La Organización Meteorológica Mundial (OMM) acaba de confirmar un nuevo récord de frío de 69,6 grados bajo cero en Klinck, Groenlandia. De esta manera, la isla más grande del mundo desbanca del podio a Verkhoyanksk, en Siberia (Rusia), que en dos ocasiones registró -67,8ºC. Aunque la noticia, todo sea dicho, tiene truco: la cifra que acaba de verificarse no se ha alcanzado recientemente, sino el 22 de diciembre de 1991.
Existe en la OMM algo llamado “detectives climáticos”, que se dedican a mirar con lupa el ‘Archivo de Clima y Clima Extremos’ en busca de las temperaturas más altas y más bajas del mundo, las precipitaciones, el granizo más intenso, el período seco más largo, la ráfaga de viento máxima, los relámpagos más largos y las muertes relacionadas con el clima. Cuando una estación meteorológica reporta un registro extremo, estos detectives investigan si se trata de un récord.
Hasta ahora teníamos dos récords mundiales de frío, uno de -89,2ºC en la base rusa de Vostok, en la Antártida, que tiene el aspecto gélido de la siguiente imagen, y otro de -67,8ºC en Verkhoyanksk, Siberia. Pero el segundo, medido en el Hemisferio norte, se queda casi dos grados por detrás de la cifra que confirma ahora la OMM de -69,6ºC en Groenlandia.
Este cambio de ‘ganador’ del récord de frío, ha dicho en un comunicado el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas, resulta de la investigación de registros antiguos, que asegura “una mejor comprensión global de los extremos climáticos no solo actuales, sino también históricos”.
Muchas veces, las estaciones meteorológicas son automáticas porque se encuentran en lugares remotos, y por tanto no es hasta que se revisan todos los datos cuando se da con el registro, que queda en la base de datos.
La estación de Klinck, explica el comunicado de la OMM, “funcionó durante dos años a principios de la década de 1990 como parte de una red establecida por la Universidad de Wisconsin-Madison para registrar las condiciones meteorológicas alrededor de la cresta de Groenlandia durante el Proyecto de la capa de hielo de Groenlandia”. Por aquel entonces todavía no se había creado siquiera el ‘Archivo de Clima y Clima Extremos’ de la organización, lo cual explica la demora en la confirmación del récord.
En cuanto a la situación meteorológica que se daba aquel 22 de diciembre de 1991, los datos del reanálisis provisional del Centro Europeo de Pronósticos Meteorológicos a Mediano Plazo establecen lo siguiente, según enuncia el informe detallado en ‘Quarterly Journal of the Royal Meteorological Society’: “El campo de altura geopotencial al nivel de 650 hPa exhibió un patrón de bloqueo claro en los días previos al extremo observado. Los gradientes débiles asociados con este flujo bloqueado llevaron a vientos débiles cerca de la superficie (la velocidad del viento en la superficie es cero) sobre el centro de Groenlandia que, junto con un rápido enfriamiento radiactivo de la superficie, condujeron al desarrollo de una inversión superficial fuerte y poco profunda y, por tanto, temperaturas del aire cercanas a la superficie muy bajas”.