Meses de sol, humedad media y temperaturas cálidas. Eso es lo que necesita la uva para su maduración, y así fueron los de octubre, noviembre y diciembre de 1909 en Alicante.
La zona de Vinalopó aprovechó el buen tiempo que estaba haciendo para desarrollar una nueva técnica de conservación de la 'uva de invierno' (o de Aledo): embolsar con papel los racimos de uva en la propia cepa. De esta manera, la maduración se retrasaría y la cosecha duraría hasta Nochevieja sin necesidad de cámaras frigoríficas.
Así lo hicieron y el resultado fue inmejorable: la cosecha tuvo un excedente de fruto.
*FOTO: Tiempo en Alicante en octubre, noviembre y diciembre de 1909/ Fuente: Repositorio AEMET - Ministerio de Medio Ambiente
Doce uvas por cada mes del año, y en cada una un deseo
Para compensar este exceso de uvas, los agricultores alicantinos vendieron la producción aquella Navidad como 'las 12 uvas de la suerte'. Contaron que se debían comer doce, una por cada mes, y pedir un deseo con cada uva.
Sacaron al mercado la masiva cantidad de racimos con este 'eslogan'… ¡y lo vendieron todo! A partir de ese momento, la tradición quedó consolidadísima en nuestro país y ya nadie quiere perder la oportunidad de atraer la suerte en el nuevo año con estas doce uvas de invierno.