los 7.327 accidentes con víctimas registrados durante el invierno pasado, aproximadamente dos de cada tres ocurrieron con lluvia (5.041 accidentes), y en ellos murieron 56 personas.
Gran parte de estos accidentes y fallecidos se produjeron cuando lloviznaba, por lo que cabe pensar en situaciones peligrosas provocadas por las primeras gotas de lluvia.
El coche, siempre a punto
Antes de poner nuestro coche en marcha en unas condiciones climatológicas adversas tenemos que tener en cuenta una serie de elementos que nos permitirán circular con mayor tranquilidad.
Es importante que tanto las escobillas como el líquido del limpiaparabrisas se encuentren en perfecto estado, "para que la visibilidad sea máxima y no dañen el cristal, sobre todo tras una época estival donde se ha acumulado la suciedad", aconseja el portavoz del RACE.
Efectivamente, con la lluvia nos enfrentamos a una reducción de nuestra visibilidad elevada, por eso es importante "ver y dejarse ver", según señala Antonio Lucas, quien también destaca la importancia en esos casos del estado de las luces de nuestro vehículo. Para ello, debemos verificar el reglaje de los faros y el envejecimiento de las lámparas y de las ópticas.
Y como tercer elemento a tener en cuenta antes de conducir, hay que revisar el estado de los neumáticos, ya que "su adherencia se reduce cuando la lluvia aparece", explica el portavoz.
Para ello aconseja que el dibujo tenga una profundidad de 1,6 milímetros como mínimo, "para que la evacuación del agua de la calzada sea óptima", así como revisar la presión para que el agarre del neumático no se vea comprometido. "Para conducir con lluvia, cuanto mayor sea la profundidad del neumático respecto a su origen, mayor será la capacidad para evacuar el agua y reducir un posible aquaplaning", detalla.
Cómo evitar el peligro del aquaplaning
Ya en carretera tenemos que ser conscientes del mayor riesgo para la seguridad que provoca la lluvia. Precisamente, el portavoz del RACE destaca las balsas de agua como uno de los mayores peligros que podemos encontrarnos, porque nuestros neumáticos no son capaces de drenar esa cantidad de agua y el coche puede llegar a descontrolarse. Es el fenómeno conocido como aquaplaning.
A más velocidad, mayor es el riesgo de sufrirlo. En estas circunstancias, "lo primero que debemos hacer es agarrar el volante con firmeza y levantar el pie del acelerador hasta que notemos que las ruedas recuperan la adherencia, nunca pisar el freno", señala Antonio Lucas.
Adecuar la conducción a las circunstancias de la vía
La lluvia cambia las condiciones de visibilidad y de la calzada, por lo que tenemos que tener en cuenta una serie de pautas para circular con mayor seguridad, como reducir la velocidad y aumentar la distancia de seguridad. "Al igual que la visibilidad se reduce, tu tiempo de reacción es menor, por lo que veremos más tarde cualquier maniobra extraña que se produzca a nuestro alrededor", destaca el portavoz.
No confiar solo en el equipamiento de nuestro coche
Cada vez son más los coches que incorporan más ayudas que redundan en la seguridad. Pero no debemos confiar todo a esa baza y olvidarnos de que tenemos que adaptarnos a las circunstancias de la conducción. En nuestro país, los coches nuevos ya cuentan con antibloqueo de frenos ABS y con el control de estabilidad ESP, pero por sí solos no son suficientes para resolver una situación delicada.
En este caso conviene utilizar el pedal del freno con suavidad, porque "con los frenos mojados la distancia de frenado aumenta y, además, las ruedas pueden bloquearse a pesar del ABS", advierte Antonio Lucas, quien además añade "la problemática que supone la antigüedad de nuestro parque automovilístico".
Ojo con la pintura blanca de la carretera
La señalización horizontal puede suponer un peligro ya que tienen menos agarre que el asfalto. Por este motivo, conviene evitar pisar las rayas con la dirección girada, ni acelerar cuando tenemos las ruedas de tracción encima de las líneas blancas de la carretera. Especial atención en los pasos de peatones, sobre todo, no esperar a frenar cuando el vehículo ya esté encima del paso de cebra.
Aumentar la atención, pero sin estresarnos
Puede que la conducción con lluvia aumente nuestra tensión al volante, pero no debemos caer en el estrés. Es una circunstancia más y, como tal, debemos ser más precavidos, sin llegar a agobiarnos: solamente tenemos que adaptar la conducción a las nuevas circunstancias. La tensión aumentará nuestro cansancio, así que en viajes largos, lo mejor es reducir el tiempo entre parada y parada para relajarnos y descansar.
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