¿Nos hacen mejores personas los desastres naturales? Esto es lo que dice un nuevo estudio
Investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén han analizado la respuesta a desastres naturales
Se ha observado una disminución de la delincuencia en las poblaciones afectadas
La actividad filantrópica crece en las poblaciones vecinas al área afectada
¿Cómo responden las personas a un terremoto devastador, un tsunami o un huracán? Los desastres naturales son inesperados y desatan la miseria económica en las poblaciones locales, pero eso no quiere decir que la reacción siempre sea una conducta antisocial. Un nuevo estudio llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén ha descubierto que estos eventos dramáticos conducen a una disminución del crimen y una mayor filantropía.
La investigación se publica en la revista Natural Hazards. Lo que buscaban sus autores era la respuesta humana al caos que desatan los desastres naturales, más allá de los saqueos y la delincuencia que tienden a mostrar los medios de comunicación tras estos sucesos.
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Los investigadores se centraron en los desastres que tuvieron lugar en los Estados Unidos entre 2004 y 2015, cuando se produjeron más de 10.000 que incluyen inundaciones, incendios forestales -siendo el más grave el conocido como 'Okanogan Complex fire', en agosto de 2015-, una tormenta invernal o tornados -en abril de 2014 un tornado afectó a regiones de seis estados-. En total, murieron más de 8.300 personas, causando daños que superaron los 100 mil millones de dólares.
Menos crimen en las zonas afectadas y más solidaridad en áreas cercanas
Tras estos eventos, comprobaron los investigadores, hubo reducciones importantes en los niveles de delincuencia en las zonas afectadas, aunque las áreas circundantes no afectadas a menudo informaron un aumento en la delincuencia.
En cuanto a la actividad filantrópica, en las zonas afectadas se observó menos incremento, pero en las regiones vecinas e incluso las comunidades más alejadas las personas se volvieron más caritativas.
“El documento propuso que las tendencias filantrópicas que encontraron están generalmente relacionadas con un modelo conocido como COR (Conservación de recursos)”, explica ‘Eurekalert’. “El modelo sugiere que cuando una persona siente temor por sus propios recursos, es probable que sea demasiado protectora y reduzca el gasto en cualquier cosa que no sea esencial para preservarla mejor para su propio bienestar y supervivencia. Al mismo tiempo, el aumento de las donaciones en las áreas vecinas está impulsado por un sentido de empatía y solidaridad con las personas que viven cerca de ellas y que fueron tan afectadas por el desastre”, continúa.
“Estos hallazgos tienen implicaciones importantes para los responsables políticos y otros que están a cargo de la respuesta a desastres y la gestión de crisis. El estudio demuestra cómo las personas responden cuando sus recursos están amenazados, o incluso cuando se cree que están amenazados y esto lleva a las personas retirarse de la participación social y, al mismo tiempo, inspirar a otros a manifestarse en solidaridad y apoyo financiero”, ha concluido el profesor Claude Berrebi, que ha participado en el estudio.