La primavera es bien conocida como la estación de las flores, pero no solo es eso. Es una época de transición, de altibajos, de estar hoy arribísima y después hundido. Por eso, los cambios de tiempo son casi una norma. Ahora, ¿tanto como tener nevadas después de máximas de casi 30ºC?
Parece ser que sí. De hecho, estas no son ni de lejos las más copiosas que han tenido lugar en abril en nuestro país. Los registros históricos remiten una y otra vez a las de 1986, cuando nevó durante once días. El mes se cerró con una temperatura media de 4,3ºC (la mínima absoluta fueron los -6,2, del día 6).
En este caso, las nevadas van a ser mucho más suaves, con acumulaciones que puntualmente pueden ser importante pero desde luego no de récord. Habrá que estar especialmente pendientes de la cara sur de los Pirineos, donde se espera que sean las más virulentas y extremas en lo que va de año. "Es fácil que en 24 horas se alcancen espesores de hasta 10 centímetros", explica nuestra meteoróloga, Rosalía Fernández.
Según otros meteorólogos, esta cantidad puede verse incrementada en cotas superiores, con 70/80 centímetros por encima de 2200 metros, en Macizos como Bernera, Monte Perdido, Partacua, Tendeñera o Cotiella. Lo peor sucederá entre el miércoles por la noche y el jueves.
Ahora, la pregunta es: ¿a cuento de qué viene de repente la nieve? Hemos tenido unos días de intensas lluvias pero hasta ahora no había llegado 'lo gordo'. Fernández apunta a que este episodio invernal, bastante breve, se debe "a las bajas presiones y el aire frío en capas medias y altas". Es decir, que no solo un ‘tren de borrascas’ está regando los campos, sino que se ha unido además con aire especialmente frío.
Esta masa también explicaría por qué, tras el paso del primer frente, se han producido incluso granizadas en zonas del interior del país. Afortunadamente, el episodio invernal durará poco, y ya a partir del viernes podremos hablar de cielos azules y calma meteorológica, al menos, hasta la semana que viene.