La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) pronosticó un episodio de temperaturas extremas el fin de semana… Y lo hemos tenido. Se superaron los 40 ºC en un puñado de localidades el domingo, y los 35 ºC casi de manera generalizada, aunque los valores no fueron tan extraordinarios como se advirtió que podían ser si las condiciones se ‘alineaban’. ¿Por qué ha hecho menos calor del previsto?
La Aemet fue cautelosa en su pronóstico. A pesar de las altísimas temperaturas previstas, los avisos rojos no estuvieron vigente en ninguna provincia el domingo. Dos factores impidieron que el calor alcanzase niveles extremos: la calima, por un lado, y el desarrollo de nubes, por otro.
El cielo apocalíptico del domingo dejaba entrever un sol asomando tímidamente entre un velo de polvo sahariano que da una pista de por qué no hizo tanto calor como podía haber hecho. Con la calima obstaculizando la incidencia de los rayos solares, la superficie no llegó a cocinarse a temperaturas de hasta 47 grados en el valle del Guadalquivir, lo cual no hubiera sido de extrañar dada la anomalía de los valores que se registraban en altura. La “bestia africana” rozaba los 30 ºC a 1.500 metros de altitud.
La masa de polvo se va desplazando ya este lunes hacia el este, afectando principalmente al área mediterránea y, todavía, al archipiélago canario.
En segundo lugar, en situaciones de mucho calor, tiende a formarse nubosidad de evolución que puede dar lugar a tormentas puntuales, que a su vez refrescan el ambiente.
Este lunes, una nueva bestia, esta vez procedente del norte y con temperaturas hasta 12 ºC más bajas de lo habitual en altura, está desplazando a la masa africana hacia el este. Poco a poco los termómetros se irán moderando en todo el país a lo largo de la primera mitad de la semana, acercándose a valores propios de mediados de julio.
De cara al fin de semana, eso sí, el calor volverá a España por la formación de una nueva dorsal con altas presiones y calor asociado.