Estás en lo cierto cuando piensas que lo que sucede este verano no es normal si lo comparamos con los últimos veranos e, incluso si tiramos de la serie histórica.
¿Qué está ocurriendo?
Tras un invierno y una primavera muy secas, ha llegado el verano (y hasta hace pocos días) el norte ha tenido la sensación de recuperar el tiempo perdido con el retorno de las lluvias y las bajas temperaturas, de apenas máximas de 20 grados. Días de paraguas, chaqueta y poca playa, que han precedido a un puente de agosto con máximas disparados de, por ejemplo, hasta 38 grados en Bilbao, Mientras, en Santander, a poco más de 100 kilómetros, las temperaturas son sensiblemente más bajas.
No es nada extraño en las costas del Cantábrico si no fuera porque en el resto del país nos torramos. Hemos superado y batido marcas históricas de calor. Y no ha sucedido una vez si no, al menos, en dos ocasiones.
Ya ocurrió en junio, días antes de la entrada oficial del verano astronómico. Una ola de calor histórica derritió los termómetros colocándonos cerca de los 50 grados en puntos de Andalucía y Murcia. Madrid, por ejemplo, batió su marca histórica situada en los 40 grados raspados.
Días después, las temperaturas se desploman y volvemos a valores primaverales. Y, durante el mismo de julio, una segunda ola de calor (de las cinco contabilizadas este verano en Europa) que deja a Córdoba al borde de los 47 grados: 46,9 grados y nuevo récord histórico para esta ciudad, que lleva un verano aciago y sin tregua. Es la temperatura oficial más alta jamás medida en España.
Pero aquella ola de calor, que dejó 45,4 grados en Badajoz o 44,4 grados en Jaén se esfuma en pocas horas con la entrada repentina del chorro polar, que nos vuelve a recordar que estamos en un verano de locos. Caen las temperaturas en picado y se registran nevadas en puntos altos de Pirineos y la Cordillera Cantábrica con mínimas bajo cero en alta montaña y cerca de la helada en puntos de la meseta. ¿Se ha vuelto loco el tiempo?
El chorro polar
¿Casualidad o realidad? Las primeras opiniones de meteorólogos de AEMET y de otras agencias europeas, como la Met Office de Reino Unido o Meteo France, tienen claro que no es casual, que detrás de este no verano en el norte de Europa y de un verano con grandes altibajos y violentas tormentas y granizadas está el calentamiento del Ártico. Y es que la temperatura en el Polo Norte lleva siendo anormalmente positiva desde hace tiempo. En invierno, ya registró valores positivos cuando lo normal es que se registraran temperaturas muy por debajo.
Y así ha venido ocurriendo también en primavera, con una cobertura de hielo mínima, las temperaturas previas al verano ya anunciaban que estos meses iban a ser cálidos también en aquella latitud.
El hecho de que el Ártico se caliente tiene consecuencias importantes en el tiempo que hace en Europa, porque lo normal es que el aire frío se refugie en verano en el Polo Norte, pero cuando esté también se calienta por encima de la normal, ese chorro polar que actúa a modo de barrera conteniendo el frío en latitudes muy altas, se rompe temporal y ocasionalmente y deja escapar todo ese aire frío.
Y eso es lo que está ocurriendo. En España tenemos la particularidad de que el norte está más expuesto, así que se ve directamente afectado por estas ondulaciones del chorro polar. El aire frío afecta de lleno al extremo norte, al igual que al Reino Unido o al norte de Francia o Escandinavia donde este verano está pasando sin pena ni gloria.
En el resto del país pasamos de una situación a la otra de forma extrema y en un plazo corto de tiempo, porque el chorro polar que asciende y desciende en lugar de permanecer retenido en el Ártico permite también que las masas muy cálidas de procedencia tropical nos alcancen y afecten de lleno al extremo sur, por ejemplo, Andalucía, Extremadura, Murcia o Canarias. Estas regiones están pasando un verano para el olvido tanto de día como de noche. Sin apenas descanso, las noches son tropicales y los días son extremadamente calurosos sin descender en muchas ocasiones de los 35 grados.
Por el contario, si nos desplazamos 600 kilómetros al norte, vivimos otra realidad. Pocas veces en España habíamos pasado un verano con tantísima amplitud térmica entre unas zonas y otras. El hecho, de encontrarnos en una situación geográfica tan próxima a África nos deja expuestos a estos contrastes.
¿Calentamiento global?
Algunos meteorólogos empiezan a apostar por este factor como el origen de tanto desequilibrio. Al final, los polos son las regiones más vulnerables y los últimos años, extremadamente cálidos, han contribuido a que las diferencias de temperaturas entre unas zonas y otras del planeta no sean tan grandes.
Sin embargo, recomiendan precaución, cautela y observación para poder determinar si lo que sucede este verano es casualidad de un verano loco o, por el contrario, tenemos que empezar a ponernos el jersey encima del bañador en julio y en agosto.