Uno de estos fenómenos es el dedo de la muerte o brinicle. Hace tan solo unos años que pudo grabarse por primera vez en un time-lapse en las gélidas aguas del océano antártico a temperaturas inferiores a los -20ºC en la superficie del mar, es decir, sobre una gruesa capa de hielo. De hecho, se forma gracias a la diferencia de temperatura entre la parte superficial del océano y el fondo, que se encuentra a unos -2ºC.
De ese modo, el flujo de agua salina al entrar en contacto con el agua del océano materializa ese contraste de temperaturas, fría-caliente, con la formación de una extraordinaria estalactita de hielo, también llamado tornado de hielo.
Pero antes de que pudiera grabarse este fenómeno cerca de la isla antártica de Razorback, en noviembre de 2011, el oceanógrafo americano Seelye Martin lo había descubierto en el año 1947 bautizándolo como el dedo de la muerte.
Gracias a los medios tecnológicos actuales se dio un paso más y pudo registrarse en el primer vídeo, de seis horas de duración, para mostrarlo al mundo entero. Fueron las cámaras de la cadena británica de la BBC para la emisión ‘Frozen Planet’.
En el time lapse se observa cómo se desprende una estructura de hielo desde la superficie marina hasta su lecho congelando y acabando con la vida de todo lo que encuentra a su paso.
Su acertado nombre, el dedo de la muerte, no es más que la metáfora de esa formación peculiar de hielo que desciende en forma de icono avanzando muy lentamente. A su paso lo congela todo, cualquier tipo de especie vegetal o animales, como erizos y estrellas de mar que salpican el lecho antártico.
El dedo de la muerte es más denso que el agua en la que se sumerge gracias a la sal, que lo reviste en capas macizas creando una estructura de hielo mortal que primero desciende en vertical y después se desplaza serpenteando y formando una cadena de cristales de hielo rodeados de aguas gélidas.
Si bien es uno de los fenómenos naturales de mayor belleza, también se ha constatado su poder letal en su lento camino en el que va tejiendo una tela de araña helada cuyo principal combustible es la sal. Debido a este elemento y a las extraordinarias condiciones climáticas del Polo Sur hemos podido asistir a este fenómeno tan singular.
Cuanto más avanza más poderoso es gracias a una capa aislante formada por el chorro de agua salina congelada, que permite mantener la temperatura en valores gélidos.
Además, hay que tener en cuenta que la sal tiene un efecto directo en el punto de congelación, que hace que disminuya. La consecuencia inmediata es la prolongación del dedo de la muerte mientras se mantengan las mismas condiciones de temperatura en el océano.
Acontecimientos como la formación del brinicle nos demuestran que la naturaleza sigue siendo a día de hoy una caja de sorpresas dispuesta a mostrarnos en el momento más inesperado un nuevo fenómeno. Es la cara más salvaje e inexplorada de nuestro planeta.
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*Marcos Fernández (@marcosfdezfdez) es periodista especializado en Meteorología.