Más que un método de predicción infalible, las cabañuelas son un legado cultural de siglos de observaciones que nos llegan en forma de pronósticos meteorológicos. Se basan en el análisis de los cambios en la atmósfera durante los 24 primeros días de agosto y en su relación con el pronóstico del año que viene. Hay que decir que hay casi tanta variedad en cuanto a la aplicación del método, de los días elegidos y de las observaciones como 'cabañuelistas', ya que a cada uno lo ha aprendido de unas fuentes.
En el caso de Manuel Briz, profesor jubilado afincado en Salamanca, fue primero su abuelo y luego su padre los que, desde que tenía ocho años, le enseñaron a relacionar fenómenos atmosféricos ocurridos durante este mes de agosto con el tiempo que haría al año siguiente. "Pronostiqué en agosto una nevada de febrero, acerté y aquello me impresionó tanto que no he dejado de observar el cielo desde entonces", rememora. Briz ahora ya cuenta con 73 años y, desde su terraza en Salamanca, controla todo el horizonte del sur de Castilla y León.
*Briz lleva 60 años años aprendiendo los secretos de los 'cabañuelistas' / Imagen: Gabriel Alonso
El método
"Dedico los primeros 24 días de agosto a anotar en un cuaderno cada elemento que veo en la atmósfera", explica Briz. En su caso, el tiempo que hace el 1 de agosto correspondería a un pronóstico general del próximo año, por lo que esa fecha es conocida como la 'llave del año'. Después, su método asigna cada día de dicho mes a otro mes del año siguiente y aplica el tiempo que hace ese día al que hará durante el mes correspondiente, de manera que el día 2 de agosto le corresponde el mes de enero; al 3, febrero; y así hasta el día 13, que pronostica el tiempo que hará en diciembre.
"Si estos primeros días no permiten un pronóstico muy definido se aplican las llamadas retornas, cuya correspondencia es la inversa, es decir, al día 14 le corresponde diciembre; al 15, noviembre, etc. y aplica un balance con los datos de obtenidos de las dos observaciones", añade Briz.
Diferentes metodologías
Otros "cabañuelistas" aplican el día 2 de agosto al pronóstico de ese mismo mes y desde ahí empiezan a contabilizar, según el año agrícola. Para otros, el día 1 de agosto ya corresponde a enero. Otros, sin embargo, utilizan el mes de diciembre para sus cabañuelas, en lugar de agosto. Y otros, como Manuel Briz, también completan sus observaciones con parámetros biológicos como el comportamiento de animales o plantas.
Lo interesante de este método, más que su falta de base científica, es que se basa en una cierta perspectiva histórica al establecer comparaciones con condiciones similares registradas en los años anteriores y el tiempo climático que en ellos se produjo.
Las claves de las cabañuelas
Entre sus herramientas imprescindibles, el barómetro y el higrómetro. "Conocer la presión y la humedad del día es fundamental para saber si nos espera un mes más húmedo o más seco. Los pastores, que antes no tenían estas herramientas, se fijaban en la huella de humedad que dejaba una piedra y en la dirección del viento", cuenta este maestro jubilado.
Otra faceta a observar es la salida y puesta del sol: "Si el sol se pone limpio, mal asunto", sentencia Briz. "Esto quiere decir que nos espera un mes seco", justifica.
La procedencia de los vientos también es otro factor a tener muy en cuenta. "Si viene Cierzo, del norte, junto con nubecillas, es muy probable que lo que nos espera para ese mes correspondiente sean precipitaciones en forma de nieve; mientras que si viene del sur, ábrego, estos vientos son cálidos y pronostican abundancia de lluvias pero con temperaturas cálidas, luego no va a nevar", detalla Briz.
Fiabilidad del método
El motivo principal de la elaboración de las cabañuelas desde años ancestrales era conocer de antemano las condiciones futuras para adaptar la siembra, el cultivo y la recolección de las diferentes cosechas del año, cuando no existían los adelantos actuales en el campo de la predicción.
A día de hoy, los "cabañuelistas" reconocen cierta falta de fiabilidad en el método, pero ponen en valor "las observaciones, el conocimiento y la experiencia de un legado de generaciones", argumenta Manuel Briz, quien incluso reconoce que el método de las cabañuelas "era más fiable en época de mi padre, debido a que ahora la contaminación atmosférica y otros fenómenos, como El Niño, pueden llegar a trastocar el pronóstico".
El año pasado, este profesor jubilado en Salamanca pronosticó un 2016 más húmedo que la media y, al menos de momento, así está siendo. "Y me aventuraría a decir que los próximos seis años también lo serán, ya que hemos comenzado un ciclo húmedo; estos ciclos de siete años han existido siempre en la naturaleza", sentencia.
Para 2017
Y aunque aún es pronto para saber cómo hará el año que viene, "el 1 de agosto he visto pequeños cúmulos y neblinas, una temperatura al amanecer más baja de lo normal para esta zona y bastante humedad, lo que indica que no va a ser un 2017 muy seco”, pronostica Briz, “así que aunque aún supone aventurar demasiado, me gusta lo que he visto para el próximo año", concluye este veterano "cabañuelista".