Los meses de invierno siempre han tenido su encanto. Puede que con la actual ola de frío polar lo llevemos un poco peor, pero sólo hay que ver un poco más allá… que es precisamente lo que potencia el frío.
No nos referimos a hacer esculturas en la nieve de formas ingeniosas, aunque también tiene su punto. Nuestro cerebro funciona de forma diferente cuando trabajamos con algo de frío, potenciando diferentes niveles de creatividad a los que se asocian al calor o las temperaturas más agradables, según publicó Acta Psychologica en 2014.
Los investigadores analizaron el comportamiento de un grupo de personas a los que se les entregó una almohadilla terapéutica caliente, una taza caliente de té o que estaban en una habitación con una temperatura más bien alta. Según los resultados, con estas condiciones eran mejores en dibujo creativo, categorizando objetos y pensando en ideas de regalos para otras personas.
Sin embargo, cuando se les hacía pasar frío, mejoraban en la identificación de metáforas, en idear nombres nuevos y en planificar ideas de regalos abstractos.
De este modo, concluyeron que es posible que el calor ayude a las personas tener una mejor creatividad relacional, lo que significa que pueden sentirse psicológicamente más cerca de los demás y también a ser más generosos. Por el contrario, el frío puede estimular el procesamiento referencial, distante y frío, haciendo que las personas se sientan más alejados de los demás.
¿Será por eso que los nórdicos son bastante más fríos que nosotros pero su diseño está entre los más creativos del mundo? Ya en el s.XVI, Montesquieu planteaba que los humanos que vivían en países fríos adquirían más vigor debido a la circulación de la sangre y se mantenía más activo.
Ahora entendemos por qué nuestro jefe se empeña en mantener la oficina siempre bastante fría, ahora lo entendemos.